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Mostrando entradas con la etiqueta adolescentes. Mostrar todas las entradas
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Cuando nuestros hijos mienten

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La mentira tiene una valoración muy negativa en la sociedad y para algunos niños es como "un pecado". Otros niños mienten con suma facilidad y otros lo hacen para evitar algún castigo o no asumir responsabilidades.

Cuando el niño es pequeño, no es consciente de que está mintiendo; cuando alcanza la edad entre 7 y 8 años, es posible que nos mienta pero no con la intención de engañarnos, sino que en esta etapa, aún no ha superado del todo la diferenciación entre fantasía y realidad. Generalmente a esta edad, lo que pretenden es salir del paso, antes que engañar a los padres a consciencia. Es muy raro que un niño de esta edad mienta deliberadamente para hacer daño a alguien. Cuando eso pasa, es necesario por nuestra parte, hacerles ver que su comportamiento es incorrecto y que deben corregirlo.

Una de las cosas más importantes a la hora de intentar educar a nuestros hijos para que no digan mentiras, es no calificarles de "mentirosos" ni culpabilizarlos, porque ellos pueden pensar que no vale la pena cambiar si los demás creen que siempre mienten.


Otra cosa importante a tener en cuenta, es predicar con el ejemplo. Muchas veces hemos dicho que el mejor ejemplo lo damos los padres. Los niños nos intentan imitar en todo y por ello debemos ser cuidadosos con lo que hacemos y decimos. A veces no nos damos cuenta y nosotros mismos inducimos a nuestros hijos a mentir en diversas situaciones."Si te preguntan cuántos años tienes, di que tienes 5..."es un ejemplo de un padre que no quiere pagar una entrada para mayores de 6 años y le dice a su hijo que se haga pasar por menor. Para nosotros es una "mentira piadosa", pero los niños lo captan todo y luego va a ser difícil explicarles que ellos no lo deben hacer, cuando nosotros lo hacemos de vez en cuando.

Cuando nos damos cuenta de que nuestro hijo miente, es mejor tratar este tema a solas y no delante de más personas, para evitarles la humillación. Hemos de ser firmes pero sin gritarles ni amenazarles. Mientras más calmados estemos, más fácil será para ellos. La clave es decirles "si me dices la verdad, te prometo que no te va a pasar nada e intentaremos reparar el daño hecho". Una vez dicho esto, hay que cumplirlo, para que el niño confie en nosotros y nos diga la verdad, aunque lo ideal es reservar esta frase para situaciones importantes y no usarla en todos los momentos.

En la etapa adolescente, la mentira puede significar algo más grave. Muchos adolescentes sienten que hay cosas que no deben compartir con los padres, ya sea por miedo a represalias o porque han crecido en un entorno en el que no hay negociación por parte de los padres y pretenden evitar males mayores.

Para evitar que nos mientan en esta edad, lo primero es haberlos educado con una base de confianza, evitando los castigos y represalias. Como hemos comentado a veces, debemos respetar su intimidad y privacidad y fomentar la sinceridad. Ello se logra cuando los niños crecen en un ambiente de afectividad, aceptación y confianza entre todos los miembros de la familia.


A veces debemos decir NO

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Tanto en situaciones de la vida cotidiana, como en el trato con nuestros hijos, a muchos padres se nos hace difícil decir NO a nuestros hijos, primero porque ceder es la forma más fácil de evitar los conflictos y segundo porque pensamos en que ellos van a sufrir si les negamos lo que nos piden.

Los padres debemos reflexionar sobre la importancia de mantener una disciplina y establecer límites, pues con ello les enseñamos a dominarse y mantener un autocontrol en su propia vida.

A veces los niños tienen un encanto irresistible y nos es muy fácil sucumbir a sus peticiones. Muchas veces, los padres estamos cansados, no tenemos tiempo o ganas para enfrentarnos a nuestros hijos y muchos terminamos cediendo a sus peticiones.

Cuando le decimos NO a nuestros hijos, debemos hacerlo de forma racional, ser coherentes con nuestra decisión y siempre respetuosos. También tenemos que adaptarnos a la edad del niño cuando hablemos con ellos, para que entiendan la decisión.

Los niños y jóvenes se sienten seguros cuando a los padres se nos ve seguros al colocar esos límites. Ellos sientes que los padres estamos ahí para protegerlos, aunque en el momento no entiendan el porqué de la decisión. Esto ayuda a nuestros hijos a formar su personalidad. La familia es clave en la personalidad de los hijos, por lo tanto, si les brindamos un clima de seguridad y comunicación, ellos se sentirán mucho más respaldados y seguros.

Si le decimos un NO a un niño o adolescente y posteriormente le cambiamos al SÍ, estamos propiciando que nuestros hijos no aprendan a tolerar las frustraciones y en el futuro, les costará solucionar los problemas que la vida les pueda plantear.

No es necesario ser tajante, se pueden ofrecer alternativas, pero hay que recordar que un NO bien dicho, puede abrir las puertas a muchos "SI" en el futuro.

Adolescentes: ruptura en la era digital

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Los que pasamos por esa etapa, sabemos que la adolescencia es una edad en la que nos enamoramos muy fácilmente y las hormonas se nos revolucionan casi sin darnos cuenta. El primer amor es muy intenso y cuando se empieza la primera relación de pareja (que en esta edad puede durar años, meses, semanas, días o incluso horas) las sensaciones y emociones están a flor de piel.


Los padres no debemos tomarnos estas relaciones de adolescentes de forma trivial. A esas alturas, ya seguramente habremos tenido la famosa charla sobre sexo con nuestros hijos (si no es así, deberíamos hacerlo) y sobre las relaciones de pareja, riesgos, etc.

Actualmente, la tecnología ha revolucionado todos los ámbitos de nuestras vidas y las relaciones de pareja no son una excepción. Con todo un abanico de medios sociales, los adolescentes publican en la web su estado, comparten con los amigos el nuevo chico o chica con la que están saliendo o comunican al mundo su ruptura amorosa. Hay que tener cuidado con este tema, porque en la era digital, es muy fácil propagar cosas íntimas de los demás, por ejemplo, en el caso de una ruptura, cualquiera puede publicar fotos, comentarios o mensajes escritos por la web para que todo el mundo lo vea y avergonzar a la otra persona. Los adolescentes en general son muy sensibles y a veces no tienen la madurez suficiente para discernir entre lo bueno y lo malo y muchas veces se dejan llevar por los amigos o el entorno. Por eso es bueno hablar con nuestros hijos sobre ese tema, sobre las cosas que exponen en su perfil digital y los medios sociales, como facebook, twitter, tuenti, instagram, etc. y lo que comparten con sus parejas. 

Los adolescentes empiezan sus primeras relaciones a muy temprana edad y muchas veces no tienen la madurez necesaria aunque ya tengan un cuerpo de adulto. Los padres debemos estar atentos, no menospreciar esas relaciones, pues en esta edad para nuestros hijos, el mundo gira en torno a este nuevo amor. Para ellos una ruptura significa el fin del mundo, así que ahí estaremos nosotros para recordarles que todo pasa y que sobrevivirán a la experiencia y encontrarán un nuevo amor. Además les guiaremos sobre lo que es apropiado y lo que no deben hacer en los medios sociales y en su entorno.

Jóvenes y alcohol

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Ahora que se acerca la Navidad, me gustaría hablar sobre un tema importante en la educación de nuestros hijos. Durante la etapa de la adolescencia, los chicos ya empiezan a asistir a fiestas y lugares donde el alcohol está presente y a su alcance, a pesar de las normas establecidas en la sociedad.

Es muy importante que eduquemos a nuestros hijos sobre el alcohol, porque a largo plazo, las consecuencias pueden ser mayores y puede llegar a convertirse en un verdadero problema.



Está comprobado estadísticamente, que el 80% de los jóvenes que han terminado el colegio, se han emborrachado al menos una vez en su vida y muchos de ellos son alcohólicos.

El alcohol es una droga, que tiene efectos tan dañinos como la marihuana o el tabaco y es relativamente fácil de conseguir, ya que está presente en muchas celebraciones y fiestas a las que asisten nuestros hijos. 

No siempre son los hijos de los demás, los que se emborrachan y los padres deberíamos ser capaces de identificar cuando este problema ataca a nuestros propios hijos, pero lo más esencial, es tener comunicación con ellos desde que están en la pre-adolescencia, para que sean conscientes de los peligros que el alcohol puede causarles.

Lo principal es darles ejemplo. No podemos alertar a nuestros hijos del problema del alcohol, si los padres nos emborrachamos a menudo. Nosotros somos su principal referencia y modelos a imitar. Se ha de tomar especial precaución en el mensaje que les transmitimos cuando tomamos alcohol.

Los adolescentes suelen tomar alcohol los fines de semana, ya que es cuando suelen tener las actividades de ocio. Cuando se inician en las bebidas alcohólicas, los jóvenes necesitan muy poca dosis para emborracharse y muchos creen que si toman bastante el fin de semana, pero no lo prueban durante el resto de la semana, que no es tan perjudicial para el organismo.

Muchos niños empiezan a tomar alcohol a la edad de 12 años, una edad en la que son totalmente influenciables por sus amigos, una edad en la que "tener el puntillo" es divertido y beber los hace ser más "guays" y agradables con los demás. Los niños más inseguros o tímidos, tienen más posibilidades de tomar alcohol, porque eso los desinhibe y se creen mejor adaptados en el círculo social. Ahí es donde los padres debemos educarlos y darles pautas para que aprendan a disfrutar y a celebrar sus jornadas de ocio, sin necesidad de tomar alcohol para divertirse. Hay que ayudarles a generar confianza en sí mismos, a aprender a lidiar con sus problemas y podemos fomentar actividades sanas, como el deporte o invitar a sus amigos a casa, para que se diviertan de forma más sana.

Debe quedar claro que el alcohol es una sustancia tóxica para nuestro organismo y que una vez 
consumido tiene que desaparecer de nuestro cuerpo, con las consecuencias que ello conlleva para la salud. El alcohol también causa problemas de aprendizaje, de memoria y merma la capacidad de pensar. La adolescencia es una etapa crucial para el desarrollo cerebral, por lo que el consumo de alcohol puede tener consecuencias negativas a largo plazo en su vida de adulto/a.

Hablemos con nuestros hijos, en un entorno relajado, sin reproches ni sermones, intercambiemos con ellos sus impresiones al respecto y ayudémosles a diferenciar el uso del abuso del alcohol, porque mientras más información tengan, mejor preparados estarán para afrontar el tema de las bebidas alcohólicas.

Algunos libros que hablan sobre el tema de los jóvenes y el alcohol y puedes adquirir a través de Amazon:


ADOLESCENTES, ALCOHOL Y DROGAS (NIÑOS Y ADOLESCENTES)
Adolescentes y alcohol : cómo son?, qué inquietudes tienen?, por qué razones beben?:recomendaciónes para padres y educadores
Adolescentes, ocio y consumo de alcohol

Jóvenes y alimentación saludable

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Muchas veces los padres hablamos delante de los hijos sobre lo "gordos" que estamos o la dieta que debemos empezar, sin pararnos a pensar en la reacción que pueden ocasionar estos temas en los niños. 

Hay que pensar que los adolescentes son muy sensibles con su peso corporal, pues la sociedad les ha metido en la cabeza que no hay nada como estar delgada/o y tener un cuerpo 10. Si los padres le damos demasiada importancia a ese tema, podemos cambiar de forma inconsciente la forma de pensar de nuestros hijos, haciéndoles plantearse cosas en las que antes no pensaban.



Quizás nuestros hijos nunca habían escuchado la palabra "sobrepeso" o "dieta" hasta que lo escuchan de los mayores. Entonces se empiezan a interesar y cambian su percepción respecto a los demás. Es importante que desde pequeños les enseñemos que hay gente con diferentes tallas y formas y que lo importante es mantener un peso saludable y alimentarse de forma variada y nutritiva. Tan malo es el sobrepeso como estar por debajo del peso adecuado. Los niños necesitan alimentarse de forma correcta para crecer y desarrollarse. Si usted nota que su hijo está por debajo o por encima del peso adecuado, es aconsejable consultar un especialista en nutrición.

Debemos evitar hablar de "comida mala" y "comida buena", sino de comida sana e insana e intentar aclarar a nuestros hijos por qué un tipo de comida cae en una de esas categorías.

Las comidas sanas son aquellas que nos aportan vitaminas, minerales y otros nutrientes que nuestro cuerpo necesita para crecer adecuadamente, como las frutas y verduras, la proteína de la carne blanca como el pollo, pavo o pescado, productos lácteos como el yogurt o el queso, aceite de oliva, aguacate o frutos secos, etc.

La comida insana es aquella que no nos proporciona casi ningún nutriente y contiene grasas saturadas, como las frituras, pasteles, helados, bebida gaseosas, etc. Estos alimentos deberíamos dárselos a nuestros hijos de forma esporádica.

Comer en familia favorece una buena alimentación y además es ideal para la comunicación entre los miembros de la familia. Se debe establecer una buena relación entre los niños y los alimentos y enseñarle a que disfruten todo tipo de alimentos sanos.

Una buena idea es incitar a los niños a que preparen los platos con los padres. Hacer comidas coloridas o cortar las verduras de forma divertida puede ser un aliciente para los niños.

Evite forzar a su hijo a que se termine todo el plato, pero ínstele a probar los alimentos que se le ofrecen. Por lo menos dos mordiscos de cada cosa, para que se lleven el sabor de los diferentes alimentos.

Nunca castigue a su hijo por no comer o por comer demasiado, pues esto le puede llevar a tener sensaciones negativas sobre la comida. Es mejor enfocarse en darles de comer alimentos de todos los grupos, tres comidas diarias y dos meriendas. No debemos prohibirles terminantemente que coman comida basura, pero sí enseñarles a controlar lo que comen y a elegir la comida sabiamente. Si les hacemos saber a nuestros hijos la importancia de comer sano y mantener un peso adecuado, les ayudaremos a ser personas saludables y fuertes.


Adolescentes y padres

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La adolescencia es una etapa muy compleja, con la que no todos los padres saben lidiar. Muchos adolescentes critican la forma de comportarse de sus padres, sus reacciones y desaprueban cualquier comentario o decisión que éstos tomen.


Para facilitar esta relación padres-adolescentes, queremos compartir algunas pautas que pueden facilitar el entendimiento entre las dos partes:

La primera regla es saber escuchar, tanto los padres como los hijos necesitan ser escuchados y que puedan colocarse en el lugar del otro. No siempre los padres vamos a tener la razón en todo y los adolescentes necesitan que no nos mostremos insensibles hacia su punto de vista y que mantengamos una actitud de empatía con ellos. A veces los padres adoptamos posturas innegociables sin tener en cuenta sus sentimientos o motivos por los que nos reclaman y ello provoca una discusión que no nos lleva a ningún lugar.

Otra pauta importante es que los padres nos tomemos interés por las actividades que nuestros hijos realizan. Aunque no lo confiesen abiertamente, a los adolescentes les gusta que estemos pendientes de ellos, que les demos afecto y colaboremos a aumentar su autoestima. Muchos de nuestros hijos evitan la convivencia familiar y se muestran distantes, pero ello es porque no quieren a unos padres excesivamente preocupados y encima de ellos pues necesitan su propio espacio.

Nuestros hijos quisieran que los padres aceptáramos sus decisiones, su forma de vestir o su modo de comportarse de forma incondicional, por ello se forman muchas disputas en las que es importante que los padres nos mantengamos firmes, sin embargo, debemos hacerles saber que aunque no nos guste algo de su aspecto físico o no nos gusten los lugares que frecuentan, nosotros siempre les vamos a querer y nuestro cariño hacia ellos es el mismo, pues a esta edad los jóvenes son muy inseguros y necesitan sentir el mayor afecto posible.

Sería bueno dejarles un margen de libertad, confiar en ellos y propiciarles un espacio en el que sientan que pueden tener su propia intimidad. Los padres no debemos leer su diario, ni mirar su correo electrónico, ni rebuscar entre sus cosas y respetar su derecho a intimidad. Quizás escribiendo se liberan de algunos contenidos que luego podrían ser fuentes de conflictos en la familia. Vamos a intentar darles confianza para que nos cuenten sus problemas y se abran a nosotros con naturalidad.

No nos olvidemos que los padres somos un referente constante para nuestros hijos y debemos darles ejemplos en la vida cotidiana de cómo debería ser un buen comportamiento, de cómo pueden abrirse el paso ante el futuro y mantener una actitud positiva con sentido del humor y con optimismo. Los padres siempre seremos una guía para nuestros hijos, aunque debemos dejar que piensen por sí mismos, que se equivoquen y vuelvan a comenzar mientras toman sus propias decisiones. A ellos les gusta que los tratemos como adultos y así debemos hacerlo, siempre y cuando también lo sean cuando se les exigen ciertas responsabilidades en el hogar.

Adolescentes y su imagen

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Una vez los niños llegan a la pre-adolescencia o incluso antes, empiezan a mostrar preferencias y quieren elegir personalmente su vestimenta y su aspecto personal.


Cuando nuestros hijos llegan a la adolescencia, sienten la necesidad de ser independientes en todos los aspectos y la imagen que proyectan es muy importante para ellos. Para los adolescentes es muy importante sentirse valorados e integrados en su grupo social. Es común que quieran seguir la moda o tendencias del momento, para sentirse reconocidos e integrados en su grupo. Para muchos padres, esas tendencias y modas les pueden parecer inapropiadas e incluso estrambóticas, siendo un tema de conflicto con sus hijos adolescentes.

Cuando los niños son pequeños, los padres nos preocupamos en que estén limpios y bien vestidos, que vayan de forma adecuada al colegio y a otros lugares, pero llega un momento en que nuestra opinión empieza a perder fuerza y nuestros hijos empiezan a decidir lo que se quieren poner y cómo se quieren vestir. Generalmente suelen mostrar rechazo a todo lo que han llevado hasta ahora y suelen tener gustos opuestos a los de sus padres, pues piensan que ya no son niños y que deben mostrar un estilo propio, adecuado a su personalidad.

Los padres debemos restarle importancia a este tema, siempre y cuando no sea algo alarmante. Debemos ser capaces de "negociar" e intentar no mostrar demasiado rechazo a un tipo de vestimenta o una moda, pues el adolescente tiende a encontrarla más atractiva aún.

Algunos jóvenes se toman muy en serio su imagen física y llegan a sentir ansiedad y preocupación por cómo los ven los demás. Muchos se sienten influenciados por las marcas y modas que han creado las multinacionales y sienten necesidad de ir vestidos tal como dicta la industria de la moda. Su imagen está relacionada con su autoestima y por supuesto que para ellos es de vital importancia.

Los padres podemos orientarles y dejarles libertad para elegir, pero sin caer en la tentación de proporcionarles todo lo que nos pidan, por ejemplo, asignando un presupuesto y ayudándolos a adaptarse a su entorno social con responsabilidad y de forma racional.

Adolescentes y los límites

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En otras ocasiones hemos hablado sobre la importancia de los límites y la disciplina. Esta vez vamos a enfocar el tema desde el punto de vista de los adolescentes.


Es muy importante fijar límites a los adolescentes, porque con ellos les ayudamos a que sean conscientes de hasta dónde pueden llegar en sus actuaciones, los límites que les marcamos los padres les dan seguridad y confianza ya que serán capaces de percibir la línea que no deben cruzar y tendrán una orientación sobre cómo deben comportarse.

Si el adolescente no encuentra límites en la familia, seguramente las buscará fuera de ella, entre su grupo de amigos o con los compañeros de la escuela y eso puede ser perjudicial, ya que el adolescente correrá el riesgo de toparse con algún líder e identificarse con él o seguir sus directrices.

No se trata de ser tiranos con ellos ni imponerse a las malas, sino de razonar y enseñarles el arte de la negociación. Debemos razonar con el adolescente y explicarles el porqué las imposiciones que le ponemos (sin dar demasiadas explicaciones) pero dándoles una razón lógica. El adolescente no aceptará un NO a secas y ello hará que sea más rebelde con las normas impuestas. Sería bueno que escucháramos su opinión y no seamos intransigentes con ellos, ya que eso facilitará la comunicación entre padres y adolescentes.

Estos límites y normas les prepararán para enfrentarse al futuro y para hacerles comprender que en la vida tendrán que renunciar a muchas cosas que desean y enfrentarse a una sociedad llena de normas que se deben respetar.

A veces los padres pensamos que los adolescentes son capaces y los suficientemente maduros para tomar ciertas decisiones, sin embargo no nos podemos imaginar lo mucho que agradecen que los adultos les ayudemos a tomar esas decisiones, sobretodo aquellas que tienen gran trascendencia en su vida. Es muy importante preparar a los adolescentes para que sepan cómo actuar con anticipación si se encuentra en una situación difícil, por ello debemos orientarles desde la pre-adolescencia sobre los temas en los que pueden verse implicados, como la sexualidad, las drogas o el alcohol.

No olvidemos que cuando imponemos ciertos límites, estamos educando a nuestros hijos. Los padres somos un modelo de conducta y referencia para nuestros hijos. Estos límites se deben aplicar sobre las cosas importantes y debemos ser firmes en ellos siempre respetando los derechos de todos los miembros de la familia.

La paga semanal

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¿Es conveniente darle una paga semanal a nuestros hijos? Es la pregunta que se hacen muchos padres y no existe una norma establecida para ello. Mi hijo con 6 años ya tiene su hucha y poquito a poco va ahorrando algún dinerillo que le dan sus abuelos o algún familiar. De momento es bastante responsable y generoso con su dinero, ya que se gastaría todo en invitar al cine a toda la familia y no le importaría. Esa es una forma de ahorrar, pero hay algunos padres que establecen una paga semanal o mensual a sus hijos, cuando ya empiezan a ser más mayores y tienen algunas “necesidades”. No hay una edad fija, ya que algunos padres empiezan a hacerlo desde los 6 años, sin embargo, otros esperan a los 10. Lo ideal es empezar cuando tu hijo sea consciente de lo que es el dinero y comprender lo que puede hacer con el.


Es bueno darles esa responsabilidad a los niños, siempre de forma comedida. Muchas veces los niños no saben nada de la economía familiar y aunque no debemos explicarles con detalle nuestros gastos e ingresos, sí sería bueno que supieran a grandes rasgos, cómo se distribuye el dinero que entra en casa para que sean conscientes de los grandes esfuerzos que tenemos que hacer los padres para llegar a final de mes y realizar los pagos.

Para fijar una paga semanal a nuestros hijos, no hay una cantidad establecida. Todo dependerá de la edad, del carácter y comportamiento de nuestros hijos. Cuando son niños, esta paga les ayuda a fomentar el ahorro y a adquirir cierta responsabilidad. Si le damos una pequeña paga y el niño se lo gasta todo el primer día, sabrá que ya no dispondrá de más dinero y aprenderá a administrarse. 

Si desea algo que vale un poco más de lo que recibe semanalmente, deberá aprender a ahorrar ese dinero para conseguir algo. Ese esfuerzo hará que valore más las cosas que ha adquirido. Cuando son adolescentes, sería bueno establecer con ellos una lista de cuáles pueden ser sus pequeños gastos para determinar cuál es la cantidad adecuada a esas necesidades. Es bueno que el adolescente aprenda a administrar su economía y se implique en la organización de la familia, así como debemos alentarles también a que acepten pequeños trabajos remunerados para que se den cuenta del esfuerzo que implica obtener esa remuneración.

Por supuesto hay padres que no están de acuerdo con dar una paga semanal y piensan que es mejor darles ese dinero cuando realmente sus hijos necesitan algo, sin dejar una cantidad establecida. Es una forma de tener más control sobre los gastos de los hijos. Esta es una opción válida y respetable también.

Por supuesto no debemos confundir la paga semanal con un premio. No sería bueno que le “paguemos” a nuestros hijos para que hagan determinadas labores de la casa o para que estudien, ya que esto puede propiciar que se acostumbren a recibir dinero cada vez que realizan alguna labor. El objetivo principal es que los niños aprendan a gestionar su dinero.

Personalmente pienso que es bueno enseñarles a gestionar bien su dinero, a ser responsables y que aprendan a valorar el esfuerzo que le cuesta a muchos padres conseguir el dinero a final de mes.

Lectura para padres

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Hace unos días les recomendábamos diferentes tipos de lectura para niños en las diferentes etapas de su infancia. Hoy queremos recomendarles algunos libros interesantes para padres que nos pueden guiar en la educación de nuestros hijos.


Es importante que nuestros hijos lean, pero también que nosotros lo hagamos. Algunos libros nos pueden ayudar a clarificar dudas sobre las diferentes etapas de nuestros hijos o sobre algún tema en concreto. Aquí os dejo una pequeña lista de libros interesantes para padres clasificados por los diferentes temas.

Primera Infancia

Padre, el último mono (Berto Romero) : Este libro está dedicado exclusivamente a los papás. A veces, cuando llega un bebé a casa, algunos padres se sienten excluidos y se sienten ignorados. En este libro, escrito en tono humorístico, con el cual los padres aprenderán entre risas, como lidiar con esta situación.

Cuidados del bebé para padres primerizos (Francesc Williams): en este libro se encontrarán consejos muy útiles para los que son padres por primera vez.

Mi bebé de 0 a 3 años (Coco Valero): Este libro trata sobre los diferentes cambios que experimenta el bebé hasta los 3 años, con consejos muy interesantes sobre salud, alimentación, higiene, el sueño, etc.




Educación emocional

El desarrollo emocional de tu hijo (Roser Pérez Simó) : Este libro se centra en el aprendizaje del niño, guiado por los padres que desde el primer momento aprenden a interpretar las señales de sus hijos, proporcionándoles ternura y emotividad.

Inteligencia emocional infantil y juvenil (Linda & Goleman): Un libro que invita a relajar el cuerpo y la mente, a la vez que fomentamos las 5 competencias básicas de la inteligencia emocional en nuestros hijos.



Conflictos

Tu hijo: problemas y conflictos : En este libro, Bernabé Tierno nos ofrece unos consejos sobre cómo lidiar con los diferentes conflictos que surgen durante la primera etapa de la infancia, ya que estos años son fundamentales para construir su personalidad.

Ni rabietas ni conflictos (Rosa Jove): Trata sobre cómo lidiar con las rabietas, cuando los hijos, en busca de su independencia, estallan emocionalmente.



Comunicación entre padres e hijos

Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen: Este libro de Adele Faber ha tenido mucho éxito. Muchas veces los padres oímos a nuestros hijos pero no les escuchamos. En él nos proporcionan métodos innovadores para aprender a escuchar y comprender.



Celos

¡Claro, y yo qué! Los celos infantiles (Mª Victoria Tabera): Este libro nos proporciona consejos para tratar los celos de nuestros hijos.

El niño celoso (Juan Manuel Ortigosa): Cuando llega un nuevo hermano a veces provoca la aparición de celos con conductas que alteran la convivencia en la familia. Este libro ayuda a los padres cuando se sienten desbordados por los celos de su hijo o hija.

Los celos (Danielle Dalloz) : Una guía para superar esa etapa en que los niños demuestran celos, explicada con sencillez.



Agresividad

Agresividad infantil (Isabel Serrano): En los últimos años se han incrementado los casos de agresividad infantil. Este libro nos proporciona pautas para identificar y solucionar el problema.

La agresividad (Edwige Antier): Otro libro que nos ayuda a lidiar con niños agresivos.



Miedos

El niño miedoso (Francisco Xavier Méndez): A veces los niños tienen problemas para ir a la cama, debido al miedo o terrores nocturnos. Esta guía nos ofrece consejos y soluciones para detectarlos y hacerles frente.

El niño con miedo a hablar (José Olivares) : libro dirigido a los padres de un niño o niña que experimenta miedo al hablar. Expone las pautas concretas de actuación de forma amena.



Autoestima

Abrázame mamá (Mª Luisa Ferrerós) : Este libro habla sobre la importancia de educar los hijos para que sean jóvenes y adultos seguros y responsables de sí mismos.

Una mochila para el universo (Elsa Punset): Este libro contesta preguntas como ¿Qué podemos hacer para cambiar nuestra suerte?, ¿Cómo aprendemos a tener miedo? ¿Cuántos amigos necesitamos para ser felices?

Déficit de autoestima: Evaluación, tratamiento y prevención en la infancia y adolescencia (Maria Paz Bermúdez): Este libro enseña a padres y educadores a prevenir e identificar la aparición del déficit de autoestima, con pautas y técnicas para tratarlo.



Adolescencia

Adolescentes: Las 100 preguntas clave (Bernabé Tierno): Una guía sobre cómo tratar y comprender a nuestro hijo o hija adolescente, con las principales preguntas que los padres nos hacemos sobre esta etapa.

9 ideas clave: Educar en la adolescencia (Jaume Funes): Este libro es una recopilación de propuestas educativas para todos aquellos que intervienen en la educación de los jóvenes.

Adolescentes: Manual de instrucciones (Fernando Alberca): Una obra que trata de eliminar los viejos esquemas para llegar a adentrarnos en los problemas de cada hijo con acierto y comprensión.



Autocontrol

Educar sin ira: Un manual de autocontrol emocional para padres e hijos de todas las edades (Ángel Peralbo): Este libro nos ayuda cuando los padres nos sentimos fuera de control y perdemos la paciencia en la educación de nuestros hijos.


Sin duda, existen muchas guías y libros para ayudarnos con la educación de nuestros hijos. Aquí os hemos dejado una pequeña muestra. Si algunos de estos libros para padres te parece interesante o tienes alguno para recomendar, ¿Por qué no compartirlo con nosotros?

La televisión y los niños

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Es cierto que los padres fuimos niños y disfrutábamos muchísimo la televisión, pero hoy en día, muchos niños se pasan un montón de horas frente a la televisión y es nuestro deber controlar el uso de este medio, debido a que los programas televisivos influyen muchísimo en los valores y la percepción del mundo de nuestros hijos.



Si bien la televisión nos trae información, emoción y nos acompaña, a veces nos ocupa demasiado tiempo. Teniendo en cuenta que la programación para los niños a veces es escasa o trae contenidos violentos o de poco contenido cultural, los padres debemos tener cuidado con el consumo televisivo. 

Los niños que ven mucho la televisión, tienden a identificarse con los personajes ficticios que ven, ya sean de las series o los dibujos animados y a veces imitan sus modales, palabras, gestos o vestimentas que a menudo son de mala calidad. También es frecuente que los niños muy impresionables, se dejen llevar y expresen la agresividad de los personajes que ven en la televisión o tengan pesadillas por la noche.

La televisión en sí no es mala, pero los padres podemos ayudar a nuestros hijos a que vean la televisión de forma positiva y establecer normas para evitar la aparición de problemas derivados de un número excesivo de horas frente al televisor. Entre las consecuencias de permanecer muchas horas viendo la televisión está la adopción de malas posturas corporales (los niños acostumbran a verla mal sentados desde el sofá o la silla), fomenta el consumismo, ya que presenta los bienes materiales como valores supremos, induce al individualismo, produce cansancio visual, disminuye el tiempo de nuestros hijos en actividades mucho más importante como el deporte, la lectura, el juego o el ejercicio físico. Es cierto que la televisión tiene programas educativos y lúdicos, por lo que puede desempeñar un papel importante en la vida de nuestros hijos y que los niños vean un rato la televisión no es un delito, además debemos reconocer que la televisión es una realidad cotidiana que no puede ser suprimida porque forma parte de un mundo que los niños deben conocer.

He aquí algunas pautas para que la televisión sea un entretenimiento y una forma educativa de disfrutar de ella:

Deberíamos decidir o pactar el tiempo que los niños dedican a ver la televisión. Una hora diaria o dos los fines de semana sería lo ideal, sin embargo debemos esperar a que finalice el programa que están viendo para apagarla. Los adultos que acompañan al niño deberían predicar con el ejemplo y también limitar su tiempo frente al televisor cuando estén con ellos.

Debemos seleccionar los programas convenientes para nuestros hijos y conocer la programación, además de intentar acompañarles compartiendo sus inquietudes y enseñándoles a desarrollar su sentido crítico.

Debemos intentar que la televisión esté apagada la mayor parte del día y no permitir que la vida familiar gire en torno a la pequeña pantalla. La televisión no puede convertirse en el principal acompañante en el proceso de crianza.

También es recomendable intentar enseñarle a nuestros hijos películas clásicas infantiles o programas educativos y no permitir que ellos tengan el control sobre lo que se ve en casa.

Los padres debemos proporcionar alternativas a nuestros hijos, no sustituir nuestra ausencia con la televisión. Debemos compartir con ellos más juegos, más actividades al aire libre, paseos, visitas a museos, al circo, al cine o practicar deportes que también nos divierten y nos entretienen.

Por último quiero recordar que es imposible que nuestros hijos utilicen la televisión de forma adecuada si nosotros no damos el ejemplo y lo primero que hacemos cuando llegamos a casa, es encender el televisor.


Disciplina por edades

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Es muy importante enseñar una disciplina eficaz a nuestros hijos, para que sean personas adaptadas, con objetivos y metas que cumplir y para que aprendan a tener auto-control en sus vidas.


¿Cómo es posible enseñarles esta disciplina?

Pues comunicándonos con ellos, siendo constantes y firmes en nuestras decisiones, siempre adaptándonos a su edad y su nivel de desarrollo.

Nos comunicamos con nuestros hijos cuando les escuchamos con respeto, sin interrumpirles lo que tienen que decirnos y aceptando sus sentimientos. Debemos ser coherentes con nuestros gestos al hablar, pues podemos transmitir mensajes contradictorios y ser claros y precisos al transmitir nuestro mensaje, siempre adaptado a la edad de nuestros hijos. Es conveniente elegir el momento y lugar adecuado y clarificarnos primero antes de transmitir nuestro mensaje.

Ser constantes significa mantenernos firmes en nuestras decisiones, aplicando las consecuencias establecidas. No podemos regañar a nuestros hijos y olvidar enseguida las consecuencias de ese regaño, porque entonces no servirá de nada regañarlos en las próximas ocasiones. Si somos constantes, ellos tendrán más seguridad y serán más responsables de sus acciones.

En cuanto a la edad y el nivel de desarrollo, no es lo mismo, ni siempre coincide. El nivel de desarrollo se refiere al grado de madurez alcanzado, mientras que la edad cronológica se refiere a los años cumplidos. Existen algunos métodos de disciplina según el rango de edad.

Edad de 0 a 2 años:

 Es importante en esta etapa, empezar a expresarnos con palabras a los niños sobre nuestras expectativas y sentimientos hacia ellos, de esta forma nos preparamos para una disciplina basada en el diálogo. Podemos estimular el comportamiento positivo, darle libertad de acción al niño, pero siempre controlando la situación cuando hay peligro.

Edad de 3 a 5 años:

En esta etapa debemos fomentar la iniciativa y además permitir que el niño tenga diferentes opciones y conozca las consecuencias de sus actos. Éstas consecuencias deben ser fáciles de cumplir y debemos ser consistentes en su aplicación. Los niños de esta edad se identifican son los objetos que le pertenecen y por ejemplo, si decidimos privarle de alguno de sus juguetes, debe ser por muy corto tiempo. Es muy probable en esta etapa que los niños no reaccionen como esperamos los adultos. Si esto nos causa descontrol, es preferible aislarnos momentáneamente hasta que el niño recupere su auto-control. Si no se puede ignorar la conducta del niño, lo mejor es aislarlo en una habitación (por un período muy corto) para que reflexione y recupere la calma, no como castigo.

Edad de 6-11 años:

Los padres somos responsables de transmitir a nuestros hijos responsabilidades, de inculcarle valores y estimular la valoración de sí mismo, de sus cualidades y aptitudes para que tenga confianza en su propia persona. De esta forma facilitamos la integración del niño a su medio. En esta etapa es importante establecer horarios (de sueño, comidas, juegos, etc), definir con el niño cuáles son sus responsabilidades, así como las consecuencias si estas no se cumplen.


Edad adolescente de 12-18 años:

Durante esta etapa ocurren muchos cambios en la vida de nuestros hijos, cambios físicos, mentales, hormonales, etc, debido a que el joven está dejando la niñez para convertirse en un adulto.


Muchos adolescentes están deseando ser independientes para asumir responsabilidades o decisiones para las que no están preparados. Si hemos trabajado bien la disciplina en las etapas anteriores, si hemos tenido una buena dosis de comunicación, respeto mutuo y claridad de límites, esta etapa se presentará mucho más fácil y será más fácil llegar a un acuerdo con ellos sobre sus necesidades y las nuevas reglas del juego.

Si no ha sido así, lo ideal sería reconocer de nuevo a nuestros hijos y delimitar en qué etapa se encuentra para que se convierta en una persona con reglas definidas, metas establecidas, que comprende y respeta a sus padres.

Es necesario empezar desde la primera infancia a impartir una disciplina eficaz y no se trata de castigar a nuestros hijos constantemente, sino de establecer lazos de amor, comunicación y respeto mutuo para una buena educación.

La menstruación

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Hablar de la menstruación, la regla o el período con tu hija, no debe ser un tema tabú ni debe ser complicado. Recuerdo cuando entraba en la pubertad, mi madre, socorrida por un librito que debía ser de los años 70 (por las imágenes y la extraña forma de abordar el tema), me hizo sentar para darme una charla sobre la inminente llegada de la menstruación. Ella estaba mucho más avergonzada que yo, que ni sabía nada al respecto, ya que en esa época (los años 80) no se hablaba tan abiertamente sobre el tema.

En la pubertad (etapa entre los nueve y 14 años), se producen muchos cambios fisiológicos y anatómicos que dan lugar a la maduración sexual y nuestro cuerpo cambia de una manera importante.

Los padres debemos informar a nuestros hijos sobre dichos cambios . Es importante que ninguna niña se vea sorprendida por la llegada de la menstruación sin saber nada al respecto.

Por suerte las relaciones madre-hija han cambiado bastante desde mi época y ahora son más abiertas y comunicativas, además la sociedad avanza demasiado rápido y por regla general, los jóvenes están mejor informados, gracias también a las nuevas tecnologías.

Para abordar el tema de la menstruación, es aconsejable hablar con nuestra hija sobre los 8 o nueve años o antes si se interesan por el tema. Hay que enfocarlo de forma positiva, diciéndoles que ese proceso es señal de que su cuerpo funciona bien, por lo que de mayor podrá tener hijos, si lo llega a desear. También se les debe enseñar las normas higiénicas, a utilizar las compresas o toallitas higiénicas y hablarles sobre las conductas de riesgo, ya que a partir de esa etapa, podría quedar embarazada.

Lo que no se debe hacer, es no hablar sobre el tema hasta que la tengan o enfocarlo como algo malo o doloroso para las mujeres.

Sí hay que explicarles con nuestras palabras, que la menstruación es un sistema complicado, que se regula desde el cerebro y que los ciclos duran, por norma general, unos 28 días, que unas chicas pueden sentir más molestias que otras, etc, pero que en general, se hace una vida normal.

En definitiva, animo a los padres y madres a hablar de estos temas con sus hijos, como algo normal, sin tapujos y sin sentir vergüenza de hablar abiertamente de algo tan natural como la menstruación.


Protegemos a nuestros hijos

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“Quiero que llegues a casa antes de las 10”. Esta frase la dicen muchos padres, cuando sus hijos adolescentes o pre-adolescentes quieren salir un fin de semana o por la noche. Todos tenemos miedo de que algo les ocurra y quisiéramos protegerlos en todo momento. Frases como “ahora hay más peligro porque los tiempos han cambiado” son habituales entre los padres.


Antes teníamos más libertad. Recuerdo por las tardes, después de hacer mis deberes, bajaba a la calle con los amigos del barrio y me pasaba horas y horas sin la supervisión de un adulto (debía tener entre 8 y 13 años). Hoy eso no sucede así. Tenemos miedo hasta de mandarlos a por el pan. Y socialmente hoy en día es lo normal, porque los padres que no sienten ese miedo, están mal vistos.

Si cuidamos demasiado a nuestros hijos, no les estamos haciendo ningún favor. Es verdad que estarán más protegidos, sin embargo tendrán otros problemas, como la inseguridad y la falta de recursos para enfrentarse a las situaciones de la vida. A medida que nuestros hijos vayan creciendo, debemos darles la formación necesaria para que adquieran la responsabilidad suficiente y darles las herramientas necesarias para saber desenvolverse en la vida, porque estos niños, algún día crecerán y cuando quieran hacer algo por sí mismos, no sabrán cómo comportarse, porque nunca han tenido la oportunidad, ya que todo se lo hemos hecho y resuelto nosotros los padres.

Cuando nuestros hijos empiezan a salir por las tardes con los amigos y empiezan a salir por las noches, los padres nos mantenemos pendientes de sus actividades; que si hay que recogerlos a las 2 de la mañana en tal discoteca, que si hay que ir a buscarlo por casa de tal amigo...Ahí estamos nosotros, a la espera de que nuestro hijo o hija nos llamé por el teléfono móvil, el revolucionario invento que nos ha salvado la vida, ya que sabemos en todo momento dónde están nuestros hijos y los podemos tener controlados, (o eso creemos) y en cuanto nos llaman, allí acudimos sin pestañear. Hay niños de 8 años de edad que se pasean con móviles de última generación como si nada, pero eso ya da para otro tema aparte.

Al llegar a casa con nosotros, garantizamos que nuestros hijos hayan llegado sanos y salvos, pero no podemos garantizar que éstos sepan reaccionar a los peligros del alcohol, de las drogas o cualquier tentación que tengan en su tiempo de ocio. La clave está en educar en autonomía, en darles información y darles capacidad para formar su propio criterio y que aprendan a distinguir lo bueno de lo malo. Hay que enseñarles a ser valientes y nosotros deberíamos confiar más en ellos a la vez que debemos estar ahí cada vez que nos necesiten para orientarlos y aconsejarlos.