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Cuando nuestros hijos mienten

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La mentira tiene una valoración muy negativa en la sociedad y para algunos niños es como "un pecado". Otros niños mienten con suma facilidad y otros lo hacen para evitar algún castigo o no asumir responsabilidades.

Cuando el niño es pequeño, no es consciente de que está mintiendo; cuando alcanza la edad entre 7 y 8 años, es posible que nos mienta pero no con la intención de engañarnos, sino que en esta etapa, aún no ha superado del todo la diferenciación entre fantasía y realidad. Generalmente a esta edad, lo que pretenden es salir del paso, antes que engañar a los padres a consciencia. Es muy raro que un niño de esta edad mienta deliberadamente para hacer daño a alguien. Cuando eso pasa, es necesario por nuestra parte, hacerles ver que su comportamiento es incorrecto y que deben corregirlo.

Una de las cosas más importantes a la hora de intentar educar a nuestros hijos para que no digan mentiras, es no calificarles de "mentirosos" ni culpabilizarlos, porque ellos pueden pensar que no vale la pena cambiar si los demás creen que siempre mienten.


Otra cosa importante a tener en cuenta, es predicar con el ejemplo. Muchas veces hemos dicho que el mejor ejemplo lo damos los padres. Los niños nos intentan imitar en todo y por ello debemos ser cuidadosos con lo que hacemos y decimos. A veces no nos damos cuenta y nosotros mismos inducimos a nuestros hijos a mentir en diversas situaciones."Si te preguntan cuántos años tienes, di que tienes 5..."es un ejemplo de un padre que no quiere pagar una entrada para mayores de 6 años y le dice a su hijo que se haga pasar por menor. Para nosotros es una "mentira piadosa", pero los niños lo captan todo y luego va a ser difícil explicarles que ellos no lo deben hacer, cuando nosotros lo hacemos de vez en cuando.

Cuando nos damos cuenta de que nuestro hijo miente, es mejor tratar este tema a solas y no delante de más personas, para evitarles la humillación. Hemos de ser firmes pero sin gritarles ni amenazarles. Mientras más calmados estemos, más fácil será para ellos. La clave es decirles "si me dices la verdad, te prometo que no te va a pasar nada e intentaremos reparar el daño hecho". Una vez dicho esto, hay que cumplirlo, para que el niño confie en nosotros y nos diga la verdad, aunque lo ideal es reservar esta frase para situaciones importantes y no usarla en todos los momentos.

En la etapa adolescente, la mentira puede significar algo más grave. Muchos adolescentes sienten que hay cosas que no deben compartir con los padres, ya sea por miedo a represalias o porque han crecido en un entorno en el que no hay negociación por parte de los padres y pretenden evitar males mayores.

Para evitar que nos mientan en esta edad, lo primero es haberlos educado con una base de confianza, evitando los castigos y represalias. Como hemos comentado a veces, debemos respetar su intimidad y privacidad y fomentar la sinceridad. Ello se logra cuando los niños crecen en un ambiente de afectividad, aceptación y confianza entre todos los miembros de la familia.


A veces debemos decir NO

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Tanto en situaciones de la vida cotidiana, como en el trato con nuestros hijos, a muchos padres se nos hace difícil decir NO a nuestros hijos, primero porque ceder es la forma más fácil de evitar los conflictos y segundo porque pensamos en que ellos van a sufrir si les negamos lo que nos piden.

Los padres debemos reflexionar sobre la importancia de mantener una disciplina y establecer límites, pues con ello les enseñamos a dominarse y mantener un autocontrol en su propia vida.

A veces los niños tienen un encanto irresistible y nos es muy fácil sucumbir a sus peticiones. Muchas veces, los padres estamos cansados, no tenemos tiempo o ganas para enfrentarnos a nuestros hijos y muchos terminamos cediendo a sus peticiones.

Cuando le decimos NO a nuestros hijos, debemos hacerlo de forma racional, ser coherentes con nuestra decisión y siempre respetuosos. También tenemos que adaptarnos a la edad del niño cuando hablemos con ellos, para que entiendan la decisión.

Los niños y jóvenes se sienten seguros cuando a los padres se nos ve seguros al colocar esos límites. Ellos sientes que los padres estamos ahí para protegerlos, aunque en el momento no entiendan el porqué de la decisión. Esto ayuda a nuestros hijos a formar su personalidad. La familia es clave en la personalidad de los hijos, por lo tanto, si les brindamos un clima de seguridad y comunicación, ellos se sentirán mucho más respaldados y seguros.

Si le decimos un NO a un niño o adolescente y posteriormente le cambiamos al SÍ, estamos propiciando que nuestros hijos no aprendan a tolerar las frustraciones y en el futuro, les costará solucionar los problemas que la vida les pueda plantear.

No es necesario ser tajante, se pueden ofrecer alternativas, pero hay que recordar que un NO bien dicho, puede abrir las puertas a muchos "SI" en el futuro.

Peleas y conflictos entre niños

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Seguramente alguna vez nuestros hijos nos han comentado que han tenido alguna pelea, alguna riña o simplemente se sienten acosados por algún compañero de colegio, algún niño del barrio o un amiguito.


 La primera tentación que sentimos los padres es la de intervenir en el conflicto, ayudando a nuestros hijos a resolver la situación, sobretodo si son pequeños, pues los vemos como seres indefensos y vulnerables.

Hay niños agresivos, niños a los que les encanta molestar a sus compañeros de clase o del barrio, simple porque disfrutan con ello.

Evidentemente nuestros hijos se deben sentir respaldados y saber que pueden contar con sus padres, sin embargo, debemos ser prudentes a la hora de actuar. Sobretodo debemos permanecer calmados y no mostrarnos muy indignados delante de ellos, pues podemos propiciar que la historia que nos cuentan sea un poco más dramática a medida que crece nuestra indignación o por el lado contrario, que se calle y no nos cuente la situación real.

En primer lugar, debemos analizar si el hecho es lo suficientemente importante para nuestra intervención o simplemente es una pelea entre niños sin demasiada importancia. Una vez analizado, es importante contrastar la información, con los maestros o a través de otros adultos o niños que nos den confianza. 

Lo primero es hablar con nuestros hijos para que propongan soluciones. Debemos alentarles a que ellos mismos resuelvan sus problemas y no subestimar su autonomía. ¿Qué padre o madre no se ha visto tentado a atajar una pelea ya sea verbal o física entre su hijo y otro niño? Es muy normal y sería lo más fácil para nosotros los padres, pero con ello contribuimos a crear niños inmaduros e incapaces de enfrentarse a las diversas situaciones de la vida. 

Hay que intentar que se pongan en la situación del otro niño y reflexionar sobre el caso. Si pensamos que ellos mismo pueden salir airosos de la situación, le animaremos a utilizar su inteligencia emocional para salir airosos de la situación, dentro de la mejor lógica posible.

Si comprobamos que en la escuela, hay algún niño que efectivamente, está influyendo en nuestro hijo de forma negativa o lo hacen sentir acosado, consultaremos con la maestra sobre cómo actuar y entre los dos buscaremos favorecer su autonomía para que se sienta más seguro a la hora de actuar en ese conflicto.

Si el problema viene generado por algún niño de fuera de la escuela, conviene vigilar de cerca la actitud de ese niño y comprobar si actúa igual cuando está solo o en grupo y si vemos que la situación es grave, debemos intervenir y ayudar a cortar el conflicto. En ese caso, demos intentar evitar el contacto y cambiar la rutina que facilita esos encuentros.

Lo que está claro es que nuestros hijos deben generar sus propios recursos y ser más autónomos en la resolución de los conflictos, para que adquieran la madurez necesaria y puedan enfrentarse a ellos con mucha más facilidad y eficacia en su edad adulta.

He aquí alguna lectura interesante sobre el tema:

Trato entre hermanos

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¿Hay que tratar a los hermanos por igual? Esta pregunta nos la hacemos algunos padres que tenemos 2 o más hijos, pues siempre tendemos a tratar a nuestros hijos de la misma forma para no crear envidias ni celos, pero lo cierto es que es un error tratar a los hijos por igual.


Cada niño es diferente. Aunque sean hermanos, cada hijo tiene unos gustos, un carácter y unas necesidades diferentes. En mi caso, tengo dos hijos y los dos son completamente diferentes, tanto en carácter, como en gustos y por ello, no pueden ser educados de la misma forma.

Por regla general, los padres dicen que educan a sus hijos igual, sin embargo, esto puede generar conflictos entre los niños. Está claro que a veces es conveniente un trato igualitario, pero en otras ocasiones, será imprescindible diferenciar el trato a cada hermano, según sus necesidades. Mi hijo mayor es tranquilo, le gustan los números, tiene mucha paciencia y se entretiene con cualquier cosa durante mucho tiempo. Mi hija pequeña es más artística, más intranquila y no se concentra ni 5 minutos en una sola cosa. A uno le gusta el chocolate, a otra le gustan los helados. Por poner un ejemplo, si una tarde estamos paseando, no podemos obligar a los dos a que se coman un helado, porque a uno le gusta, pero al otro no; por más igualitarios que intentemos ser, hay situaciones en que debemos diferenciarlos.

No se puede atender por igual a los hijos cuando hay dos o más. Generalmente con el primero aprendemos de nuestros errores e intentamos no repetirlos con el segundo. En mi caso, con el primero tenía más dudas, mas temores y mayor precaución pues me preocupaba cualquier cosa que pudiera pasarle. Con la segunda, todo fue más fluido. Eso no quiere decir que no me preocupara por ella, pero aprendí a no sobreprotegerlos, a confiar más en ellos y darles más autonomía. Tampoco son iguales las necesidades para edades distintas.

Lo que hay que tener claro, es que el objetivo de la educación no es la igualdad entre hermanos, sino intentar darle a nuestros hijos lo mejor para cada uno, teniendo en cuenta su personalidad y sus características particulares. Los niños requieren un trato personalizado y debemos hacerles sentir que son únicos. Es buena idea compartir momentos por separado con cada uno de ellos. Por ejemplo, que el padre se vaya a un partido con su hijo o que la madre se lleve a la niña al parque a jugar e intimar entra las dos. Es necesario compartir ratos con ellos de forma individual y hacerles sentir que les escuchamos y queremos. Si ellos se sienten bien atendidos y queridos, evitarán las comparaciones y los celos con sus hermanos. Lo ideal es estimular las cosas positivas de cada uno e intentar darles la mejor educación siempre teniendo en cuenta sus capacidades, su personalidad y sus debilidades.


Pre-adolescencia

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Sobre los 10 a 12 años empieza la etapa de la pre-adolescencia. Una etapa difícil pues ya nuestros hijos dejan de ser niños y se preparan para entrar en la adolescencia. En esta edad, los hijos reclaman más libertad e independencia. También ocurren cambios físicos que les pueden plantear dudas y preguntas que nosotros los padres debemos intentar resolver de la forma más natural posible. En esta etapa debemos ser cuidadosos y más que nunca vigilar su educación.


En la pre-adolescencia es cuando debemos darles mucha información y ser firmes en nuestras decisiones para no perder la autoridad, pues a medida que crecen, cuesta más que los hijos obedezcan y puede ser que contesten de mala forma, se rebelen o incluso nos ignoren. Es una etapa de transición difícil para ellos, pues se aburren con las cosas de niños y sin embargo no pueden realizar aún actividades de un adolescente, pero también es difícil para nosotros, porque ya no podemos seguir actuando como hasta ahora y hemos de cambiar con ellos.

Las niñas pre-adolescentes suelen ser más maduras que los niños, por norma general y en esta edad empiezan a querer ser más libres. No hay que tener miedo a darles libertad, siempre y cuando se les eduque bien para que ellos puedan distinguir lo bueno de lo malo, para que sean conscientes de quienes son las malas compañías que deben rechazar, para que sean capaces de pensar por sí mismos y elegir la mejor opción para ellos, que no siempre será la buena para nosotros, pero les enseñará a aprender de sus errores. Los padres debemos respetarles y dejarles un poco de libertad, no debemos mandar las cosas "porque sí", porque los hijos pre-adolescentes ya no obedecen como en las etapas anteriores y es mejor darles una explicación. Es una etapa difícil para los padres porque ven como sus hijos ya no son tan niños y empiezan el camino hacia su madurez. La comunicación es básica y vuelvo a repetir, la información que les damos es muy importante para que ellos se puedan formar una idea de los valores a seguir.

Es bueno empezar a hablarles de la sexualidad, de los peligros que existen en la calle, de las drogas, o del alcohol ya que a esta edad empiezan a sentir curiosidad sobre estos temas.

Los padres también debemos dar el ejemplo. No podemos reclamar a nuestros hijos que ayuden en casa, si nosotros mismos o nuestras parejas no lo hacen. Debemos mandarles cosas razonables y no algo imposible de cumplir; en esta etapa los niños suelen razonar y al final entenderán e incluso aceptarán de buen grado nuestras explicaciones.

No debemos prometerles cosas que no vayamos a cumplir ni amenazarles con castigos que no vamos a ejecutar, porque sólo conseguiremos perder nuestra autoridad. No debemos utilizar castigos físicos ni intensos, porque lo único que se consigue es fomentar comportamientos agresivos. Lo mejor es el diálogo entre padres e hijos, intentar ponernos en su lugar, ofrecernos a resolver sus dudas y abrir nuestra mente para que surja una relación de confianza mutua y así poco a poco se preparen para el largo camino que les queda para llegar a ser adultos.

Miedos e inseguridades

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Es habitual que surjan los miedos en los niños entre 3 y 6 años de edad, aunque también los niños entre 9 y 12 años suelen tener otro tipo de miedos como por ejemplo a las enfermedades, a un accidente, al fracaso escolar, etc. En esta ocasión nos centraremos en los miedos de los niños más pequeños.

Sobre los 2-3 años de edad, empiezan a aparecer los primeros temores en los niños. El miedo a las tormentas, los ruidos, los animales o temor hacia algún monstruo de su imaginación, es frecuente en esta edad. Existen también otro tipo de miedos que son positivos, pues hacen que nuestros hijos sean más prudentes, como por ejemplo, miedo a cruzar la calle solos, miedo a tocar los animales o miedo a caerse, etc.


Es muy importante la reacción de los adultos frente a sus miedos y temores, ya que si ellos ven calma y seguridad en nosotros, al final verán que sus temores no son tan terribles. Los padres somos sus referentes, las personas que les protegerán y harán frente a un posible ataque, por lo que debemos responder enseguida y hacerles ver que no tienen nada de qué temer.

Los padres debemos educar a nuestros hijos para que sean prudentes ante un peligro, pero no debemos sobreprotegerles, pues a veces, enfrentándose a ese temor, los niños aprenden y al final asumen que son capaces de lograr ciertas cosas.

También es importante no "amenazar" a nuestros hijos con frases como esta: "Si no te comes la comida, vendrá el coco" o encerrarlos a oscuras en alguna habitación para castigarlos.

Sobre los 4 años de edad hasta los 6, es frecuente los miedos a monstruos, fantasmas, sombras o brujas y también les infunde mucho temor la posible separación de los padres.

Nunca debemos reírnos de ellos o de sus miedos ni tampoco obligarlos a enfrentarse a sus miedos de forma brusca o precipitada. Hay que seguir un proceso de adaptación poco a poco hasta que consiga superar ese temor. Por ejemplo, si el niño tiene miedo a la oscuridad, se debería ir graduando la iluminación de su habitación hasta dejarla totalmente a oscuras, pero de forma gradual.

Por supuesto, debemos evitar al niño ver películas violentas o de terror y evitar ridiculizarle delante de otras personas.

Es normal sentir miedo y los adultos también lo manifestamos en muchas ocasiones, pero un niño se siente indefenso, así que mientras más comprensión tengamos con ellos, más fácil le será enfrentarse a sus miedos y adoptar una estrategia para ir superándolos en su vida adulta por sí mismos.

En el cuento "El miedo" (Del más miedoso al más valiente) de la Colección desde...hasta... explican a los niños los diferentes tipos de miedos y al final proporcionan juegos y consejos para los padres, para poder superar entre todos los diferentes miedos que puedan tener.




Entre todos podemos ayudar a los niños a superar los miedos y temores.

Consejos educativos

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El otro día leía unos consejos interesantes sobre cómo podemos ayudar a nuestros hijos y me gustaría compartirlo con los lectores del blog:



Ayudamos a nuestros hijos cuando...

...los animamos a asumir ciertas responsabilidades relacionadas con el cuidado de la naturaleza, por ejemplo, dejarlos encargados de regar una planta o darle de comer a la mascota de la casa.

...les permitimos que participen en la elaboración de recetas, fomentando así los hábitos de una alimentación saludable.

...a la hora de prohibirles o pedirles algo, les explicamos el porqué, con un lenguaje adecuado a su edad. A veces nuestros hijos no obedecen, simplemente porque no han entendido bien nuestras explicaciones.

...les animamos a hacer ejercicio físico y llevar una dieta equilibrada. Así estaremos contribuyendo a que crezcan sanos. Estaría bien darles la oportunidad adecuada de practicar algún deporte si sobrecargarlos de actividades extraescolares.

...recurrimos a los cuentos y libros como fuente de aprendizaje para satisfacer su curiosidad.

...en determinadas ocasiones o situaciones conflictivas, como son las pataletas, no cedemos a sus demandas y les ponemos límites, si es necesario, sin darles ninguna explicación.

...evitamos que se expongan a situaciones peligrosas, sin protegerlos excesivamente para que no sean inseguros.

...hacemos que se sientan protegidos, pero a la vez libres de reconocer sus posibilidades y limitaciones.

...les hablamos de valores, costumbres y tradiciones, presentes en muchas actividades cotidianas. Refranes, juegos populares o cuentos tradicionales, contribuyen a su formación como personas.

Y sobretodo ayudamos a nuestros hijos si compartimos nuestro preciado tiempo con ellos.

Ahí van esos consejillos. Papás y mamás, ¡tomad nota!

Juegos de verano para niños

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Ahora que llega el verano, a los niños les gusta disfrutar del aire libre y nosotros los padres podemos entretenerlos y organizar juegos para que se diviertan. Hoy les proponemos algunos juegos para practicar en grupo, ya sea con los amigos o en algún cumpleaños.



La Mosca ciega

Para jugar este juego, se necesitan varios pañuelos (tantos como jugadores hayan) y una campanita.

El juego es al revés que la gallinita ciega, ya que se trata de que un niño se ponga la campanilla en una mano y la vaya agitando, mientras los demás, con los ojos vendados, tienen que seguir el sonido e intentar capturar a la mosca. Este juego sirve para afinar la sensación auditiva a distancia y es muy divertido.

El juego de la pelota fija

Para este juego es necesario una pelota y es ideal estar en un espacio exterior bastante amplio. Pueden participar muchos jugadores.

Los niños hacen un círculo y en medio se pone un jugador con la pelota. Éste la lanza al aire, lo suficientemente alta para dar 3 palmadas y luego cogerla, sin dejar que toque el suelo. Mientras la pelota está en el aire, los que están en el círculo, deben alejarse corriendo. 

Cuando el jugador del centro vuelve a coger la pelota, grita: "¡Pelota fija!" y todos los demás deben quedarse quietos. El jugador del centro, debe tirar la pelota para darle a uno de los otros niños y éstos no pueden mover los pies, sólo el cuerpo para esquivarla. 

Si golpea a alguien con la pelota, todos los demás escapan de nuevo y el que la ha tirado, también se aleja corriendo. El niño o niña al que han golpeado, esta vez debe lanzar la pelota al aire y hacer lo mismo que al principio.

Si la pelota no le da a nadie, el jugador del centro que la había tirado, tiene que ir corriendo a buscarla y repetir todo lo anterior, intentando mejorar su puntería.

Las verduras del huerto

Para este juego pueden participar varios jugadores. Se trata de nombrar un cocinero o cocinera y a cada niño se le da el nombre de una verdura. Se ha de señalar un árbol o un punto de meta. Cuando el cocinero dice: Voy a cocinar una sopa con...¡Apio y zanahoria! Los niños que han sido nombrados apio y zanahoria, deben salir corriendo hasta la meta. Si el cocinero no los pilla, se libran de estar en la sopa, pero si son pillados...¡serán cocidos en el puchero para hacer una deliciosa sopa!

Esperamos que pongáis en práctica alguno de estos juegos para niños de entre 4 y 8 años y próximamente iremos dando más ideas para que nuestros hijos disfruten jugando y a la vez adquieran habilidades mientras se divierten.

Vacaciones en el camping

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Se acercan las vacaciones y los más afortunados (digo afortunados porque hoy en día no todo el mundo puede costearse unas vacaciones) están planeando la salida estival con sus retoños.

Los que tengan hijos pequeños, evidentemente, no tienen problemas para tomar la decisión, ya que los niños no opinarán sobre si les gusta el destino elegido o no; y si opinan, todavía nos vemos capaces de "arrastralos" allí donde vayamos.



Los que tengan hijos adolescentes y se los quieran llevar consigo, ya lo tienen un poquito más difícil, pues la decisión tiene que ser consensuada entre los miembros familiares y eso no es tarea fácil. Yo he sido adolescente y recuerdo en que hubo una época en la que quería ir a cualquier sitio...siempre que fuera alejada de mis padres y mis amigas estuvieran incluidas en el plan.

Bromas aparte, es muy difícil conciliar las vacaciones de verano con nuestros horarios laborales y tenemos que convertirnos en magos para ir "colocando" a nuestros hijos en colonias de verano, con los abuelos, con la vecina que se los queda... para luego compartir con ellos los pocos días de vacaciones que nos dan en el trabajo.

Una opción interesante son los campings. A los niños les encanta pasar las vacaciones en un camping. Allí tienen de todo: naturaleza, aire libre, piscina, juegos y actividades, algunos disponen de "mini clubs", otros ofrecen talleres, deportes y todo tipo de juegos. Para los padres es una muy buena opción, ya que los niños están en un entorno seguro y a la vez los tenemos "controlados" mientras ellos se divierten con los amigos. Es muy usual que los niños hagan amistad con otros niños y si es un camping que frecuentan cada año, seguramente van estrechando lazos con estos amiguitos.

Para los que piensen que un camping es incómodo, nada más lejos de la realidad, hoy en día es casi como ir a un hotel. Muchos tienen bungalows con todas las comodidades y bastante espaciosos para las familias. Generalmente hay cocina, ducha y habitación de matrimonio. Allí mismo puedes cocinar y comer en las terrazas al aire libre con los niños. Si no quieres cocinar durante las vacaciones, muchos de ellos ofrecen restaurantes y cafeterías para almorzar en sus instalaciones.

Es una opción alternativa, que seguro los niños disfrutan y nosotros agradecemos, pues nada como escaparse de la rutina y relajarse en la naturaleza, ya sea cerca a la playa o en la montaña.

Desayuno con los pequeños

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Es cierto que con las prisas cotidianas, pasamos por alto el ritual del desayuno, sin embargo dicen los expertos que es la comida más importante del día. Sobretodo para los niños, ya que les puede aportar hasta un 25% de sus necesidades nutritivas. 

Según un estudio del Ministerio de Sanidad, en España sólo un 8% de los niños desayunan de forma equilibrada y correcta. Un desayuno equilibrado estaría compuesto de frutas, leche, cereales e hidratos de carbono. Dicho estudio dice que el 20% de la población sólo toma leche para desayunar y que un 15% no desayuna. 

También recomiendan desayunar en familia, ya que este momento del día tiene su importancia social, porque además de que les inculcamos a nuestros hijos la importancia de desayunar, también pueden colaborar con la preparación del mismo,y así participan en las actividades familiares. 

Los que tenemos niños pequeños, sabemos que es quizás un poco utópica la imagen de la familia al completo reunida por las mañanas en la mesa, desayunando tranquilamente, tomando lácteos, zumos naturales y cereales, sobretodo los días laborables. Las prisas nos traicionan, todos vamos corriendo, los niños adormilados, los padres siempre apresurados, los niños se tienen que vestir, tenemos que preparar todo lo que se tienen que llevar... pero debemos hacer un esfuerzo, aunque sea levantándolos un poquito antes, ya que un buen desayuno es más beneficioso que 15 minutos de sueño. 

 Es recomendable acostumbrarlos desde pequeños a adquirir un desayuno equilibrado, pues es vital para que los niños recuperen la energía que han perdido después de dormir tantas horas, para que tengan más vitalidad y para asegurar que estén en buena forma y con el peso adecuado. 

Ánimos papás y mamás, vamos a intentar dejarlo todo listo el día anterior para que nuestros hijos disfruten de un desayuno tranquilo, en familia para que afronten el día con energía y buen humor.

Los niños y la muerte

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Cuando fallece un familiar o un conocido, es difícil explicarle a un niño lo que significa la muerte y las consecuencias que conlleva. Para algunos niños, morirse es quedarse dormido mucho tiempo, irse al cielo o simplemente experimentar mucho dolor en un hospital.

No es tema fácil de tratar porque siempre procuramos evitarles el dolor y el sufrimiento a nuestros hijos, pero habría que evitar que la muerte sea un tema tabú, ya que es una parte inevitable de la vida.


Muchas veces intentamos explicar la muerte utilizando metáforas complejas que llevan a nuestros hijos a confusión. Sería adecuado conversar con ellos e intentar explicarles de la mejor forma posible, contestando a sus dudas y temores con honestidad.

Sobre los diez años, los niños empiezan a tener más consciencia del significado de la muerte, aunque siguen pensando que eso les ocurre a los demás, que a ellos no les va a pasar y a veces toman riesgos y obran imprudentemente, sin ningún temor.

Cuando fallece un ser querido, debemos permitir a nuestros hijos su momento de duelo. A veces les incitamos a ser fuertes, pero hay que comprender que no siempre tienen las fuerzas necesarias para sobreponerse a su dolor. A los adultos ya nos cuesta bastante y los niños, con más razón, sienten un profundo dolor y muchas veces se sienten desconcertados ante la situación.

El duelo atraviesa cinco etapas:

La primera sucede al experimentar la pérdida y se caracteriza por la negación del niño y la experimentación de dolor y tristeza.

Luego llega la rabia por la pérdida, que se puede manifestar en pesadillas, juegos violentos o irritabilidad. En estos momentos debemos apoyarlo y dejar que se desahoguen.

Después llega la fase en la que hay dolor y confusión, que puede llegar con mucho llanto.

La cuarta etapa llega cuando el niño ha aceptado la pérdida y ya ha expresado su tristeza.

Y por último, llega la etapa de la resolución o superación de la pena. Llegar hasta aquí no es tarea fácil, pero el proceso será mucho más llevadero si los acompañamos en todo momento y si se lo explicamos con amor y solidaridad.

No hay que intentar minimizar la pérdida ni darle un trato sobreprotector al niño o adolescente. Siempre debemos acompañarlos de manera firme y positiva, recordando siempre las lecciones de la vida, los momentos buenos de la persona fallecida y todo lo positivo que nos dejó esa persona.

La mejor educación que se le puede dar a nuestros hijos, es enfrentarles a la vida auténtica sin adulteraciones ni falsificaciones.

Queremos recomendarles el libro: "Cuando fallece un ser querido", una guía para explicarles a los niños cómo enfrentarse a ello.


Darles autonomía a nuestros hijos

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Si le damos autonomía a nuestros hijos, le damos el derecho y la capacidad a orientar su vida y llegar a ser lo que se quiere para beneficio propio y el de los demás. Ser autónomos es ser capaces de pensar por sí mismos pero con sentido crítico, es decir tomando en cuenta los diferentes puntos de vista tanto en lo moral como lo emocional e intelectual; pero no hay que confundir ser autónomo con el libertinaje ni hacer todo lo que ellos quieren.


El ser humano no nace autónomo, ya que depende desde que nace de otras personas que lo cuidan y alimentan y poco a poco va adquiriendo conocimientos y hábitos que le darán autonomía a medida que crezca.

Día a día nuestros hijos van aprendiendo a asumir responsabilidades. Debemos ir poco a poco dándoles tareas, como recoger los juguetes, comer solos, aprender a vestirse, etc y más adelante esas responsabilidades serán mayores, tales como decisiones sobre sus aficiones, sus amigos, el manejo de su dinero, en definitiva, decisiones sobre su vida.

Hay padres que son muy proteccionistas y constantemente velan por la seguridad de sus hijos, sin dejarles arriesgarse ni aprender las cosas por sí mismos, con tal de que no se lastimen, pero esto es una actitud equivocada, que no les hace bien.

Para educar a un hijo, es necesario darle autonomía y así hacerlos cada vez depender menos de los adultos. La palabra autonomía viene ligada a la palabra libertad, que es el derecho que tienen las personas a tomar sus propias decisiones y construir su vida de acuerdo a los valores adquiridos y sus aspiraciones.

Desde muy niño hay que construir y ejercitar esa libertad en nuestras decisiones cotidianas, aunque no hay que llegar al otro extremo y ser un autonomista radical, porque hay que seguir de cerca los pasos de nuestros hijos y darles un acompañamiento responsable que les permita formarse un criterio ético para ayudarles a tomar decisiones a lo largo de sus vidas. Por eso es muy importante que desde muy pequeños les enseñemos a ser independientes y autónomos para que en el futuro se puedan enfrentar a la vida.

Juegos en la carretera

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A menudo hacemos viajes largos en carretera con nuestros hijos y muchas veces ellos terminan aburriéndose de estar tanto tiempo en el vehículo. Por eso, en el articulo de hoy, queremos proponerles diferentes juegos para entretener a los niños y que la jornada del viaje se les haga más amena. Estos juegos son ideales para niños entre 4 y 12 años.                            
                                         


Juego de las letras

Se trata de que un miembro de la familia elige una letra y dice: “Un, dos, tres, decimos palabras con la letra … P (por ejemplo)” y cada uno debe decir una palabra con dicha letra, hasta que ya no les salga ninguna palabra o se repita la palabra más de una vez. Se van turnando las personas que vayan en el vehículo, eligiendo letras diferentes cada vez. Gana el que menos se equivoque. Este juego favorece la habilidad con las palabras y les ayuda a relacionar las letras del alfabeto con las palabras seleccionadas.

Juego alfabético

Este juego se inicia encontrando alguna palabra en un cartel o letrero que veamos en el camino, que empiece con la letra A. El primero que la encuentre, dice la palabra en voz alta y el próximo objetivo es encontrar una palabra que empiece por la B y así sucesivamente hasta terminar el alfabeto en la Z. Se pueden omitir letras complicadas como la k, la q o la ñ.

Juego de las matrículas

Se pueden hacer dos versiones de este juego. Por un lado, se puede intentar contar las matrículas extranjeras que se vean por la carretera y gana el que consiga más al final del recorrido.

Otra versión es sumar los dos primeros números y los dos últimos de cada matrícula y si ambas sumas dan el mismo resultado, se gana un punto. Gana el que más puntos tenga.

Estos juegos refuerzan la habilidad matemática y el cálculo mental, a la vez que los mantienen entretenidos.

Juego de geografía

Se trata de nombrar un lugar, ya sea una ciudad o un país y la siguiente persona debe decir otro lugar con la letra que termina la primera palabra, y así sucesivamente. Por ejemplo, si se dice España, la otra persona dice Atenas, la otra puede decir Singapur, etc. Este juego es para niños un poco más mayores.

Veo veo

Este juego es un clásico para jugar en el camino. Generalmente dejamos que el niño elija algo que ve en dentro del coche y nos dice de qué color es. El resto tiene que adivinar de qué objeto se trata.

Con los más pequeños, siempre podemos cantar canciones infantiles con ellos durante la travesía. También está la opción de ponerles un reproductor de dvd en la parte trasera del vehículo y ponerles alguna película que los entretenga un rato, pero por supuesto, esta opción no será tan divertida como jugar con los papás.

Si el viaje es muy largo, es conveniente parar y descansar. Los niños deben caminar un rato y despejarse un poco para retomar las fuerzas y seguir nuestro camino.

Quitar el pañal

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Muchos padres se preguntan cuál es la edad idónea para quitarle el pañal a nuestros hijos. No hay una edad exacta para hacerlo y cada niño es diferente, por lo que tendremos que tener en cuenta el nivel de madurez del niño, aunque la edad recomendable para empezar con el proceso es alrededor de los 2 años. El control de esfínteres conlleva un aprendizaje, ya que pasa de ser un acto reflejo automático a ser un acto voluntario y controlado.

¿Cómo sabemos cuándo nuestro hijo/a está suficientemente maduro para quitarle el pañal? Ésta es una buena pregunta que podemos responder observando algunos indicadores que nos ayudan a conocer el grado de madurez de nuestro hijo.

Para empezar, es bueno que el niño tenga alguna noción sobre su esquema corporal, que tenga consciencia sobre su propio cuerpo para poder percibir las sensaciones que ocurren antes y después de orinar y defecar.

También es importante que sepa comunicarse con claridad, que sepa el significado de las palabras pipí y caca y que las pueda pronunciar, además el niño debería haber adquirido un grado de autonomía suficiente, que le permita realizar las acciones que implica el control de esfínteres, como ir solo al lavabo, bajarse los pantalones, etc).

Una vez nuestro hijo haya adquirido este grado de madurez, debería ser capaz de aguantar el pipí durante períodos largos de tiempo, por ejemplo, hasta el próximo cambio de pañal.

Debemos empezar a acostumbrar al niño al uso del orinal. Siempre es mejor iniciarse en la temporada de verano, tanto para evitar que pasen frío como para lavar su ropa de recambio. Es normal que ocurran "accidentes" constantemente, por lo que debemos ir preparados con varias mudas de recambio.

Los mejores momentos para poner el niño en el orinal, es cuando se despiertan, después de las comidas y antes de acostarse. No es recomendable tener al niño demasiado tiempo en el orinal, si no hace nada, lo sacamos y dentro de un ratito, lo volvemos a poner. Cada vez que nuestro niño haga pipí o caca, lo elogiaremos y felicitaremos para reforzar su conducta. Durante el día los pondremos cada 2 o 3 horas en el orinal, pero no debemos agobiarles constantemente preguntándoles si tienen pipí, porque al final conseguimos un rechazo hacia el orinal. Progresivamente, el niño aprenderá a controlar y pedir él mismo cuando quiera ir al baño.

Si el niño va a la guardería o lo cuida otra persona, es importante mantener una sintonía y ponerse de acuerdo entre las partes implicadas para hacerlo todos a la vez.

Para quitar el pañal nocturno, una vez hayamos conseguido el control diurno, es muy importante que el niño se acostumbre a ir al baño antes de acostarse y no ingerir líquidos una o dos horas antes. Es probable que durante los primeros días, no aguante seco toda la noche, pero poco a poco irá adquiriendo el hábito.

Hay que tener mucha paciencia y sobretodo mantenerse firme, ya que una vez hayamos iniciado este aprendizaje, hay que seguir adelante y no volver a ponerle el pañal, porque le crearía confusión a los niños. Siempre que podamos, es mejor que lleven ropa cómoda, para facilitar su autonomía a la hora de ir al baño.

¡Suerte papás y ánimos, que con cariño y constancia, todo se consigue!

Enseñando a nuestros hijos a comer bien

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Comer debería ser un placer y no un castigo. Tengo dos hijos de 3 y 5 años a los que le ha costado mucho aprender a comer, de hecho aún seguimos en la lucha con mi hija pequeña para que coma comida sólida, pues el cambio se ha alargado demasiado. Un propósito de este año 2012 es abandonar los purés definitivamente. Supongo que a muchos padres les habrá pasado lo mismo y por ello me gustaría compartir algunas pautas que estuve leyendo hace unos días.

  • No hay que utilizar la comida como premio o castigo, pues el niño se dará cuenta y luego lo utilizará en contra nuestra.
  • Desde muy pequeño, el niño debe comer con el resto de la familia. Es aconsejable sentarlo en la mesa y si es posible, que coma lo mismo que los demás, desde los 12 meses de edad.
  • No debemos permitirle a nuestros hijos, eliminar grupos de alimentos enteros, como verduras, pescado, frutas, etc. Si algún alimento no le gusta, es necesario sustituirlo por otro parecido, o intentar disimular el sabor con salsas o cocinado de otra forma.
  • Se deben introducir los alimentos de forma gradual, primero darle platos sencillos de comer y masticar, como jamón, macarrones, sopa,etc, y luego introducir carnes o bocadillos.
  • La hora de la comida no debe durar eternamente. Si tu hijo come muy lento, es mejor ponerle poca comida en el plato y que se la termine y si tiene más hambre, ponerle un poquito más. El tiempo de la comida debe transcurrir entre 20 y 45 minutos.
  • A partir de un año de edad, se debe intentar que el niño coma solo, cogiendo él mismo los cubiertos.
  • No se deben utilizar distracciones a la hora de la comida, como televisión, cuentos ni juegos y se debe establecer una rutina para comer. Es ideal comer siempre en el mismo sitio con los mismos horarios y no picar entre horas.
  • Si alguna vez el niño no quiere comer, no hay que forzarlo, ya que podría estar desganado o enfermo y puede crear rechazo a la comida.

La dieta de los primeros años es fundamental, por lo que se ha de hacer hincapié en la primera etapa para asentar una correcta alimentación en el futuro. Si no logramos ahora que nuestros hijos coman de todo, en el futuro nos será más difícil.
Hay que hacerles entender que la comida es necesaria para vivir y que también puede ser una actividad social y divertida, además de ser un momento para compartir con la familia. Si seguimos estas pautas, podemos conseguir una alimentación más sana para nuestros hijos.

Educación por etapas

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Cada etapa en el crecimiento de nuestros hijos es importante. Aquí os dejo una guía con los valores y consejos para cada etapa de nuestros hijos:

Etapa de 0 a 3 años

En la etapa de 0 a 3 años, los bebés responden muy bien a los estímulos visuales, por este motivo es muy importante utilizar el lenguaje no verbal, los gestos, para llamar su atención y hacerlos reír si es posible.

Nuestros hijos todavía no hablan fluidamente, sin embargo es de vital importancia que nos comuniquemos con ellos por medio de las palabras, para que vayan entendiendo su significado. Les debemos hablar de manera muy clara, ayudándonos de gestos si hace falta y olvidándonos de los diminutivos, de esta manera se acostumbran a escuchar las palabras bien dichas desde el principio.

Otra manera de comunicarnos con los bebés, es a través del contacto físico; con caricias, besos, cosquillas, masajes…etc. Estas acciones les darán seguridad, además de transmitirle afecto y reforzar los vínculos que tenemos con ellos. Es nuestra tarea establecer unas bases de comunicación con nuestros hijos desde la más tierna infancia.

Etapa de 3 a 6 años

En la etapa de 3 a 6 años, nuestros hijos ya hablan y dominan en mayor medida la comunicación con los demás. Es cuando empieza la etapa de los ¿porqué? Muchas veces nos preguntan ¿por qué?, no por el hecho de saber la respuesta correcta, sino para escucharnos a nosotros hablar y así poder ampliar su vocabulario. A los niños les encanta aprender palabras nuevas.

En esta etapa, debemos hablarles con claridad, darles a conocer el nombre de cada cosa, tal como es y tal como suena. De esta forma les ayudamos a utilizar el vocabulario correctamente.

Les haremos preguntas del tipo: ¿Qué has hecho en el colegio hoy?, con la finalidad de que puedan respondernos a su manera y se puedan alargan tanto como deseen en la explicación. También es conveniente habituarnos a charlar con ellos de sus propios sentimientos y de lo que pensamos nosotros.

Expresar los sentimientos y ponerle nombre a lo que le pasa es un ejercicio muy saludable para nuestros hijos, porque los ayuda a gestionar sus propias emociones.

En esta etapa es muy importante consolidar los hábitos sociales de buena educación, como son decir “buenos días o buenas tardes” al llegar a un sitio, dar las gracias o pedir las cosas por favor.

Etapa de 6 a 12 años

En la etapa de 6 a 12 años, nuestros hijos crecen, tienen muchas vivencias y les gusta que les pregunten sobre ellos y sus cosas. Por eso hace falta encontrar los momentos adecuados para hablar con ellos y saber escuchar lo que nos dicen, mostrando todo nuestro interés. Saber escuchar, hablar con franqueza, mantener una actitud positiva y mostrar empatía (es decir, ponerse en el lugar de la otra persona), son actitudes que promoverán el buen clima y el diálogo con nuestros hijos.

Es el momento para que nuestros hijos empiecen a saber utilizar los diferentes registros del lenguaje, no es lo mismo hablar con amigos o con los compañeros de clase, que con los padres, abuelos o cualquier persona adulta.

Etapa de 12 a 18 años

En esta etapa de los 12 a los 18 años, empieza la difícil etapa de la adolescencia, en la que parece que se alejen de nosotros. Se nos hace más difícil comunicarnos con ellos, nos explican menos cosas y cuando les preguntamos, no siempre contestan correctamente. Como padres, hemos de ser conscientes que en esta etapa, el grupo de amigos pasa a tener una gran influencia sobre nuestros hijos, por lo tanto, priorizarán la comunicación con ellos antes que nosotros.

Debemos establecer un diálogo con franqueza, evitando los interrogatorios del estilo de “¿con quién has estado?, ¿dónde has estado?, ¿qué has hecho?”...o “yo a tu edad ya hacía…” También debemos encontrar el momento adecuado para hablar con ellos, evitando esperarlos en la puerta y abordarlos a preguntas en cuanto llegan.

Durante esta etapa, se les educa más con hechos que con palabras, es decir, nuestros hijos se fijan más en lo que hacemos que en lo que decimos, porque nuestras acciones son también una manera de comunicarnos.

Hemos de intentar ser lo más coherentes posible entre nuestro discurso y nuestras actuaciones. Es muy importante en esta etapa que el padre y la madre compartan los mismos criterios.

Niños al aire libre

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Los niños de hoy día no tienen muchas ocasiones de disfrutar de un entorno natural (sobretodo los que viven en las ciudades), como teníamos los de mi generación. Antes teníamos más libertad, jugábamos más en la calle y teníamos mucho más contacto con la naturaleza.

Es muy importante que los niños aprendan a conocer más de cerca el origen de la vida, que salgan regularmente al aire libre o al parque y no se centren tanto en los videojuegos y otros aparatos tecnológicos.

Hay informes que reconocen las ventajas que conlleva el hecho de estar en contacto permanente con el medio natural y una de ellas es la salud, ya que las personas están más sanas, se adaptan mejor y tienen más capacidad de concentrarse en admirar los espacios verdes, cosa que les proporciona tranquilidad y un aumento en la atención en el ámbito escolar, además de reducir el estrés.

Cada día la sociedad es más consciente de que debemos cuidar el planeta y hemos de contribuir para que el mundo sea cada vez más sostenible. Una manera de hacerlo es inculcando estos valores a nuestros hijos, enseñándoles a respetar el medio ambiente, a reducir el consumo innecesario y a valorar lo que nos brinda la naturaleza.

Se ha demostrado que cuando se acondicionan zonas verdes con árboles y huertos en las escuelas, el comportamiento y los resultados académicos son mejores.

El autor del libro “Last child in the Woods”, Richard Louv, sostiene que existen un grupo de dolencias modernas a las que ha denominado “Trastorno por déficit de naturaleza”. Entre este grupo de dolencias, están la ansiedad, hiperactividad, el estrés o la depresión y todo ello puede ser provocado por la falta de contacto con un entorno natural.

Intentemos hacer un esfuerzo por nuestros hijos y por nuestro planeta dándole la importancia necesaria al hecho de cuidar y preservar la Tierra, compartiendo con ellos las diversas riquezas naturales que nos ofrece.

Nuestra generación no necesitaba consolas ni artilugios para ser feliz.

Educando a nuestros hijos

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Empiezo este blog con el ánimo de contribuir un poquito a la educación de nuestros hijos. Me preocupa ver cómo hoy día se han perdido muchos valores y educación que nuestros padres nos intentaron inculcar. Los niños de hoy día serán los hombres del mañana y en nuestras manos está el ayudarles a forjarse un futuro, a adquirir metas y enseñarles a luchar por lo que realmente quieren, sin ponérselo todo tan fácil. Hay que reconocer sus logros pero también imponerles ciertos límites, que quizás ahora no los aceptarán, pero en el futuro lo reconocerán como una ayuda para crear su personalidad y adaptarse almundo de los adultos.