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Las buenas palabras

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No es muy común escuchar en los niños hoy en día las palabras "Buenos días", "por favor" o "gracias" en su vocabulario cotidiano. Al menos en el entorno de mi hijo de 5 años, es raro oirlos utilizar estas palabras en su vocabulario habitual. 


En mi caso, intento inculcarles a mis hijos de 5 y 3 años, estas normas de educación que son básicas. No quiero presumir de que mis hijos son los mejores educados, porque no lo son y porque cada vez tengo que recordarles con la típica frase..."¿Cómo se dice? para que ellos contesten: "Graciaaaas", pero pienso que a base de constancia e insistencia, lograré que en algún momento de sus vidas lo digan como algo natural.

Y como yo, muchos padres harán lo mismo, pero muchos otros se piensan que la educación es tarea del centro escolar, como si la cosa no fuera con ellos. "Bastante pago para que los eduquen en el colegio"...he oído decir en algún momento. Me parece increíble que aún hoy en día, muchos padres releguen la educación de sus hijos a un segundo plano. Nosotros los padres somos su ejemplo a seguir y ellos repetirán lo que nos vean hacer y decir.

En una reunión con la profesora de mi hijo, me contaba una anécdota en la que un niño de su clase (de 5 años de edad), no podía decir una frase completa si incluir palabrotas en ella. Al final del curso, la maestra habló con la madre y le dijo: "Ay mamá, ¿cómo podríamos hacer para evitar que tu hijo hable con ese vocabulario?", y la madre le contestó: "¡Pues no lo sé, porque el muy cabrón, en casa no hace eso!" Sólo con esa frase, la profesora pudo ver el ejemplo que el niño tenía en casa.

Para evitar estas situaciones, debemos explicarles a los niños que esas palabras son irrespetuosas, que ofenden y no son agradables. Lo que no debemos hacer es reírnos cuando dicen palabrotas ni darle excesiva importancia, para que vean que no causan ningún efecto y poco a poco se olviden.

Hay situaciones en la que a los padres se nos escapan algunas de estas palabras delante de nuestros hijos y es completamente normal, porque a veces hay situaciones en la que nos sale de forma natural, pero esa forma de hablar no debe ser habitual y nosotros somos los primeros que debemos intentar evitarlas y además enseñarles las palabras de agradecimiento y de cortesía que tan necesarias son hoy en día en los jóvenes. 

La familia es la base de la educación y nuestro compromiso es educarles de la mejor manera posible para que en el futuro sean mejores personas.

Juegos de verano para niños

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Ahora que llega el verano, a los niños les gusta disfrutar del aire libre y nosotros los padres podemos entretenerlos y organizar juegos para que se diviertan. Hoy les proponemos algunos juegos para practicar en grupo, ya sea con los amigos o en algún cumpleaños.



La Mosca ciega

Para jugar este juego, se necesitan varios pañuelos (tantos como jugadores hayan) y una campanita.

El juego es al revés que la gallinita ciega, ya que se trata de que un niño se ponga la campanilla en una mano y la vaya agitando, mientras los demás, con los ojos vendados, tienen que seguir el sonido e intentar capturar a la mosca. Este juego sirve para afinar la sensación auditiva a distancia y es muy divertido.

El juego de la pelota fija

Para este juego es necesario una pelota y es ideal estar en un espacio exterior bastante amplio. Pueden participar muchos jugadores.

Los niños hacen un círculo y en medio se pone un jugador con la pelota. Éste la lanza al aire, lo suficientemente alta para dar 3 palmadas y luego cogerla, sin dejar que toque el suelo. Mientras la pelota está en el aire, los que están en el círculo, deben alejarse corriendo. 

Cuando el jugador del centro vuelve a coger la pelota, grita: "¡Pelota fija!" y todos los demás deben quedarse quietos. El jugador del centro, debe tirar la pelota para darle a uno de los otros niños y éstos no pueden mover los pies, sólo el cuerpo para esquivarla. 

Si golpea a alguien con la pelota, todos los demás escapan de nuevo y el que la ha tirado, también se aleja corriendo. El niño o niña al que han golpeado, esta vez debe lanzar la pelota al aire y hacer lo mismo que al principio.

Si la pelota no le da a nadie, el jugador del centro que la había tirado, tiene que ir corriendo a buscarla y repetir todo lo anterior, intentando mejorar su puntería.

Las verduras del huerto

Para este juego pueden participar varios jugadores. Se trata de nombrar un cocinero o cocinera y a cada niño se le da el nombre de una verdura. Se ha de señalar un árbol o un punto de meta. Cuando el cocinero dice: Voy a cocinar una sopa con...¡Apio y zanahoria! Los niños que han sido nombrados apio y zanahoria, deben salir corriendo hasta la meta. Si el cocinero no los pilla, se libran de estar en la sopa, pero si son pillados...¡serán cocidos en el puchero para hacer una deliciosa sopa!

Esperamos que pongáis en práctica alguno de estos juegos para niños de entre 4 y 8 años y próximamente iremos dando más ideas para que nuestros hijos disfruten jugando y a la vez adquieran habilidades mientras se divierten.

El diario de mis hijos

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Hace un tiempo se me ocurrió la idea de hacer un diario sobre los mejores momentos de la vida de mis hijos. Hace dos años que empecé esta aventura y durante este largo tiempo, llevo más de 40 páginas dedicadas a ellos, a sus vivencias, a sus anécdotas divertidas y curiosas, a sus progresos a sus fracasos...etc.

Ahora mis hijos tienen 3 y 5 años y la idea es encuadernarlo y regalarles esta recopilación sobre sus vidas cuando tengan 18 años, o 15 o cuando considere que es el momento apropiado.

Lo comenté con una amiga y me dijo que era muy buena idea. Ella había tenido 5 hermanos y dice que su madre se hacía un lío cada vez que les explicaba alguna anécdota curiosa, pues nunca se acordaba de cuál de los hermanos fue el protagonista o cómo sucedió realmente.


Es realmente difícil encontrar un hueco en esta vida tan agitada que llevamos para escribir y anotar las cosas importantes, pero personalmente invito a los padres a buscar un momentito (no se trata de escribir cada día, sino momentos puntuales en los que suceda algo digno de ser anotado) y dejar constancia de esos momentos dulces o amargos que nuestros hijos han protagonizado...aquel comentario gracioso que soltó un día, aquella vez que se partió la boca, las sensaciones que tuvo el día que ganó un premio, los mejores amigos de cada época, aquella profesora tan encantadora que tuvo en un curso... en fin que hay infinidad de momentos dignos de ser recordados y que a veces se difuminan en nuestro recuerdo, pasando al olvido con el tiempo.

Tanto para nosotros los padres, como para los hijos, al repasar ese diario recordaremos esas vivencias y sonreiremos o nos estremeceremos con las alegrías y pruebas que nuestros hijos han superado a lo largo de sus vidas y para ellos será muy especial cuando sean mayores, pues les daremos mucha información ayudará a descubrir el por qué de su personalidad y a recordar su infancia desde el punto de vista de sus padres.

Animo a los padres a que tomen la idea. Yo pensé que me duraría poco tiempo la iniciativa, pero ya llevo dos años escribiendo y ahora cada vez que les sucede algo, lo primero que pienso es: ¡esto tengo que escribirlo en el diario!

El primer trabajo de los jóvenes

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Hoy en día existe en España la generación de jóvenes mejor formados de la historia. Muchos tienen idiomas, han terminado una carrera o han hecho algún máster al finalizar los estudios. Esta generación ha crecido en un entorno más permisivo y liberal que las anteriores y por ende, su forma de enfrentarse al mundo laboral y ejercer responsabilidades es diferente.

La crisis ha cambiado la relación laboral. Hoy en día es muy difícil conseguir un trabajo, por más cualificados que estén y muchos jóvenes sin experiencia laboral, acceden al primer trabajo (si tienen suerte) por debajo de su calificación profesional.

 Quizás es cierto que la juventud no adquiere un alto nivel de compromiso con la empresa, como hacían sus progenitores. Por ejemplo antes se le daba más valor a la presencialidad que a la calidad del trabajo, pero los jóvenes de hoy no están dispuestos a pasarse horas y horas en la oficina para demostrar su compromiso. Las empresas también deberían cambiar su forma de pensar, ya que estamos en la zona más baja en cuanto a productividad en Europa, a pesar de esa mentalidad.

Según Ignacio Megías, un investigador social, los jóvenes que acceden al mundo laboral son fruto de la educación que tienen, que viene marcada por los adultos, que les han primado en todos los valores que se asocian con lo juvenil. Muchos jóvenes se sienten seguros, modernos e inteligentes y acceden con cierto descaro al mundo laboral, pero deben adaptarse a seguir las reglas como los demás, a hacer esfuerzos para adaptarse, tomando iniciativas, siendo responsables y sobretodo respetando a los compañeros y superiores.

Nuestro deber como padres es aconsejarles y motivarles aunque el panorama sea desolador. Debemos alentarlos a que se formen, sí, pero también a que apliquen los valores mencionados anteriormente, fruto de nuestra educación. Por eso es necesario enseñarles desde pequeños a esforzarse por conseguir las cosas, a respetar a los demás, a ser tolerantes y pacientes para afrontar una situación grave en la crisis actual.

Antes era muy común que alguien entrara en una empresa y se jubilara allí. Ahora existe más rotación, más temporalidad. Los jóvenes de hoy día se sienten menos identificados con la empresa, pues a veces piensan que éstas no se identifica con ellos de la misma manera. Muchos jóvenes tienen buenas ideas e iniciativas que a veces ven frustradas por los que llevan muchos años y han hecho las cosas siempre de la misma manera, pero la sociedad cambia muy rápido y nuestros hijos deben aprender a defender sus ideas y darse a valorar, mientras las empresas deberían darle más oportunidad y escuchar las nuevas ideas.

Anteriormente se había creado la imagen de que si tienes buena formación, idiomas y movilidad laboral, podías acceder a cualquier empresa, pero esta situación ha cambiado.

Muchos jóvenes quieren trabajar; nuestros hijos quieren que les den una oportunidad en el mundo laboral y para ello necesitan que los padres les guiemos y les enseñemos valores como tenacidad, respeto y tolerancia, además de alentarles a autosuperarse para enfrentar obstáculos y hacer su trabajo cada día mejor.