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TDAH

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Hace unos días, en mi trabajo, una madre de gemelas comentó que sus hijas tienen TDAH y que toman medicación para tratarse. Hasta ese momento, no me había fijado en esas siglas, pero desde entonces, lo he escuchado en varias ocasiones y me puse a investigar sobre ello.

El TDAH cuyas siglas significan Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad es un trastorno de conducta en el que intervienen factores genéticos y ambientales cuyo diagnóstico se realiza sobre los 7 años de edad aunque a veces nos damos cuenta un poco antes de los síntomas, tales como la manifestación de un aumento de la impulsividad, la actividad física o dificultad para mantener la atención en alguna actividad durante un periodo de tiempo continuado. En algunos casos, hay niños con problemas de autoestima debidos a los síntomas propios del TDAH , que los padres no suelen asociar a este trastorno. Es posible que el trastorno del TDAH se se asocie con frecuencia a otros problemas y se aprecien las consecuencias en diferentes ambientes de la vida del niño, tanto en el ambiente escolar, como en las relaciones interpersonales tanto con la familia, como con otros niños y con sus educadores, siendo estas interrelaciones clave en el desarrollo del niño.

Me pareció curioso, en el caso de mi compañera, que sus dos hijas gemelas padecieran el mismo trastorno. Ella comentaba que tomaban un tratamiento homeopático que les iba bastante bien y les ayudaba a concentrarse un poco más.

Hay algunas familias con varios hijos y uno de ellos padece este trastorno. Muchos padres se cuestionan esta duda ¿qué pasa con los hermanos de un chico con TDAH? Desde el hospital Gregorio Marañón de Madrid, responden que la familia es un grupo que debe estar cohesionado para que funcione mejor. Los niños deben tener una alta autoestima familiar y cada miembro de la familia debe tener su función, además de entender que en algún momento un miembro de la familia puede necesitar más atención que otro. Para ello hay que establecer ciertas normas claras que partan del respeto de los demás. Hay que explicar a los hermanos de un niño con TDAH que a veces su comportamiento puede ser impulsivo, que no siempre se organiza bien y a veces puede invadir el terreno de otro miembro familiar. Es muy importante darles información clara para que comprendan a un nivel adecuado.

“Generalmente se piensa que tener un hermano con TDAH es un problema, pero si se sabe reconducir la situación, incluso te puede hacer mejor persona, ya que te vuelve más tolerante y facilita la empatía hacia los demás.”
Finalmente recomiendan las siguientes pautas para niños con hermanos con TDAH:
  • Hacerle comprender que tienen un hermano hiperactivo, que a veces resulta engorroso, pero a veces es muy divertido.
  • Señalarle las ventajas de esta situación: al tener un hermano que requiere más la atención, los padres están más distraídos y facilita la autonomía e independencia del otro hermano.
  • Inculcarles el sentimiento de ayuda, ya que cuando él mismo necesite ayuda, también los demás estarán por él.
Generalmente los primeros problemas se manifiestan sobre los 2 o 3 años, pero el diagnóstico se suele hacer sobre los 6 o 7 años. El Parlamento Europeo ha creado una guía online, elaborada por un comité de médicos, profesores y padres de niños afectados para facilitar información y servir de ayuda a las familias. La guía está disponible en español en la página www.tdahytu.es .

Esta guía consta de 5 libros digitales en las que explican lo que es el TDAH, sus primeros síntomas, ofrecen consejos a padres y profesores y ayuda a estos últimos a imponer disciplina y crear hábitos de estudio. También explica cómo desarrollar actividades para la vida del niño, así como a desarrollar su autoestima y cuidar las amistades. Por último, ofrecen una serie de links, guías y direcciones útiles para tratar este tema.

En España, existe un protocolo de actuación en la Región de Murcia y actualmente se está implantando en Canarias y Castilla y León con éxito. Este protocolo permite a los padres ser informados por el gabinete psicopedagógico del colegio o el pediatra y se realizan reuniones de coordinación entre las áreas de educación y sanitarias para acortar los plazos de diagnóstico.

Educación por etapas

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Cada etapa en el crecimiento de nuestros hijos es importante. Aquí os dejo una guía con los valores y consejos para cada etapa de nuestros hijos:

Etapa de 0 a 3 años

En la etapa de 0 a 3 años, los bebés responden muy bien a los estímulos visuales, por este motivo es muy importante utilizar el lenguaje no verbal, los gestos, para llamar su atención y hacerlos reír si es posible.

Nuestros hijos todavía no hablan fluidamente, sin embargo es de vital importancia que nos comuniquemos con ellos por medio de las palabras, para que vayan entendiendo su significado. Les debemos hablar de manera muy clara, ayudándonos de gestos si hace falta y olvidándonos de los diminutivos, de esta manera se acostumbran a escuchar las palabras bien dichas desde el principio.

Otra manera de comunicarnos con los bebés, es a través del contacto físico; con caricias, besos, cosquillas, masajes…etc. Estas acciones les darán seguridad, además de transmitirle afecto y reforzar los vínculos que tenemos con ellos. Es nuestra tarea establecer unas bases de comunicación con nuestros hijos desde la más tierna infancia.

Etapa de 3 a 6 años

En la etapa de 3 a 6 años, nuestros hijos ya hablan y dominan en mayor medida la comunicación con los demás. Es cuando empieza la etapa de los ¿porqué? Muchas veces nos preguntan ¿por qué?, no por el hecho de saber la respuesta correcta, sino para escucharnos a nosotros hablar y así poder ampliar su vocabulario. A los niños les encanta aprender palabras nuevas.

En esta etapa, debemos hablarles con claridad, darles a conocer el nombre de cada cosa, tal como es y tal como suena. De esta forma les ayudamos a utilizar el vocabulario correctamente.

Les haremos preguntas del tipo: ¿Qué has hecho en el colegio hoy?, con la finalidad de que puedan respondernos a su manera y se puedan alargan tanto como deseen en la explicación. También es conveniente habituarnos a charlar con ellos de sus propios sentimientos y de lo que pensamos nosotros.

Expresar los sentimientos y ponerle nombre a lo que le pasa es un ejercicio muy saludable para nuestros hijos, porque los ayuda a gestionar sus propias emociones.

En esta etapa es muy importante consolidar los hábitos sociales de buena educación, como son decir “buenos días o buenas tardes” al llegar a un sitio, dar las gracias o pedir las cosas por favor.

Etapa de 6 a 12 años

En la etapa de 6 a 12 años, nuestros hijos crecen, tienen muchas vivencias y les gusta que les pregunten sobre ellos y sus cosas. Por eso hace falta encontrar los momentos adecuados para hablar con ellos y saber escuchar lo que nos dicen, mostrando todo nuestro interés. Saber escuchar, hablar con franqueza, mantener una actitud positiva y mostrar empatía (es decir, ponerse en el lugar de la otra persona), son actitudes que promoverán el buen clima y el diálogo con nuestros hijos.

Es el momento para que nuestros hijos empiecen a saber utilizar los diferentes registros del lenguaje, no es lo mismo hablar con amigos o con los compañeros de clase, que con los padres, abuelos o cualquier persona adulta.

Etapa de 12 a 18 años

En esta etapa de los 12 a los 18 años, empieza la difícil etapa de la adolescencia, en la que parece que se alejen de nosotros. Se nos hace más difícil comunicarnos con ellos, nos explican menos cosas y cuando les preguntamos, no siempre contestan correctamente. Como padres, hemos de ser conscientes que en esta etapa, el grupo de amigos pasa a tener una gran influencia sobre nuestros hijos, por lo tanto, priorizarán la comunicación con ellos antes que nosotros.

Debemos establecer un diálogo con franqueza, evitando los interrogatorios del estilo de “¿con quién has estado?, ¿dónde has estado?, ¿qué has hecho?”...o “yo a tu edad ya hacía…” También debemos encontrar el momento adecuado para hablar con ellos, evitando esperarlos en la puerta y abordarlos a preguntas en cuanto llegan.

Durante esta etapa, se les educa más con hechos que con palabras, es decir, nuestros hijos se fijan más en lo que hacemos que en lo que decimos, porque nuestras acciones son también una manera de comunicarnos.

Hemos de intentar ser lo más coherentes posible entre nuestro discurso y nuestras actuaciones. Es muy importante en esta etapa que el padre y la madre compartan los mismos criterios.

Decálogo para la educación

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Estuve leyendo en la página de la Generalitat de Catalunya, un decálogo para ayudar con la difícil tarea de educar a los hijos. Aquí os lo dejo, unos simples consejos para ayudarnos en la educación:

  1. Somos un modelo positivo para nuestros hijos y para nosotros mismos.
  2. Los padres y madres, deberíamos procurar compartir los mismos criterios respecto a la educación de nuestros hijos y ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos.
  3. Educamos nuestros hijos para que sea responsable de sus acciones.
  4. Ayudemos a nuestros hijos a tomar decisiones a corto y largo plazo, a aprender de los errores y a aceptar sin reservas, sus equivocaciones, limitaciones y frustraciones.
  5. Nos interesamos por las relaciones que nuestros hijos tienen con sus compañeros y con los adultos con los que está en contacto.
  6. Procuraremos encontrar el momento oportuno para hablar con nuestros hijos y para escucharlos, manteniendo una actitud comprensiva y positiva, pero también firme y con criterios claros.
  7. Nos aseguraremos  de que nuestros hijos hayan desayunado cuando salgan de casa y se lleven alimentos a la escuela.
  8. Nos aseguraremos que nuestros hijos duerman las horas necesarias para su edad, estableciendo los horarios adecuados.
  9. Procuraremos que nuestro hijo participe en actividades de compromiso cívico.
  10. Estaremos al tanto de lo que nuestro hijo ve en televisión, internet y si hace falta, los orientaremos.

Pues ahí va eso; no es fácil, pero siempre se puede intentar seguir estas normas básicas para el buen funcionamiento de las relaciones padres-hijos y su educación. Próximamente os pasaremos otros decálogos interesantes.

Niños al aire libre

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Los niños de hoy día no tienen muchas ocasiones de disfrutar de un entorno natural (sobretodo los que viven en las ciudades), como teníamos los de mi generación. Antes teníamos más libertad, jugábamos más en la calle y teníamos mucho más contacto con la naturaleza.

Es muy importante que los niños aprendan a conocer más de cerca el origen de la vida, que salgan regularmente al aire libre o al parque y no se centren tanto en los videojuegos y otros aparatos tecnológicos.

Hay informes que reconocen las ventajas que conlleva el hecho de estar en contacto permanente con el medio natural y una de ellas es la salud, ya que las personas están más sanas, se adaptan mejor y tienen más capacidad de concentrarse en admirar los espacios verdes, cosa que les proporciona tranquilidad y un aumento en la atención en el ámbito escolar, además de reducir el estrés.

Cada día la sociedad es más consciente de que debemos cuidar el planeta y hemos de contribuir para que el mundo sea cada vez más sostenible. Una manera de hacerlo es inculcando estos valores a nuestros hijos, enseñándoles a respetar el medio ambiente, a reducir el consumo innecesario y a valorar lo que nos brinda la naturaleza.

Se ha demostrado que cuando se acondicionan zonas verdes con árboles y huertos en las escuelas, el comportamiento y los resultados académicos son mejores.

El autor del libro “Last child in the Woods”, Richard Louv, sostiene que existen un grupo de dolencias modernas a las que ha denominado “Trastorno por déficit de naturaleza”. Entre este grupo de dolencias, están la ansiedad, hiperactividad, el estrés o la depresión y todo ello puede ser provocado por la falta de contacto con un entorno natural.

Intentemos hacer un esfuerzo por nuestros hijos y por nuestro planeta dándole la importancia necesaria al hecho de cuidar y preservar la Tierra, compartiendo con ellos las diversas riquezas naturales que nos ofrece.

Nuestra generación no necesitaba consolas ni artilugios para ser feliz.

Violencia en las aulas

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Leo un artículo en el periódico 20 Minutos sobre el aumento de la violencia en las clases de primaria y me preocupa que se haya llegado a esta situación.  Decía el artículo, que según el informe del Defensor del Profesor en Catalunya, los estudiantes tienen cada vez más actitudes violentas y provocadoras con sus profesores.

Para empezar, pienso que el hecho de que exista la figura del “Defensor del profesor” ya es una mala señal. En mi caso pertenezco a la generación de los 70 y en mis años de estudiante existía un respeto a los profesores, que era incuestionable. Era una figura a la que debíamos mostrar respeto y era todo un referente para nosotros. Los alumnos nos dirigíamos con educación incluso les hablábamos de usted y no necesariamente estábamos intimidados por ellos. En mi época escolar no hubo castigos físicos, por lo menos en el colegio en el que estudié, pero nadie osaba cuestionar al profesor y sus métodos para enseñar. Cuando llegaba el profesor nos poníamos de pie en señal de respeto, levantábamos la mano para preguntar algo y hasta que no nos daban permiso no nos atrevíamos a hablar y ni se nos pasaba por la cabeza insultar a un maestro. Evidentemente no todos los colegios serían igual, todo depende de la zona, del colegio, del barrio, etc., pero de todas formas hoy día todo ha cambiado bastante.

Dice el artículo que este incremento de la violencia está motivado por el bombardeo audiovisual que reciben los jóvenes, los videojuegos, las películas violentas, etc., que les transmiten una mala influencia, pero yo creo que ese motivo es sólo uno más añadido a la poca educación que enseñamos a nuestros hijos, defendiendo algunas veces a nuestro retoño antes que al profesor. En mi época lo que decía el profesor iba a misa, los padres acataban el castigo (ya fuera estar una tarde haciendo operaciones matemáticas, escribiendo mil veces la misma frase o castigado en un rincón), pero las cosas han cambiado y deberíamos preguntarnos ¿por qué?, ¿qué podemos hacer para volver a instaurar ese respeto

No me extraña que muchos profesores se sientan indefensos e intimidados y terminen con depresión; creo que nos corresponde a los padres intentar encontrar una solución para educar a los hijos en conjunto y formarlos en una sociedad mejor.

El niño

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El otro día, en una reunión de la guardería de mi hija, nos hicieron reflexionar con un cuento de Helen Buckley titulado “Un niño”.

El poema es el siguiente:

“Una vez un niño fue a la escuela.
El niño era bien pequeño.
la escuela era bien grande.
Pero cuando el niño vio
que podía caminar hacia el salón
desde la puerta de la calle
se sintió feliz
y la escuela
ya no le pareció tan grande como antes.

Poco tiempo después, una mañana
la maestra dijo:
- Hoy vamos a hacer un dibujo -
- Bien – pensó el niño, porque le gustaba dibujar
Y podía hacer todas esas cosas:
Leones y tigres,
gallinas y vacas
trenes y barcos.
Así que tomó su caja de lápices de colores
Y se puso a dibujar.

Pero la maestra dijo:
- ¡Esperen! ¡Todavía no es hora de comenzar!
Y el niño esperó hasta que todos estuvieran listos
- Ahora, dijo la maestra, hoy vamos a dibujar flores
- ¡Qué bien! Pensó el niño,
Porque a él le gustaba dibujar flores.
Y comenzó a dibujar flores muy bonitas
con su lápiz rosa, naranja, y azul…
Pero la maestra interrumpió y dijo:
- ¡Esperen! Yo les mostraré cómo hay que hacerlas
- ¡Así! dijo la maestra
dibujando una flor roja con el tallo verde
- ¡Ahora sí! Dijo la maestra
- Ahora pueden comenzar.
El niño miró la flor de la maestra
Y luego miró la suya;
A él le gustaba más su flor que la de la maestra.
pero él no reveló eso.
Simplemente guardó su papel
E hizo una flor como la de la maestra:
Roja, con el tallo verde.

Otro día
Cuando el niño abrió la puerta del salón
La maestra dijo:
- ¡Hoy vamos a trabajar con plastilina!
- ¡Bien! Pensó el niño
El podía hacer todo tipo de cosas con plastilina:
Víboras y muñecos de nieve
elefantes y conejos;
autos y camiones…
Y comenzó a apretar y a amasar
la bola de plastilina
pero la maestra interrumpió y dijo:
- ¡Esperen! No es hora de comenzar
- Y el niño esperó hasta que todos estuvieran listos
- Ahora -dijo la maestra- vamos a hacer una víbora
- ¡Bien! – pensó el niño
A él le gustaba hacer víboras
Y comenzó a hacer algunas
de diferentes tamaños y formas
Pero la maestra interrumpió y dijo:
- ¡Esperen! Yo les enseñaré como hacer una víbora larga
- Así… – mostró la maestra
- ¡Ahora pueden comenzar!
El niño miró la viborita que había hecho la maestra
y después miró las suyas.
A él le gustaban más las suyas que las de su maestra,
pero él no reveló eso.
Simplemente amasó la plastilina, como hacía en su casa
E hizo una víbora como la de la maestra.
Era una víbora delgada y larga.

De esta manera
El niño aprendió a esperar
y a observar
y a hacer las cosas
siguiendo el método
de la maestra.

Tiempo más tarde
él ya no hacía las cosas por sí mismo.
Entonces sucedió
que el niño y su familia
se mudaron a otra casa, en otra ciudad
y el niño tuvo que ir a otra escuela

Esta era una escuela mucho más grande que la anterior.
También tenía una puerta que daba a la calle
Y un camino para llegar al salón.
Esta vez había que subir algunos escalones
Y seguir por un pasillo largo
para finalmente llegar a su sitio.
Y sucedió que justamente ese primer día
Que el niño estaba allí por vez primera
La maestra dijo:
- Hoy vamos a hacer un dibujo
- Bien, pensó el niño
Y esperó a la maestra
para que le dijera cómo hacerlo.
Pero ella no dijo nada.
Solamente caminaba por el salón.

Cuando se acercó al niño
La maestra dijo: - ¿y tú no quieres dibujar?
Si - dijo el niño, ¿y qué vamos a hacer? Añadió
- No lo sabré hasta que tú lo hagas - contestó la maestra
- ¿Pero cómo hay que hacerlo? Volvió a preguntar el niño
- ¿Cómo? dijo la maestra - De la manera tú que quieras –
- ¿Y de cualquier color? Preguntó el niño
- De cualquier color – dijo la maestra y agregó:
- Si todos hicieran el mismo dibujo usando los mismos colores
- ¿Cómo podría yo saber de quién es cada dibujo y cuál sería de quién?
- No sé… – dijo el niño
Y comenzó a dibujar una flor roja
con el tallo verde.”

Por Helen Buckley

Con este poema nos querían hacer una reflexión sobre las veces que intentamos que nuestros hijos hagan las cosas tal como queremos nosotros que las hagan. A veces no les dejamos explayar su imaginación ni les permitimos que hagan las cosas a su manera. Pienso que les debemos guiar, pero no imponer nuestro criterio, siempre y cuando no sea alguna norma que les impongamos para su educación. No hay nada mejor como hacer las cosas uno mismo y equivocarse para empezar de nuevo, ver hasta dónde pueden llegar y animarles a tener su propia personalidad que deben defender a capa y espada.

Educando a nuestros hijos

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Empiezo este blog con el ánimo de contribuir un poquito a la educación de nuestros hijos. Me preocupa ver cómo hoy día se han perdido muchos valores y educación que nuestros padres nos intentaron inculcar. Los niños de hoy día serán los hombres del mañana y en nuestras manos está el ayudarles a forjarse un futuro, a adquirir metas y enseñarles a luchar por lo que realmente quieren, sin ponérselo todo tan fácil. Hay que reconocer sus logros pero también imponerles ciertos límites, que quizás ahora no los aceptarán, pero en el futuro lo reconocerán como una ayuda para crear su personalidad y adaptarse almundo de los adultos.