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A veces debemos decir NO

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Tanto en situaciones de la vida cotidiana, como en el trato con nuestros hijos, a muchos padres se nos hace difícil decir NO a nuestros hijos, primero porque ceder es la forma más fácil de evitar los conflictos y segundo porque pensamos en que ellos van a sufrir si les negamos lo que nos piden.

Los padres debemos reflexionar sobre la importancia de mantener una disciplina y establecer límites, pues con ello les enseñamos a dominarse y mantener un autocontrol en su propia vida.

A veces los niños tienen un encanto irresistible y nos es muy fácil sucumbir a sus peticiones. Muchas veces, los padres estamos cansados, no tenemos tiempo o ganas para enfrentarnos a nuestros hijos y muchos terminamos cediendo a sus peticiones.

Cuando le decimos NO a nuestros hijos, debemos hacerlo de forma racional, ser coherentes con nuestra decisión y siempre respetuosos. También tenemos que adaptarnos a la edad del niño cuando hablemos con ellos, para que entiendan la decisión.

Los niños y jóvenes se sienten seguros cuando a los padres se nos ve seguros al colocar esos límites. Ellos sientes que los padres estamos ahí para protegerlos, aunque en el momento no entiendan el porqué de la decisión. Esto ayuda a nuestros hijos a formar su personalidad. La familia es clave en la personalidad de los hijos, por lo tanto, si les brindamos un clima de seguridad y comunicación, ellos se sentirán mucho más respaldados y seguros.

Si le decimos un NO a un niño o adolescente y posteriormente le cambiamos al SÍ, estamos propiciando que nuestros hijos no aprendan a tolerar las frustraciones y en el futuro, les costará solucionar los problemas que la vida les pueda plantear.

No es necesario ser tajante, se pueden ofrecer alternativas, pero hay que recordar que un NO bien dicho, puede abrir las puertas a muchos "SI" en el futuro.

Adolescentes: ruptura en la era digital

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Los que pasamos por esa etapa, sabemos que la adolescencia es una edad en la que nos enamoramos muy fácilmente y las hormonas se nos revolucionan casi sin darnos cuenta. El primer amor es muy intenso y cuando se empieza la primera relación de pareja (que en esta edad puede durar años, meses, semanas, días o incluso horas) las sensaciones y emociones están a flor de piel.


Los padres no debemos tomarnos estas relaciones de adolescentes de forma trivial. A esas alturas, ya seguramente habremos tenido la famosa charla sobre sexo con nuestros hijos (si no es así, deberíamos hacerlo) y sobre las relaciones de pareja, riesgos, etc.

Actualmente, la tecnología ha revolucionado todos los ámbitos de nuestras vidas y las relaciones de pareja no son una excepción. Con todo un abanico de medios sociales, los adolescentes publican en la web su estado, comparten con los amigos el nuevo chico o chica con la que están saliendo o comunican al mundo su ruptura amorosa. Hay que tener cuidado con este tema, porque en la era digital, es muy fácil propagar cosas íntimas de los demás, por ejemplo, en el caso de una ruptura, cualquiera puede publicar fotos, comentarios o mensajes escritos por la web para que todo el mundo lo vea y avergonzar a la otra persona. Los adolescentes en general son muy sensibles y a veces no tienen la madurez suficiente para discernir entre lo bueno y lo malo y muchas veces se dejan llevar por los amigos o el entorno. Por eso es bueno hablar con nuestros hijos sobre ese tema, sobre las cosas que exponen en su perfil digital y los medios sociales, como facebook, twitter, tuenti, instagram, etc. y lo que comparten con sus parejas. 

Los adolescentes empiezan sus primeras relaciones a muy temprana edad y muchas veces no tienen la madurez necesaria aunque ya tengan un cuerpo de adulto. Los padres debemos estar atentos, no menospreciar esas relaciones, pues en esta edad para nuestros hijos, el mundo gira en torno a este nuevo amor. Para ellos una ruptura significa el fin del mundo, así que ahí estaremos nosotros para recordarles que todo pasa y que sobrevivirán a la experiencia y encontrarán un nuevo amor. Además les guiaremos sobre lo que es apropiado y lo que no deben hacer en los medios sociales y en su entorno.

¿A qué edad nuestros hijos pueden salir solos?

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Ya en la preadolescencia o quizás antes, nuestros hijos empiezan a pedirnos permiso para ir a casa de sus amigos, ir al cine o acudir a alguna fiestecita ellos solos. Muchos padres nos preguntamos: ¿Cuál es la edad adecuada para permitir a nuestros hijos salir solos? Bien, no se puede asegurar una edad concreta, pues todo depende del grado de madurez y responsabilidad que tenga cada niño. Cada uno es diferente y nosotros los padres sabemos si nuestro hijo/a es capaz de salir un rato o quedarse solo en casa un momento.


Hay niños que se sienten más inseguros y quieren estar acompañados siempre de un adulto, sin embargo, otros están deseando que confiemos en ellos y demostrar su responsabilidad, pues quieren dar un paso más para que nos demos cuenta que están creciendo.

Lo primero es encomendarles tareas pequeñas, cuando sintamos que estan preparados. Por ejemplo, mandarlos a comprar el pan a la panadería de la esquina o dejarlos ir a casa del amiguito del colegio que vive muy cerca. Sobre la edad de 8-9 años, si el niño/a ha alcanzado cierta madurez, se le puede dar un margen de confianza, siempre advirtiéndole de los peligros, la educación vial, etc.

Los niños de 10 a 11 años, ya quieren empezar a salir con sus amigos ellos solos. Por ejemplo, quieren ir al cine, al centro comercial, etc. Lo ideal es que los padres conozcamos de antemano a los amigos de nuestros hijos y sepamos siempre con quién están, además deberíamos llevarlos y recogerlos al lugar donde vayan, controlando siempre la situación. 

Pienso que los padres no debemos reprimir excesivamente a nuestros hijos por nuestros miedos. Es cierto que hoy en día no es como antes, cuando uno iba sólo caminando al colegio desde bien temprano o cuando pasábamos las tardes a nuestro aire y aparecíamos por casa a la hora de cenar. Hoy en día todo ha cambiado y los padres tenemos recelo de dar ciertos permisos a nuestros hijos. Esto es normal, pero como hemos dicho antes, si el niño demuestra madurez, debemos darle un voto de confianza. Los niños tienen que aprender a relacionarse, a orientarse, a manejar ciertas situaciones cotidianas para que no lleguen a la adolescencia siendo inseguros y vulnerables.

También hay momentos en que debemos decir "NO". Cuando el lugar o el grupo con el que va no nos inspira confianza, no debemos ceder y ser firmes en nuestra decisión. Lo ideal es consensuar con la pareja para que los dos tengan la misma determinación, porque sino, es cuando el niño nos manipula y nuestra decisión se tambalea. Tampoco debemos sentirnos presionados por el grupo. Por ejemplo, cuando nos dicen "todos los de mi clase van a ir" o frases parecidas. Si no lo tenemos claro, es mejor seguir con nuestra negativa. Seguramente estarán enfadados con nosotros por un buen tiempo, pero darles total libertad sería negativo para ellos. Recuerdo cuando tenía 15 años y quería ir a alguna fiestecita y no me dejaban, lo frustrada que me sentía. No podía entender por qué no me dejaban ir a "la fiesta del siglo". Ahora que soy madre, me doy cuenta que ciertas decisiones no se toman a la ligera. Debemos manejar la situación con inteligencia emocional y saber lo que es mejor para nuestros hijos. Si les decimos que no, siempre es bueno ofrecer alguna otra alternativa, que ponga las cosas más fáciles entre los padres y los hijos.

Preparados para emergencias

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Cuando ocurre alguna catástrofe natural o alguna emergencia, siempre pensamos que esas cosas sólo le pasan a los demás, pero lo cierto es que muchas cosas pueden ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento y debemos estar preparados para ello y orientar a nuestros hijos para que sepan cómo actuar en caso de emergencia.


Un incendio, una inundación, un terremoto, un huracán o tornado en algunos países, son cosas que pueden suceder y escapan a nuestro control.

Lo primero es establecer un plan en la familia como previsión por si ocurre alguno de estos desafortunados accidentes de la naturaleza. Éste puede ser decisivo y salvar vidas. Los adultos tendemos a procrastinar y dejar las cosas para otro momento, pero lo mejor es siempre elaborar un plan y ponerlo a la vista para que toda la familia esté al tanto. Nuestros hijos van a lidiar con estas situaciones según nos vean reaccionar a nosotros y para ello lo mejor es que estemos preparados ante cualquier adversidad. Si los padres nos ponemos histéricos, todo se puede convertir en un caos.

En Educando a nuestros hijos, les queremos ofrecer algunos consejos para enfrentarnos a estos accidentes:

Conocer los riesgos: ningún lugar es 100% seguro. Hay que conocer bien el área, las salidas de emergencia, poner los teléfonos de emergencia en un lugar bien visible, etc.
 
Es mejor proveerse de un botiquín de primeros auxilios, linternas, una radio de pilas, etc, además tener botellas de plástico limpias por si necesitan abastecerse de agua potable en caso de emergencia. Escojan también algunos alimentos no perecederos en lata, que se pueden ir sustituyendo cada cierto tiempo.

El kit básico de emergencias:

Una garrafa de agua por miembro en la familia
Una muda de ropa para cada uno
Comida no perecedera
Medicinas básicas
Un abridor de latas
Una linterna
Mantas
Pilas
Radio de pilas
Copias de los documentos más importantes de todos los miembros de la familia
Teléfonos de los familiares más cercanos
Kit de primeros auxilios
Una mochila con algunos entretenimientos para los niños

Tengan a mano los datos de sus compañías de seguro, teléfonos, etc. Hay que estar al tanto de lo que nos cubren y lo que no, pues siempre nos podemos llevar sorpresas desagradables.

Sobretodo los padres debemos mantener la calma, informar bien a nuestros hijos sobre cómo proceder en caso de emergencia, a quién deben llamar o lo que deben tener preparado. Por ejemplo, deben saber que en caso de incendio, hay que ir por el suelo, taparse la cara con un pañuelo e intentar respirar lo menos posible el humo, etc. Son cosas básicas de las que debemos hablarles.

Mientras más informados estén, menos miedo tendrán a enfrentarse a esas situaciones y será más fácil para toda la familia.






Errores al educar a nuestros hijos

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Me hago eco de un artículo publicado en el diario ABC en el que el Dr. Cortejoso nos enumera los errores más comunes que los padres cometemos al educar a nuestros hijos. Es cierto que no es fácil la tarea de educar a un niño. Influyen muchos factores y no podemos tenerlos en una burbuja, protegidos y relacionándose sólo con quien nos guste. La tarea principal de los padres es guiarlos para que ellos escojan el buen camino. No siempre lo conseguimos. 


A continuación les muestro los fallos más comunes según este psicólogo, cuando educamos a nuestros hijos y algunos consejos para evitarlos:

1. No escuchar a nuestros hijos: A veces es cierto que no escuchamos lo que nuestros hijos tienen que decirnos. Les cortamos a media conversación y damos por hecho lo que nos quieren decir. Hay que tener paciencia, escucharles y dejarles explicar sus motivos. Quizás así entenderemos mejor ciertos comportamientos.

2. No reconocemos sus puntos fuertes o virtudes: No siempre halagamos a nuestros hijos cuando hacen algo bien hecho o le quitamos mérito a algún logro. Es muy importante en su educación alabarlos y alentarles a que hagan las cosas bien, no sólo regañarlos cuando cometen algún fallo. El halago es un arma muy fuerte en su educación y no hay nada como sentirte valorado cuando haces las cosas bien.

3. El respeto a su personalidad: Hemos comentado en varias ocasiones que cada niño es único y diferente y por ello no se deben educar de la misma forma que otros niños. Cada uno tiene su personalidad, sus objetivos y sus virtudes. Hay que saber cómo sacar provecho de ellos y adaptarnos a su personalidad. 

4. La sobreprotección: Muchos padres caen en el grave error de sobreproteger a sus hijos. Hay que proteger a los niños, pero a la vez darles cierta autonomía y perder el miedo eterno que tenemos los padres a que les pase cualquier cosa. Si los sobreprotegemos, podremos ocasionarles graves consecuencias para el futuro, donde no estarán tan vigilados por nosotros.

5. Acostumbrarles a que les den todo hecho: Hay niños que  están acostumbrados a que les den todo hecho y nunca han hecho el mínimo esfuerzo para aprender a hacer algo por sí solos. Este es un error grave, porque si no les damos pequeñas responsabilidades y les enseñamos tareas propias de cada edad, cuando crezcan se sentirán inútiles y no serán capaces de ser autónomos e independientes.

6. Gritarles: Muchas veces perdemos el control y terminamos gritando a nuestros hijos. Estos  gritos les acarrean muchas consecuencias negativas, ya que les podemos dar a entender que esa es la única forma de relacionarse con los demás.

7. Intentar educar igual a los hermanos: Como hemos comentado antes, cada niño es diferente. Una cosa es intentar transmitirles los mismos valores a los hermanos, que es lo correcto, y otra cuestión es que intentemos que sean iguales en todo, que no es correcto. Cada niño es distinto y se debe educar en la individualidad. Un hermano tendrá unos puntos fuertes y otros débiles que habrá que corregir, y no por ello el otro hermano será igual. En este artículo hablamos sobre ello.

8. Comparar a nuestros hijos:  Las comparaciones son odiosas y es algo a lo que los padres recurrimos constantemente. "Mira tu hermano como"…, "si fueras como tu amigo que"…, "mira tu primo lo bien que"… Debemos evitar las comparaciones y no atormentarlos continuamente al compararlos con los demás.

9. No limitarlos constantemente en cosas sin mucha importancia: Como ejemplo nos ponen que si tu hijo te hace un buen dibujo en la pared de casa, seguramente te vas a enfadar y gritarle, pero la idea es sopesar si es para tanto. Quizás el dibujo es bueno y debemos proporcionarle los medios para hacerlo en otro lugar más adecuado. Hay que darles cierto margen de actuación para que explore y descubra poco a poco sus intereses, capacidades y limitaciones.

10. No comunicarnos con nuestros hijos: En este blog no nos cansamos de decir una y otra vez que la comunicación con nuestros hijos es de vital importancia. Da igual la edad y el tema, lo importante es hablar con ellos y escuchar lo que nos tienen que decir, crear confianza para que sean capaces de contarnos cualquier problema o duda que tengan. Una buena comunicación creará un buen vínculo entre padres e hijo.

Accidentes infantiles: quemaduras

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Es muy normal que el algún momento nuestros hijos puedan sufrir quemaduras debido a algún accidente o descuido. Los niños pequeños suelen ser muy curiosos y tienen la piel muy sensible, por eso es nuestro deber estar atentos y protegerles de una posible quemadura.

Si la quemadura es leve, se puede tratar desde casa y no entraña mayor peligro, pero si la quemadura es algo más serio, debemos acudir a un hospital sin pensarlo.


A continuación les enumeramos algunas causas comunes por las que nuestros hijos podrían sufrir quemaduras:

Debido al vapor (de algo que se cocina, del baño o la plancha), los niños podrían sufrir escaldaduras. Siempre hemos de estar atentos cuando estemos cocinando y probar el agua antes del baño.

Contacto con llamas u objetos calientes: Puede ocurrir también en la cocina, en la chimenea, secador de pelo y algunos electrodomésticos que emanan calor o fuego.

Quemaduras por químicos: Ocurren al tragar sustancias peligrosas, como lejía, detergentes, pilas pequeñas o cuando se derraman líquidos peligrosos y causan contacto con la piel.

Quemaduras eléctricas: cuando ocurre debido a algún cable suelto o al meter los dedos en un enchufe, etc.

Quemaduras por el sol: cuando los sobre-exponemos al sol sin protección.

Las quemaduras se clasifican en 1er, 2do y 3er grado, dependiendo del daño ocasionado en la piel. Las más leves son las quemaduras de primer grado y generalmente producen enrojecimiento en la piel o hinchazón, además de dolor. Las quemaduras de segundo grado pueden producir ampollas y el área quemada pues ser más rojiza y las de quemaduras de tercer grado, son evidentemente las más peligrosas y pueden producir entumecimiento debido al daño causado en el sistema nervioso.

Cualquiera de estos tipos de quemaduras puede ocurrir debido a los accidentes mencionados anteriormente. Debemos actuar con rapidez para reducir la temperatura del área quemada y evitar daños mayores en los tejidos.

Cómo actuar cuando algún niño sufre una quemadura:

Si su hijo sufre una quemadura de primer grado, lo primero que se debe hacer es quitarles la ropa alrededor del área quemada y echarles agua fresca en la quemadura. A continuación debemos pondremos alguna crema de aloe vera varias veces al día sobre el área afectada. Si quiere puede protegerlos con una tirita, aunque no es muy recomendable en los más pequeños.

Si su hijo sufre una quemadura que sospecha puede ser de segundo o tercer grado, inmediatamente se debe acudir al hospital y buscar atención médica al igual que si la quemadura es de más de 5 centímetros de diámetro, si la quemadura es por fuego, por electricidad o por tragar algún elemento químico. Si la quemadura se produce en la cara, manos o genitales o si cree que puede haber infección, también debería acudir a un especialista.

Mientras espera la llegada del médico, mantenga a su hijo recostado con la zona afectada lo más elevada posible. Tenga cuidado de no quitar la ropa que esté adherida a la piel ni romper ninguna ampolla.

Si cree que su hijo ha ingerido alguna sustancia química o se ha tragado algún objeto, no deje de acudir a urgencias inmediatamente.

Lo ideal es que evitemos este tipo de situaciones. La precaución es la mejor solución a las quemaduras y los padres podemos reducir el riesgo de que nuestros niños sufran este tipo de accidentes. Mantenga los mecheros, cerillas, químicos, velas, etc, lejos del alcance de los niños y cuando vayan a estar expuestos al sol, siempre aplicarles crema protectora, no sólo cuando van a la playa o piscina.