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Cuando tu hijo piensa que es un estorbo

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El otro día en una clase de segundo grado, estábamos leyendo un artículo sobre la familia que trabaja en equipo y las tareas que cada miembro desempeña para ayudar dentro del hogar. Yo les preguntaba a los niños qué hacían en sus casas para ayudar a sus papás. Unos recogían su habitación, otros ayudaban a lavar los platos, otros sacaban la basura o ayudaban con la colada. Son tareas sencillas que los niños de 8 y 9 años pueden realizar sin problemas y a la vez que colaboran, aprenden a organizarse, a planificar y a sentirse útiles.

Mientras iba preguntando a los niños de la clase, un estudiante levantó la mano y me dijo: "Yo ayudo a mis padres quitándome de en medio cuando estamos en casa". Me llamó la atención esa respuesta y le pregunté ¿Cómo es eso?, ¿Cómo piensas que así les estás ayudando? El niño, muy seguro de lo que decía, me aclaró que la mejor forma de ayudar a sus papás, era desapareciendo cuando ellos estaban en casa, así no les molestaba y ellos podían dedicarse a hacer sus cosas. -Me voy a jugar videojuegos a mi cuarto o me pongo a ver la televisión yo solo, lejos de su vista, afirmó el estudiante.

Esa reflexión me produjo bastante tristeza. Pensé en cómo sería el día a día de ese niño intentando hacerse invisible para sus padres, simplemente para no molestar. Es cierto que los padres hoy en día estamos bastante ocupados, con el trabajo, las tareas de la casa, etc y que queremos disponer de nuestro tiempo para usar nuestro teléfono, redes sociales, compartir con los amigos...pero...¿no deberían ser nuestros hijos pequeños nuestra prioridad? ¿No es nuestro trabajo como padres, dedicarles tiempo, proporcionarles educación, compartir con ellos, transmitirle valores o simplemente, escucharlos? ¿Qué clase de ejemplo les estamos dando? Es triste pero cada vez es más frecuente que nuestros hijos crezcan con la tecnología como principal compañía.  Reflexionemos y dediquemos más tiempo a nuestros hijos, porque al fin y al cabo, ellos son el futuro y las personas más importantes en nuestras vidas.

Tiempo con nuestros hijos

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A día de hoy, muchos son los compromisos y obligaciones que tenemos los padres y madres hoy día, pero es necesario que nos paremos a pensar en el tiempo que pasamos con nuestros hijos. No importa tanto la cantidad, sino la calidad de ese tiempo que compartimos con ellos. Cualquier momento es bueno para demostrarles nuestro amor y lo importantes que son para nosotros.


En Educando a nuestros hijos, queremos aportar algunas pautas para aprovechar más el tiempo con nuestros hijos, para que ellos se sientan queridos y apoyados por unos padres que después del trabajo, las tareas de la casa, las compras y otras responsabilidades, nos sentimos desbordados y cansados para compartir con nuestros pequeños.

Lectura diaria: La hora de dormir es ideal para estar con nuestros hijos un ratito. Leerles un cuento por la noche refuerza los vínculos entre padres e hijos, además de ser beneficioso para el niño, pues mejoran sus aptitudes académicas, como la lectura y echan a volar su imaginación con fantasías y sueños.

Hacer de nuestro tiempo juntos una prioridad: Podemos planear actividades donde toda la familia comparte unas horas y debemos ser firmes y cumplir los planes tal como prometimos. Los niños deben sentir que son importantes para nosotros y deberíamos declinar cualquier otro plan que surja, porque ellos son nuestra prioridad.

La hora de la cena: Cenar todos juntos es la mejor forma de compartir en familia los momentos del día, la hora de conocer cómo ha ido el día para todos, hablar y comunicarse. Sería bueno no cenar viendo la televisión y dejar los teléfonos apartados aunque sea una horita. ¿Qué mejor que compartir con nuestra familia los momentos del día?

Limitar el uso de televisión y computadoras: Reconozco que es mucho más fácil para nosotros los padres, dejar que nuestros hijos vean la televisión o estén en el ordenador entretenidos con videojuegos o mirando internet, pero se debería limitar el uso de estos aparatos y no sólo a ellos, sino a nosotros los padres, porque al fin y al cabo, todo el tiempo que pasemos viendo la televisión o sentados en el ordenador, es tiempo que no estamos con ellos.  Saber dividir el tiempo para ellos y para nosotros, no es tarea fácil, pero se puede lograr.

Voluntarios en actividades: Es complicado, debido a la agitada vida laboral que tenemos los adultos, pero en la medida de lo posible, si podemos inmiscuirnos en las actividades de nuestros hijos, tales como participar como voluntarios en algún acto del colegio o asistir a sus actividades extraescolares de vez en cuando, es una buena forma de demostrarle a tus hijos que son importantes para ti.

Centrarse de forma individual: Cuando tenemos más de un hijo, sería bueno enfocarnos en cada uno de ellos de forma individual. Por ejemplo, salir un domingo con el mayor a jugar al fútbol o las chicas se pueden ir de excursión, etc. Preguntémosle qué actividad les gustaría hacer con papá o mamá y dediquésmole un día completo a cada uno de ellos.

Hacer ejercicio: Actividades deportivas o ejercicios de vez en cuando, serían muy beneficiosos para ambos. Montar en bicicleta juntos o hacer algún deporte, además de estrechar lazos es bueno para la salud de padres e hijos y una buena manera de compartir.

Si de verdad queremos pasar tiempo de calidad con nuestros hijos y no sabemos bien cómo hacerlo, seguro que nos ayudan algunas de estas pautas y el esfuerzo valdrá la pena, porque mejorará la comunicación entre nosotros, además de recompensarnos y estrechar lazos familiares.


Consejos educativos

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El otro día leía unos consejos interesantes sobre cómo podemos ayudar a nuestros hijos y me gustaría compartirlo con los lectores del blog:



Ayudamos a nuestros hijos cuando...

...los animamos a asumir ciertas responsabilidades relacionadas con el cuidado de la naturaleza, por ejemplo, dejarlos encargados de regar una planta o darle de comer a la mascota de la casa.

...les permitimos que participen en la elaboración de recetas, fomentando así los hábitos de una alimentación saludable.

...a la hora de prohibirles o pedirles algo, les explicamos el porqué, con un lenguaje adecuado a su edad. A veces nuestros hijos no obedecen, simplemente porque no han entendido bien nuestras explicaciones.

...les animamos a hacer ejercicio físico y llevar una dieta equilibrada. Así estaremos contribuyendo a que crezcan sanos. Estaría bien darles la oportunidad adecuada de practicar algún deporte si sobrecargarlos de actividades extraescolares.

...recurrimos a los cuentos y libros como fuente de aprendizaje para satisfacer su curiosidad.

...en determinadas ocasiones o situaciones conflictivas, como son las pataletas, no cedemos a sus demandas y les ponemos límites, si es necesario, sin darles ninguna explicación.

...evitamos que se expongan a situaciones peligrosas, sin protegerlos excesivamente para que no sean inseguros.

...hacemos que se sientan protegidos, pero a la vez libres de reconocer sus posibilidades y limitaciones.

...les hablamos de valores, costumbres y tradiciones, presentes en muchas actividades cotidianas. Refranes, juegos populares o cuentos tradicionales, contribuyen a su formación como personas.

Y sobretodo ayudamos a nuestros hijos si compartimos nuestro preciado tiempo con ellos.

Ahí van esos consejillos. Papás y mamás, ¡tomad nota!

Vacaciones sin niños

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El otro día leí un artículo que afirmaba que un tercio de los padres preferiría hacer sus vacaciones sin los niños. Por un lado pienso que es normal que los padres quieran tener un poco de intimidad para su vida en pareja y que a veces el viajar con niños nos limita el abanico de posibilidades para unas vacaciones exóticas o diferentes, pero por otro lado, pienso que uno de los pocos momentos que tenemos al año para disfrutar de la familia, compartir con nuestros hijos, aprender nuevas experiencias, etc, es en las vacaciones de verano, y si tenemos la posibilidad de compartir estos momentos con ellos, deberíamos aprovecharlos, porque luego ellos abandonarán el nido y desearemos haber compartido más con ellos en su momento.


Hay hoteles, restaurantes y cada vez un mayor número de establecimientos en las que los niños "están prohibidos". Recuerdo una vez que buscaba alojamiento en un país de América y había una cantidad significativa de hoteles que colgaban sus carteles "NIÑOS NO". Incluso existen líneas aéreas que empiezan a plantearse trayectos largos sin niños.

Es una realidad que a muchas personas les molestan los niños y preferirían estar más tranquilos en sus vuelos o cenando en un restaurante, pero yo creo que más que molestarles los niños, lo que les molesta en realidad son los niños maleducados. Nos corresponde a los padres educar a nuestros hijos para que sepan comportarse en lugares públicos. Considero que es perfectamente compatible ir a comer con los niños a un restaurante sin molestar a los demás comensales. Es verdad que hay niños muy inquietos o que algún día pueden tener una pataleta en público, pero eso no es motivo para privarnos de realizar ciertas actividades con ellos, simplemente, vuelvo a recalcar, debemos educarlos, intentar hacerles comprender que hay sitios en los que deben comportarse adecuadamente y así podremos compartir con ellos la deliciosa experiencia de viajar y descubrir nuevas culturas.

Cuéntame un cuento

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Los cuentos son una fuente inagotable de recursos para educar y enseñar a nuestros hijos y tienen un valor muy importante durante la etapa infantil porque además de contribuir al desarrollo de sus capacidades en los diferentes ámbitos, también favorecen el desarrollo cognitivo y de la lógica infantil.

Los niños quieren saber y descubrir cosas nuevas. Podemos valernos de los cuentos para explicar situaciones en los que ellos se vean reflejados, o enseñarles los diferentes valores o moralejas, a la vez que se divierten y echan a volar su imaginación.

Si les leemos un cuento cada día, estaremos estimulando su capacidad de expresión y además enriquecemos su vocabulario. Si el niño o niña es muy pequeño, es muy probable que también sientan curiosidad por aprender las letras, que ellos ven como signos indescifrables.

También podemos inventarnos cuentos con diferentes personajes que se enfrentan a problemas de la vida real y a la vez enseñarles a resolver algunos de los conflictos con los que se enfrentarán a lo largo de sus vidas, intentando darles soluciones positivas mientras les transmitimos seguridad a través del cuento.

Para los niños, escuchar un cuento, también es un gran momento para captar su atención. En ese momento, ellos sienten la emoción de las historias y la comparten en silencio, esperando ver cómo se desarrolla el final.

Es muy importante darles ejemplo, que nos vean leer e incitarles a que ellos adquieran hábitos lectores y poco a poco lo tomen como algo habitual. Una buena idea es llevarlos a la biblioteca y enseñarle los diferentes tipos de cuentos para su edad y allí pueden desarrollar el gusto por la lectura y adquirir el hábito.

A los 3 años ya se puede puede empezar a contarles cuentos no demasiado largos y con historias sencillas, pues todavía su capacidad de atención no está desarrollada del todo. Debemos intentar no introducir elementos de miedo o inquietud ni ponerle demasiados personajes al cuento, para que lo pueda seguir con facilidad.

Sobre los 4 años, los niños tienen una imaginación y fantasía desbordante, por lo cual, es adecuado contarles historias de personajes fantásticos, objetos extraños que hablan o ciudades encantadas.

Sin embargo, a partir de los 5 años, el niño ya prefiere historias con mayor realismo, por lo que es mejor introducir personajes reales, niños con los que pueda identificarse y es un buen momento para introducir valores, ampliar la duración de los cuentos y el vocabulario, intentando no cansarlos demasiado.

En próximos artículos, hablaremos sobre los diferentes tipos de cuentos y los más adecuados para cada edad.

La pereza: gran enemiga de nuestros hijos

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Hoy en día las cosas se nos han facilitado en gran medida, en relación a hace unas décadas. Antes tenías que levantarte del sofá si querías cambiar de canal, buscar en enciclopedias si querías saber información sobre algún tema, o esperar pacientemente si querías un vaso de leche caliente, a que se calentara al fuego.
En la era de internet, microondas, mandos a distancia, etc, todo eso ha desaparecido. Nuestros hijos han crecido con comodidades que para ellos son imprescindibles y totalmente normales. Han crecido teniéndolo todo en sus manos sin el menor esfuerzo. Cada vez, los jóvenes son más perezosos, practican menos deporte y son más acomodados. Todas estas ventajas que nos han facilitado la vida, pueden convertirse en malos hábitos, creando efectos negativos en nuestros hijos.




Los jóvenes lo quieren todo rápido, sin el menor esfuerzo. No valoran el esfuerzo del trabajo porque lo tienen todo y no conocen la importancia de la perseverancia para lograr un objetivo. Evidentemente no todos los jóvenes son así, pero la gran mayoría se ha adaptado a tenerlo todo fácil y rápido. Si queremos que esto no suceda, debemos enseñarles e inculcarles el espíritu de esfuerzo y perseverancia para que tengan éxito en la vida.
Aquí os dejo algunos consejos para llevar a cabo esta enseñanza.
  • No les demos todo lo que nos piden. Hay que saber decirles que no y enseñarles a esforzarse por conseguir las cosas.
  • Debemos reducir su tiempo de televisión y videoconsolas y sustituirlo por el deporte y la lectura. No es sano pasar todas las tardes en un sofá viendo la televisión.
  • No hagamos las cosas por ellos. Aunque les cueste, les podemos orientar, siempre de forma adecuada a su edad, pero debemos dejar que ellos se esfuercen por vestirse solos, comer solos y hacer sus tareas sin que se las hagamos nosotros.
  • Enseñemos a nuestros hijos a ahorrar. Les podemos dar una pequeña cantidad semanalmente, pero haciéndolos responsables de sus gastos y la administración de ese dinero para sus cosas.
  • No ordenemos su habitación siempre. Hay que acostumbrarlos a que colaboren en las tareas de la casa como ordenar su cuarto, poner la mesa, ayudar en la limpieza, etc.
Muchos padres dirán que es muy fácil aconsejar estas premisas pero que no son tan fáciles de llevar a cabo. Es verdad, estoy de acuerdo pues yo tengo dos hijos pequeños también, pero el consejo es saber mantenernos firmes. Si no cumple con sus tareas, les asignamos más tareas a cumplir y hasta que no las hagan, no pueden tener su rato de ocio. Si nos mantenemos firmes y cumplimos esto, pronto veremos los resultados.

Juegos para niños de 1 a 3 años

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Es muy importante que los niños jueguen. Hoy en día, estamos tan ocupados con nuestras tareas cotidianas, que a veces nos olvidamos de jugar con nuestros hijos y no me refiero a las consolas, sino a juegos al aire libre, juegos de mesa o juegos en familia. Es necesario que los padres nos impliquemos en los juegos con nuestros hijos, de la manera adecuada. Con los juegos, los niños aprenden de sus errores, aprenden a equivocarse y rectificar, además de estimular la imaginación y el saber compartir.

Los bebés también juegan

Es muy importante el período de 0 a 6 años, ya que es cuando se desarrolla el 90% del cerebro y todos los circuitos necesarios para el aprendizaje del niño. Aunque parece que el bebé no se interrelaciona para jugar, los padres debemos incitarlos a que practiquen ciertos juegos con nosotros, siempre dentro de sus limitaciones, claro. Debemos estar muy implicados y ofrecerles todo tipo de actividades, ya que en esta edad se desarrollan las capacidades sensitivas, motoras, emocionales, del lenguaje, afectivas, etc. En esta edad es primordial la repetición del juego, ya que tras varias repeticiones es cuando se crearán los aprendizajes adecuados para que el bebé pase a la segunda fase.


Aquí os dejamos algunos ejemplos de juegos para los niños de 1 a 3 años

Juego: La magia del agua

Para este juego se necesitan esponjas, corchos y objetos que floten y un cubo lleno de agua.

Se ponen esponjas y corchos en un cubo con agua, para que los bebés experimenten con los conceptos de flotar, hundirse y el movimiento. Se puede soplar con unos sorbetes y ver qué pasa con los corchos.

Juego: Guerra de bolas de papel

Este juego se puede hacer en grupos. Se separan dos grupos de niños y se traza una línea en medio. Se hacen bolas de papel de periódico o similar y y se pone una canción. Cuando empieza la música, se tiran las bolas de papel y cuando finalice la canción, gana el grupo que menos bolas de papel tenga en su territorio.

Juego: El vuelo de las plumas

Para este juego es necesario tener plumas de varios colores.

Se lanzan las plumas de colores hacia arriba y se mira cómo vuelan y bajan, intentando cogerlas al caer. Así se empieza a entender el concepto de causa y efecto, además de ser muy divertido para los bebés. Se puede intentar soplarlas y lanzarlas de nuevo para que ellos las cojan otra vez.

En breve publicaremos un artículo con juegos para niños más mayores. Así que ya sabéis, hay opciones para practicar alguna de estas propuestas con nuestros hijos.