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Las actividades extraescolares

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Recientemente una mamá me hablaba de que su hijo tenía toda toda la semana ocupada con actividades extra-escolares; los lunes y miércoles iba a natación, los martes y jueves a inglés y los viernes a fútbol, además se quedaba en la acogida a primera hora de la mañana y al medio día, también se quedaba en el comedor de la escuela. Evidentemente lo hace porque no le queda otro remedio. Ha conseguido un nuevo trabajo, y tal como están los tiempos, no puede permitirse conciliar su vida laboral con la familiar

Realmente pensé en el niño, en la cantidad de horas que está fuera de casa realizando actividades sin parar y el poco tiempo que le debe quedar para disfrutar de sus padres o simplemente de jugar, cosa tan necesaria para ellos.

Casualmente cayó en mis manos un artículo de Padres y Colegios, una revista muy interesante que habla sobre educación, en el que hacía alusión a este tema, cuestionando si las actividades extraescolares son un complemento educativo o una sobrecarga innecesaria.

Según dicho artículo, 7 de cada 10 alumnos realizan actividades después del colegio y la demanda ha ido aumentando con el tiempo. Nos invitan a reflexionar sobre la causa de ese aumento y nos invitan a preguntarnos si lo hacemos por completar la formación de nuestros hijos o para rellenar el horario y que coincida con nuestro horario laboral.

Pienso que sobretodo, estas actividades debemos elegirlas teniendo en cuenta los gustos y la capacidad de nuestros hijos. No podemos forzarlos a hacer actividades que suplan algún “deseo frustrado” de los padres y hagan lo que nosotros hubiéramos querido hacer. Tampoco deberíamos insistir en que aprendan actividades que van en contra de la forma de ser del niño. Por ejemplo, si no le gusta el deporte, es mejor no obligarlos a que se apunten en fútbol o baloncesto, “para que le surja el instinto deportivo”. Ya llegará el momento en que se interese o quizás nunca lo haga, pero destacará en otros aspectos en los que sí le pueden ayudar otro tipo de actividades.

También existe mucha competitividad. Muchos padres quieren que sus hijos sean lo mejor en todo y arrastran a sus hijos a hacer toda clase de cursos que lo único que consiguen es saturar a los pequeños.

Cuando finalmente tenemos claro que vamos a apuntar a nuestro hijo o hija en alguna actividad, lo primero que hay que plantearse es si queremos que se diviertan o que refuercen sus conocimientos

Una vez planteado, hay que elegir un centro adecuado y una actividad acorde a los gustos y habilidades de nuestros hijos, pero no basta con inscribirlos y olvidarse del tema, ya que una vez iniciado este curso, hay que hacer un seguimiento sobre la evolución y progresos en dichas actividades y estar en contacto con los monitores para saber si finalmente la experiencia es positiva.

Entre las actividades extra-escolares más demandadas, se encuentran los idiomas (principalmente el inglés), natación, deportes en general y teatro. En mi caso, quería apuntar a mi hijo de 5 años en clases de inglés. No por rellenar horarios, ni por que haga algo nuevo, sino porque pienso que es muy importante que hoy en día domine ese idioma y las clases que dan en el colegio me parecen insuficientes, sin embargo a él no le gusta el inglés y me ha pedido que no lo apunte. A pesar de que sé que es importante para él, voy a esperar a que sea un poco más grande y comprenda la importancia de saber inglés para que se lo tome con más ganas. A lo mejor me equivoco, a lo mejor, no. ¿Quién lo sabe?

Los amigos de nuestros hijos

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Los niños en general, suelen querer relacionarse con otros niños a partir de los 6 meses, que es cuando aprenden a abrirse a los demás. Sus primeras experiencias con los amigos, serán con juguetes o peluches, después con los niños del parque o familiares de la misma edad.

Sobre los 4-5 años, los niños empiezan a definir sus amistades y a socializarse en su entorno, pero hacer amigos no es tan fácil como parece.

Es muy importante en el desarrollo de nuestros hijos, alentarles a hacer amistades y relacionarse con los demás. Un niño que no tiene hermanos o que juega solo todo el tiempo, puede tener problemas a la hora de adaptarse durante su crecimiento. Nuestra estimulación es básica para ellos y debemos fomentar que el niño se relacione con los demás, aunque no debemos forzarlos a que sean amigos del niño o niña que mejor nos caiga a nosotros, sino dejarles escoger sus propias amistades.

En esta edad es normal que los niños quieran estar con niños y las niñas con niñas, pero poco a poco esto irá cambiando. También es bastante habitual que algunos tengan un "amigo imaginario" pero esto es muy normal y no hay que preocuparse por ello. Mi hijo de 5 años, me habla constantemente de su "amigo invisible" y es como una forma de desarrollar su imaginación y creatividad. Hay que seguirle el juego sin caer en el exceso de importancia con este "amigo" de nuestro hijo.

Está claro que la personalidad de nuestros hijos influye en la elección de amistades. Hay niños a los que les cuesta relacionarse con los demás debido a su timidez o simplemente porque le gusta el juego en solitario. Hay algunos que les lleva su tiempo socializarse y hasta que no cogen confianza en determinado ambiente, no se empiezan a abrir. Siempre debemos respetar esa situación y no presionarles porque puede ser contraproducente, pero debemos reforzar su autoestima para darle confianza a nuestro hijo. Es bueno invitar a sus amiguitos a casa, o fomentar la práctica de deportes o apuntarlos en teatro, etc, para que los niños se relacionen con amigos de su edad.

Por otro lado, en los grupos suele existir uno o varios líderes. Hay algunos niños que son muy extrovertidos y asumen el papel de líder en su grupo. Este líder suele estar rodeado de amigos y a veces puede ser muy exigente, por lo que si es el caso de nuestro hijo, debemos explicarle cómo viven las situaciones los demás niños, para que no siempre sea tan exigente y hacerle ver que no va a ser el centro de atención en todas las situaciones, por ejemplo, en casa con los padres.

Es muy importante conocer a los amigos de nuestros hijos, conocer sus actitudes y su forma de pensar y relacionarnos con los otros padres para crear un clima de confianza. Puede pasar que no nos gusten los amigos que nuestro hijo ha elegido, ya sea porque ejercen una mala influencia o porque contradicen los valores que nosotros le intentamos enseñar, pero no por ello debemos criticarlos, sino que es mejor cuestionar las malas acciones que cometen, explicándoles el porqué está mal y animándoles a no seguir ese camino. Está claro que mientras más pequeño sea nuestro hijo, más fácil será nuestra influencia respecto a sus amistades, porque cuando llega la adolescencia, la situación se hace más difícil.

La mejor forma de que nos escuchen, es manteniendo una buena relación familiar y un clima de diálogo y confianza con ellos, para que sigan nuestros consejos y sean menos manipulables por su entorno.

Empezando la guardería

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Tuve que llevar a mis dos hijos con 9 y 6 meses por primera vez a la guardería por razones laborales. La verdad es que, llegado el momento, se hace difícil dejar a tu hijo o hija al cuidado de otras personas. He tenido la suerte de encontrar una guardería fabulosa muy cerca de casa y siempre he estado tranquila en ese aspecto, ya que sé a ciencia cierta que los niños están en buenas manos.
 
Es verdad que el primer año de ambos fue un poco difícil, pues se enfermaron en bastantes ocasiones, pero ya a partir del segundo año, se fueron haciendo más fuertes y más inmunes a dichas enfermedades.

La primera vez que nuestros hijos asisten a la guardería, es recomendable hacerlo de forma gradual, si es posible, llevarlos unas pocas horas al día para que se vayan familiarizando con las cuidadoras y el entorno.

Para ellos es una gran cambio, ya que esta etapa implica la primera separación del entorno familiar, un entorno en el que el niño o niña se siente seguro y ahora deberá adaptarse a nuevas relaciones con otros adultos y quizás a otros horarios diferentes a los que estaba acostumbrado.

Por ello, es muy probable que nuestro hijo manifieste de diferentes maneras su miedo e inseguridad frente a este nuevo cambio; ya sea con tristeza, llorando, con inactividad o rechazo hacia sus educadores. Incluso es probable que manifieste cambios en el sueño o en los hábitos alimenticios, pero esto es totalmente normal, ya que forma parte del proceso de adaptación a la nueva situación.

Nosotros como padres, deberemos intentar ayudarles a superar estos miedos siendo comprensivos y con una actitud flexible pero a la vez firme. No vale que nos quedemos consolándolos durante largo rato a la entrada del centro, porque eso sólo conseguirá empeorar las cosas y que los padres nos marchemos con dolor, cuestionándonos si hacemos bien "abandonando" a nuestros hijos.

Las educadoras, siempre me han comentado que una vez pasa el período de los primeros días, los niños se habitúan con facilidad, sin embargo, son verdaderos maestros en el arte de mostrar sufrimiento a los padres. Por lo que me han contado, en la mayoría de los casos, el llanto cesa una vez se cierra la puerta.

Sí que es importante que los padres apoyemos a los pequeños, que tengamos buena relación con las cuidadoras e intentar hacerles comprender a los niños, que estarán bien atendidos y compartirán con otros amiguitos a la vez que aprenderán muchas cosas nuevas.

No se debe olvidar que cada niño es único y diferente, por lo que el proceso de adaptación no es el mismo para todos, pero entre la escuela infantil y los padres, conseguiremos que en poco tiempo, esta adaptación sea un éxito.

Juegos en la carretera

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A menudo hacemos viajes largos en carretera con nuestros hijos y muchas veces ellos terminan aburriéndose de estar tanto tiempo en el vehículo. Por eso, en el articulo de hoy, queremos proponerles diferentes juegos para entretener a los niños y que la jornada del viaje se les haga más amena. Estos juegos son ideales para niños entre 4 y 12 años.                            
                                         


Juego de las letras

Se trata de que un miembro de la familia elige una letra y dice: “Un, dos, tres, decimos palabras con la letra … P (por ejemplo)” y cada uno debe decir una palabra con dicha letra, hasta que ya no les salga ninguna palabra o se repita la palabra más de una vez. Se van turnando las personas que vayan en el vehículo, eligiendo letras diferentes cada vez. Gana el que menos se equivoque. Este juego favorece la habilidad con las palabras y les ayuda a relacionar las letras del alfabeto con las palabras seleccionadas.

Juego alfabético

Este juego se inicia encontrando alguna palabra en un cartel o letrero que veamos en el camino, que empiece con la letra A. El primero que la encuentre, dice la palabra en voz alta y el próximo objetivo es encontrar una palabra que empiece por la B y así sucesivamente hasta terminar el alfabeto en la Z. Se pueden omitir letras complicadas como la k, la q o la ñ.

Juego de las matrículas

Se pueden hacer dos versiones de este juego. Por un lado, se puede intentar contar las matrículas extranjeras que se vean por la carretera y gana el que consiga más al final del recorrido.

Otra versión es sumar los dos primeros números y los dos últimos de cada matrícula y si ambas sumas dan el mismo resultado, se gana un punto. Gana el que más puntos tenga.

Estos juegos refuerzan la habilidad matemática y el cálculo mental, a la vez que los mantienen entretenidos.

Juego de geografía

Se trata de nombrar un lugar, ya sea una ciudad o un país y la siguiente persona debe decir otro lugar con la letra que termina la primera palabra, y así sucesivamente. Por ejemplo, si se dice España, la otra persona dice Atenas, la otra puede decir Singapur, etc. Este juego es para niños un poco más mayores.

Veo veo

Este juego es un clásico para jugar en el camino. Generalmente dejamos que el niño elija algo que ve en dentro del coche y nos dice de qué color es. El resto tiene que adivinar de qué objeto se trata.

Con los más pequeños, siempre podemos cantar canciones infantiles con ellos durante la travesía. También está la opción de ponerles un reproductor de dvd en la parte trasera del vehículo y ponerles alguna película que los entretenga un rato, pero por supuesto, esta opción no será tan divertida como jugar con los papás.

Si el viaje es muy largo, es conveniente parar y descansar. Los niños deben caminar un rato y despejarse un poco para retomar las fuerzas y seguir nuestro camino.

Regalos para nuestros hijos

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Un tema que llama la atención hoy día, es el de los regalos que hacemos a nuestros hijos. Cualquier fecha y motivo es ideal para hacerles un regalo. Recientemente ha pasado la Navidad y ya no sólo llegan los Reyes Magos, sino Papá Noel, el regalito del colegio, el regalito de los familiares, los vecinos, etc. Atiborramos a nuestros hijos con inmensas cajas y multitud de regalos de todas formas y colores, muchas veces innecesarios y que, en realidad, nos gustan más a nosotros que a ellos. Recuerdo una Navidad que mi sobrino de 3 años y medio, después de todo un día de recibir regalos por parte de toda la familia, cuando llegaron los tíos con más regalos, explotó y dijo: "¡ya no quiero más regalos!" Me puse a pensar que para que un niño diga eso, realmente debía estar saturado.


Me tengo que incluir entre los padres que caemos en la tentación del consumismo ya que al final termino comprándoles más cosas de la cuenta, pensando en la carita de ilusión que pondrán al recibirlos; pero la cruda realidad, es que esa carita de ilusión, dura los diez minutos que tardan en abrir los regalos y dos semanas después, muchos de esos juguetes acaban en una esquina sin que nadie les haga caso.

Aparte de la Navidad, los niños reciben regalos por su cumpleaños, cuando se les cae un diente llega el ratoncito Pérez, cuando hacen la Primera comunión, etc. Recuerdo que en mi época, cuando se me caía un diente, al día siguiente encontraba una moneda bajo la almohada, que seguramente no me llegaría más que para alguna chuchería, pero con eso ya era feliz. Hoy en día, en muchos hogares, esa moneda se ha sustituido por billetes o por cajas de regalos enormes que no tienen razón de ser.

En su libro (muy recomendable) “Papás blandiblup”, Mª Ángeles López nos pone el ejemplo de la Primera Comunión. Dice que ya son pocos los niños que no asocian este acontecimiento con la recepción de una avalancha de regalos caros. Para muchos es la única motivación de hacer la Primera Comunión. Los niños van vestidos de almirantes y las niñas con pomposos vestidos carísimos, compitiendo a ver quién va más elegante. De hecho, lo que menos importa es la celebración religiosa.

Lo peor es que los niños ya no piden, sino exigen ser recompensados con estos regalos. Se porten como se porten, saben que el día de Reyes, que el día de su cumpleaños o en su primera comunión, llegarán montones de regalos para ellos y pobre de nosotros como no sea así.


Alguien me explicó que durante su infancia, estuvo tres años para reunir unos cupones que le daban derecho a una bicicleta. Estuvo tres Navidades sin recibir ni un solo regalo, para al final tener su recompensa. Eso hizo que la cuidara, que la mimara y que valorara mucho más ese objeto que tanto esfuerzo le había costado conseguir, sintiéndose orgulloso cuando al fin lo logró. Eso me hizo pensar en que nuestros hijos tienen de todo y aún así quieren más. Nuestra misión en enseñarles a valorar las cosas e intentar que se esfuercen en conseguirlas, para que las cuiden y las valoren por lo menos un poquito más.

Quitar el pañal

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Muchos padres se preguntan cuál es la edad idónea para quitarle el pañal a nuestros hijos. No hay una edad exacta para hacerlo y cada niño es diferente, por lo que tendremos que tener en cuenta el nivel de madurez del niño, aunque la edad recomendable para empezar con el proceso es alrededor de los 2 años. El control de esfínteres conlleva un aprendizaje, ya que pasa de ser un acto reflejo automático a ser un acto voluntario y controlado.

¿Cómo sabemos cuándo nuestro hijo/a está suficientemente maduro para quitarle el pañal? Ésta es una buena pregunta que podemos responder observando algunos indicadores que nos ayudan a conocer el grado de madurez de nuestro hijo.

Para empezar, es bueno que el niño tenga alguna noción sobre su esquema corporal, que tenga consciencia sobre su propio cuerpo para poder percibir las sensaciones que ocurren antes y después de orinar y defecar.

También es importante que sepa comunicarse con claridad, que sepa el significado de las palabras pipí y caca y que las pueda pronunciar, además el niño debería haber adquirido un grado de autonomía suficiente, que le permita realizar las acciones que implica el control de esfínteres, como ir solo al lavabo, bajarse los pantalones, etc).

Una vez nuestro hijo haya adquirido este grado de madurez, debería ser capaz de aguantar el pipí durante períodos largos de tiempo, por ejemplo, hasta el próximo cambio de pañal.

Debemos empezar a acostumbrar al niño al uso del orinal. Siempre es mejor iniciarse en la temporada de verano, tanto para evitar que pasen frío como para lavar su ropa de recambio. Es normal que ocurran "accidentes" constantemente, por lo que debemos ir preparados con varias mudas de recambio.

Los mejores momentos para poner el niño en el orinal, es cuando se despiertan, después de las comidas y antes de acostarse. No es recomendable tener al niño demasiado tiempo en el orinal, si no hace nada, lo sacamos y dentro de un ratito, lo volvemos a poner. Cada vez que nuestro niño haga pipí o caca, lo elogiaremos y felicitaremos para reforzar su conducta. Durante el día los pondremos cada 2 o 3 horas en el orinal, pero no debemos agobiarles constantemente preguntándoles si tienen pipí, porque al final conseguimos un rechazo hacia el orinal. Progresivamente, el niño aprenderá a controlar y pedir él mismo cuando quiera ir al baño.

Si el niño va a la guardería o lo cuida otra persona, es importante mantener una sintonía y ponerse de acuerdo entre las partes implicadas para hacerlo todos a la vez.

Para quitar el pañal nocturno, una vez hayamos conseguido el control diurno, es muy importante que el niño se acostumbre a ir al baño antes de acostarse y no ingerir líquidos una o dos horas antes. Es probable que durante los primeros días, no aguante seco toda la noche, pero poco a poco irá adquiriendo el hábito.

Hay que tener mucha paciencia y sobretodo mantenerse firme, ya que una vez hayamos iniciado este aprendizaje, hay que seguir adelante y no volver a ponerle el pañal, porque le crearía confusión a los niños. Siempre que podamos, es mejor que lleven ropa cómoda, para facilitar su autonomía a la hora de ir al baño.

¡Suerte papás y ánimos, que con cariño y constancia, todo se consigue!

La pereza: gran enemiga de nuestros hijos

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Hoy en día las cosas se nos han facilitado en gran medida, en relación a hace unas décadas. Antes tenías que levantarte del sofá si querías cambiar de canal, buscar en enciclopedias si querías saber información sobre algún tema, o esperar pacientemente si querías un vaso de leche caliente, a que se calentara al fuego.
En la era de internet, microondas, mandos a distancia, etc, todo eso ha desaparecido. Nuestros hijos han crecido con comodidades que para ellos son imprescindibles y totalmente normales. Han crecido teniéndolo todo en sus manos sin el menor esfuerzo. Cada vez, los jóvenes son más perezosos, practican menos deporte y son más acomodados. Todas estas ventajas que nos han facilitado la vida, pueden convertirse en malos hábitos, creando efectos negativos en nuestros hijos.




Los jóvenes lo quieren todo rápido, sin el menor esfuerzo. No valoran el esfuerzo del trabajo porque lo tienen todo y no conocen la importancia de la perseverancia para lograr un objetivo. Evidentemente no todos los jóvenes son así, pero la gran mayoría se ha adaptado a tenerlo todo fácil y rápido. Si queremos que esto no suceda, debemos enseñarles e inculcarles el espíritu de esfuerzo y perseverancia para que tengan éxito en la vida.
Aquí os dejo algunos consejos para llevar a cabo esta enseñanza.
  • No les demos todo lo que nos piden. Hay que saber decirles que no y enseñarles a esforzarse por conseguir las cosas.
  • Debemos reducir su tiempo de televisión y videoconsolas y sustituirlo por el deporte y la lectura. No es sano pasar todas las tardes en un sofá viendo la televisión.
  • No hagamos las cosas por ellos. Aunque les cueste, les podemos orientar, siempre de forma adecuada a su edad, pero debemos dejar que ellos se esfuercen por vestirse solos, comer solos y hacer sus tareas sin que se las hagamos nosotros.
  • Enseñemos a nuestros hijos a ahorrar. Les podemos dar una pequeña cantidad semanalmente, pero haciéndolos responsables de sus gastos y la administración de ese dinero para sus cosas.
  • No ordenemos su habitación siempre. Hay que acostumbrarlos a que colaboren en las tareas de la casa como ordenar su cuarto, poner la mesa, ayudar en la limpieza, etc.
Muchos padres dirán que es muy fácil aconsejar estas premisas pero que no son tan fáciles de llevar a cabo. Es verdad, estoy de acuerdo pues yo tengo dos hijos pequeños también, pero el consejo es saber mantenernos firmes. Si no cumple con sus tareas, les asignamos más tareas a cumplir y hasta que no las hagan, no pueden tener su rato de ocio. Si nos mantenemos firmes y cumplimos esto, pronto veremos los resultados.

Protegemos a nuestros hijos

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“Quiero que llegues a casa antes de las 10”. Esta frase la dicen muchos padres, cuando sus hijos adolescentes o pre-adolescentes quieren salir un fin de semana o por la noche. Todos tenemos miedo de que algo les ocurra y quisiéramos protegerlos en todo momento. Frases como “ahora hay más peligro porque los tiempos han cambiado” son habituales entre los padres.


Antes teníamos más libertad. Recuerdo por las tardes, después de hacer mis deberes, bajaba a la calle con los amigos del barrio y me pasaba horas y horas sin la supervisión de un adulto (debía tener entre 8 y 13 años). Hoy eso no sucede así. Tenemos miedo hasta de mandarlos a por el pan. Y socialmente hoy en día es lo normal, porque los padres que no sienten ese miedo, están mal vistos.

Si cuidamos demasiado a nuestros hijos, no les estamos haciendo ningún favor. Es verdad que estarán más protegidos, sin embargo tendrán otros problemas, como la inseguridad y la falta de recursos para enfrentarse a las situaciones de la vida. A medida que nuestros hijos vayan creciendo, debemos darles la formación necesaria para que adquieran la responsabilidad suficiente y darles las herramientas necesarias para saber desenvolverse en la vida, porque estos niños, algún día crecerán y cuando quieran hacer algo por sí mismos, no sabrán cómo comportarse, porque nunca han tenido la oportunidad, ya que todo se lo hemos hecho y resuelto nosotros los padres.

Cuando nuestros hijos empiezan a salir por las tardes con los amigos y empiezan a salir por las noches, los padres nos mantenemos pendientes de sus actividades; que si hay que recogerlos a las 2 de la mañana en tal discoteca, que si hay que ir a buscarlo por casa de tal amigo...Ahí estamos nosotros, a la espera de que nuestro hijo o hija nos llamé por el teléfono móvil, el revolucionario invento que nos ha salvado la vida, ya que sabemos en todo momento dónde están nuestros hijos y los podemos tener controlados, (o eso creemos) y en cuanto nos llaman, allí acudimos sin pestañear. Hay niños de 8 años de edad que se pasean con móviles de última generación como si nada, pero eso ya da para otro tema aparte.

Al llegar a casa con nosotros, garantizamos que nuestros hijos hayan llegado sanos y salvos, pero no podemos garantizar que éstos sepan reaccionar a los peligros del alcohol, de las drogas o cualquier tentación que tengan en su tiempo de ocio. La clave está en educar en autonomía, en darles información y darles capacidad para formar su propio criterio y que aprendan a distinguir lo bueno de lo malo. Hay que enseñarles a ser valientes y nosotros deberíamos confiar más en ellos a la vez que debemos estar ahí cada vez que nos necesiten para orientarlos y aconsejarlos.

Consejos para padres en el acompañamiento escolar

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Hoy les traemos unos consejos para los padres que tienen hijos en edad escolar; una guía que deberíamos seguir los padres para que las actividades escolares de nuestros funcionen lo mejor posible. Nos debemos  mentalizar de que nuestra implicación es vital para que su etapa escolar sea un éxito. No basta con dejar a los niños en el colegio y dejar que ellos los eduquen, porque los principales responsables de su educación, somos nosotros los padres. Aquí os dejo los puntos principales:

1.      Nos preocuparemos de que nuestros hijos vayan a la escuela y sean puntuales.
2.      Reservaremos un espacio para nuestros hijos en casa, que sea el adecuado para el estudio y que tenga las condiciones necesarias.
3.    Hablaremos con nuestros hijos de la importancia que tiene esforzarse para obtener buenos resultados en la escuela.
4.      Ayudaremos a nuestros hijos a planificar su tiempo de estudio y el de hacer los deberes, según sus necesidades.
5.      Les haremos saber que confiamos en sus capacidades para aprender.
6.      Nos interesaremos por todo lo que aprende nuestro hijo en la escuela e intentaremos que lo apliquen en la vida diaria con diversas actividades cotidianas.
7.      Nos preocuparemos de que nuestros hijos hagan sus deberes y los orientaremos si hace falta, pero entenderemos que es importante que sean ellos quienes realicen las tareas escolares.
8.    Animaremos a nuestros hijos a leer cada día y aprovecharemos cualquier oportunidad para leer juntos.
9.      No hablaremos mal de un profesor delante de nuestros hijos, ya que es importante que mantenga un respeto hacia los docentes. Cuando detectemos un posible problema, hablaremos con ellos directamente.
10. Hablaremos con nuestros hijos sobre sus intereses académicos y les ayudaremos a tomar decisiones de futuro, teniendo en cuenta sus intereses, sus capacidades y las orientaciones que hemos compartido con su tutor.
11.  Asistiremos a las reuniones que convoque el centro escolar, manteniendo el contacto regular con el tutor o tutora de nuestro hijo.
12.  Entenderemos que la escuela es la institución encargada del aprendizaje académico, un lugar donde nuestros hijos deben aprender a relacionarse e interactuar de manera positiva con los demás.
13. Intentaremos participar de manera voluntaria en las actividades del centro educativo, tanto en la asociación de padres como en la formación dirigida a padres y madres, cuya finalidad es proporcionarnos herramientas para educar mejor.

Espero que estos consejos sean útiles y favorezcan la relación entre los padres, los hijos y el centro escolar.

Los niños y las nuevas tecnologías

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Se ha demostrado en recientes estudios que los niños y jóvenes de hoy día dominan las nuevas tecnologías con gran facilidad.

Ahora que han pasado las navidades, muchos de estos jóvenes habrán recibido alguno de estos productos, tales como el iPad, ordenador portátil, videoconsolas, teléfonos móviles inteligentes, etc.

Las nuevas generaciones han crecido con las nuevas tecnologías como si fuera lo más normal y para ellos es todo muy simple, ya que demuestran una habilidad increíble para manejarlas. Saben “bajarse películas y canciones”, subir fotos, manejar el correo electrónico, compartir en las redes sociales, etc.

Las generaciones anteriores se van quedando atrás y a veces se sienten agobiadas por no poder seguir el ritmo de tantos cambios con tanta rapidez. Muchos de nuestros padres no saben enviar un mensaje de texto por el móvil, o manejarse en internet. Algunos comentan que tienen la sensación de haberse quedado en la “Edad Media” en referencia a estos nuevos aparatos y se sienten impotentes cuando ven a sus hijos utilizar todo tipo de aparatos con tanta facilidad.

Los padres jóvenes de hoy día, debemos subirnos al carro de estas nuevas tecnologías, ya que es una realidad cotidiana para millones de jóvenes que las utilizan y debemos educar a nuestros hijos para que utilicen estas herramientas correctamente, pues todos conocemos los peligros que existen en este mundo tecnológico. No debemos permitirles que el ordenador ni los videojuegos sustituyan sus relaciones personales ni acaparen todo su tiempo libre.

Hay que subrayar, que como todo en la vida, estas herramientas no son ni buenas ni malas, ya que les pueden facilitar las cosas, pero no proporcionan inteligencia ni sabiduría a la juventud.

Lo que debemos hacer los padres es sacarle partido a estas tecnologías y utilizarlas para enseñar a nuestros hijos nuevas formas de dibujar, aprender, leer o utilizar juegos educativos.

En la web hay bastantes aplicaciones pedagógicas interesantes, con un montón de posibilidades para combinar el entretenimiento y el juego con el aprendizaje de nuestros hijos.

Enseñando a nuestros hijos a comer bien

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Comer debería ser un placer y no un castigo. Tengo dos hijos de 3 y 5 años a los que le ha costado mucho aprender a comer, de hecho aún seguimos en la lucha con mi hija pequeña para que coma comida sólida, pues el cambio se ha alargado demasiado. Un propósito de este año 2012 es abandonar los purés definitivamente. Supongo que a muchos padres les habrá pasado lo mismo y por ello me gustaría compartir algunas pautas que estuve leyendo hace unos días.

  • No hay que utilizar la comida como premio o castigo, pues el niño se dará cuenta y luego lo utilizará en contra nuestra.
  • Desde muy pequeño, el niño debe comer con el resto de la familia. Es aconsejable sentarlo en la mesa y si es posible, que coma lo mismo que los demás, desde los 12 meses de edad.
  • No debemos permitirle a nuestros hijos, eliminar grupos de alimentos enteros, como verduras, pescado, frutas, etc. Si algún alimento no le gusta, es necesario sustituirlo por otro parecido, o intentar disimular el sabor con salsas o cocinado de otra forma.
  • Se deben introducir los alimentos de forma gradual, primero darle platos sencillos de comer y masticar, como jamón, macarrones, sopa,etc, y luego introducir carnes o bocadillos.
  • La hora de la comida no debe durar eternamente. Si tu hijo come muy lento, es mejor ponerle poca comida en el plato y que se la termine y si tiene más hambre, ponerle un poquito más. El tiempo de la comida debe transcurrir entre 20 y 45 minutos.
  • A partir de un año de edad, se debe intentar que el niño coma solo, cogiendo él mismo los cubiertos.
  • No se deben utilizar distracciones a la hora de la comida, como televisión, cuentos ni juegos y se debe establecer una rutina para comer. Es ideal comer siempre en el mismo sitio con los mismos horarios y no picar entre horas.
  • Si alguna vez el niño no quiere comer, no hay que forzarlo, ya que podría estar desganado o enfermo y puede crear rechazo a la comida.

La dieta de los primeros años es fundamental, por lo que se ha de hacer hincapié en la primera etapa para asentar una correcta alimentación en el futuro. Si no logramos ahora que nuestros hijos coman de todo, en el futuro nos será más difícil.
Hay que hacerles entender que la comida es necesaria para vivir y que también puede ser una actividad social y divertida, además de ser un momento para compartir con la familia. Si seguimos estas pautas, podemos conseguir una alimentación más sana para nuestros hijos.

Juegos para niños de 1 a 3 años

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Es muy importante que los niños jueguen. Hoy en día, estamos tan ocupados con nuestras tareas cotidianas, que a veces nos olvidamos de jugar con nuestros hijos y no me refiero a las consolas, sino a juegos al aire libre, juegos de mesa o juegos en familia. Es necesario que los padres nos impliquemos en los juegos con nuestros hijos, de la manera adecuada. Con los juegos, los niños aprenden de sus errores, aprenden a equivocarse y rectificar, además de estimular la imaginación y el saber compartir.

Los bebés también juegan

Es muy importante el período de 0 a 6 años, ya que es cuando se desarrolla el 90% del cerebro y todos los circuitos necesarios para el aprendizaje del niño. Aunque parece que el bebé no se interrelaciona para jugar, los padres debemos incitarlos a que practiquen ciertos juegos con nosotros, siempre dentro de sus limitaciones, claro. Debemos estar muy implicados y ofrecerles todo tipo de actividades, ya que en esta edad se desarrollan las capacidades sensitivas, motoras, emocionales, del lenguaje, afectivas, etc. En esta edad es primordial la repetición del juego, ya que tras varias repeticiones es cuando se crearán los aprendizajes adecuados para que el bebé pase a la segunda fase.


Aquí os dejamos algunos ejemplos de juegos para los niños de 1 a 3 años

Juego: La magia del agua

Para este juego se necesitan esponjas, corchos y objetos que floten y un cubo lleno de agua.

Se ponen esponjas y corchos en un cubo con agua, para que los bebés experimenten con los conceptos de flotar, hundirse y el movimiento. Se puede soplar con unos sorbetes y ver qué pasa con los corchos.

Juego: Guerra de bolas de papel

Este juego se puede hacer en grupos. Se separan dos grupos de niños y se traza una línea en medio. Se hacen bolas de papel de periódico o similar y y se pone una canción. Cuando empieza la música, se tiran las bolas de papel y cuando finalice la canción, gana el grupo que menos bolas de papel tenga en su territorio.

Juego: El vuelo de las plumas

Para este juego es necesario tener plumas de varios colores.

Se lanzan las plumas de colores hacia arriba y se mira cómo vuelan y bajan, intentando cogerlas al caer. Así se empieza a entender el concepto de causa y efecto, además de ser muy divertido para los bebés. Se puede intentar soplarlas y lanzarlas de nuevo para que ellos las cojan otra vez.

En breve publicaremos un artículo con juegos para niños más mayores. Así que ya sabéis, hay opciones para practicar alguna de estas propuestas con nuestros hijos.