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La televisión y los niños

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Es cierto que los padres fuimos niños y disfrutábamos muchísimo la televisión, pero hoy en día, muchos niños se pasan un montón de horas frente a la televisión y es nuestro deber controlar el uso de este medio, debido a que los programas televisivos influyen muchísimo en los valores y la percepción del mundo de nuestros hijos.



Si bien la televisión nos trae información, emoción y nos acompaña, a veces nos ocupa demasiado tiempo. Teniendo en cuenta que la programación para los niños a veces es escasa o trae contenidos violentos o de poco contenido cultural, los padres debemos tener cuidado con el consumo televisivo. 

Los niños que ven mucho la televisión, tienden a identificarse con los personajes ficticios que ven, ya sean de las series o los dibujos animados y a veces imitan sus modales, palabras, gestos o vestimentas que a menudo son de mala calidad. También es frecuente que los niños muy impresionables, se dejen llevar y expresen la agresividad de los personajes que ven en la televisión o tengan pesadillas por la noche.

La televisión en sí no es mala, pero los padres podemos ayudar a nuestros hijos a que vean la televisión de forma positiva y establecer normas para evitar la aparición de problemas derivados de un número excesivo de horas frente al televisor. Entre las consecuencias de permanecer muchas horas viendo la televisión está la adopción de malas posturas corporales (los niños acostumbran a verla mal sentados desde el sofá o la silla), fomenta el consumismo, ya que presenta los bienes materiales como valores supremos, induce al individualismo, produce cansancio visual, disminuye el tiempo de nuestros hijos en actividades mucho más importante como el deporte, la lectura, el juego o el ejercicio físico. Es cierto que la televisión tiene programas educativos y lúdicos, por lo que puede desempeñar un papel importante en la vida de nuestros hijos y que los niños vean un rato la televisión no es un delito, además debemos reconocer que la televisión es una realidad cotidiana que no puede ser suprimida porque forma parte de un mundo que los niños deben conocer.

He aquí algunas pautas para que la televisión sea un entretenimiento y una forma educativa de disfrutar de ella:

Deberíamos decidir o pactar el tiempo que los niños dedican a ver la televisión. Una hora diaria o dos los fines de semana sería lo ideal, sin embargo debemos esperar a que finalice el programa que están viendo para apagarla. Los adultos que acompañan al niño deberían predicar con el ejemplo y también limitar su tiempo frente al televisor cuando estén con ellos.

Debemos seleccionar los programas convenientes para nuestros hijos y conocer la programación, además de intentar acompañarles compartiendo sus inquietudes y enseñándoles a desarrollar su sentido crítico.

Debemos intentar que la televisión esté apagada la mayor parte del día y no permitir que la vida familiar gire en torno a la pequeña pantalla. La televisión no puede convertirse en el principal acompañante en el proceso de crianza.

También es recomendable intentar enseñarle a nuestros hijos películas clásicas infantiles o programas educativos y no permitir que ellos tengan el control sobre lo que se ve en casa.

Los padres debemos proporcionar alternativas a nuestros hijos, no sustituir nuestra ausencia con la televisión. Debemos compartir con ellos más juegos, más actividades al aire libre, paseos, visitas a museos, al circo, al cine o practicar deportes que también nos divierten y nos entretienen.

Por último quiero recordar que es imposible que nuestros hijos utilicen la televisión de forma adecuada si nosotros no damos el ejemplo y lo primero que hacemos cuando llegamos a casa, es encender el televisor.