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El primer trabajo de los jóvenes

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Hoy en día existe en España la generación de jóvenes mejor formados de la historia. Muchos tienen idiomas, han terminado una carrera o han hecho algún máster al finalizar los estudios. Esta generación ha crecido en un entorno más permisivo y liberal que las anteriores y por ende, su forma de enfrentarse al mundo laboral y ejercer responsabilidades es diferente.

La crisis ha cambiado la relación laboral. Hoy en día es muy difícil conseguir un trabajo, por más cualificados que estén y muchos jóvenes sin experiencia laboral, acceden al primer trabajo (si tienen suerte) por debajo de su calificación profesional.

 Quizás es cierto que la juventud no adquiere un alto nivel de compromiso con la empresa, como hacían sus progenitores. Por ejemplo antes se le daba más valor a la presencialidad que a la calidad del trabajo, pero los jóvenes de hoy no están dispuestos a pasarse horas y horas en la oficina para demostrar su compromiso. Las empresas también deberían cambiar su forma de pensar, ya que estamos en la zona más baja en cuanto a productividad en Europa, a pesar de esa mentalidad.

Según Ignacio Megías, un investigador social, los jóvenes que acceden al mundo laboral son fruto de la educación que tienen, que viene marcada por los adultos, que les han primado en todos los valores que se asocian con lo juvenil. Muchos jóvenes se sienten seguros, modernos e inteligentes y acceden con cierto descaro al mundo laboral, pero deben adaptarse a seguir las reglas como los demás, a hacer esfuerzos para adaptarse, tomando iniciativas, siendo responsables y sobretodo respetando a los compañeros y superiores.

Nuestro deber como padres es aconsejarles y motivarles aunque el panorama sea desolador. Debemos alentarlos a que se formen, sí, pero también a que apliquen los valores mencionados anteriormente, fruto de nuestra educación. Por eso es necesario enseñarles desde pequeños a esforzarse por conseguir las cosas, a respetar a los demás, a ser tolerantes y pacientes para afrontar una situación grave en la crisis actual.

Antes era muy común que alguien entrara en una empresa y se jubilara allí. Ahora existe más rotación, más temporalidad. Los jóvenes de hoy día se sienten menos identificados con la empresa, pues a veces piensan que éstas no se identifica con ellos de la misma manera. Muchos jóvenes tienen buenas ideas e iniciativas que a veces ven frustradas por los que llevan muchos años y han hecho las cosas siempre de la misma manera, pero la sociedad cambia muy rápido y nuestros hijos deben aprender a defender sus ideas y darse a valorar, mientras las empresas deberían darle más oportunidad y escuchar las nuevas ideas.

Anteriormente se había creado la imagen de que si tienes buena formación, idiomas y movilidad laboral, podías acceder a cualquier empresa, pero esta situación ha cambiado.

Muchos jóvenes quieren trabajar; nuestros hijos quieren que les den una oportunidad en el mundo laboral y para ello necesitan que los padres les guiemos y les enseñemos valores como tenacidad, respeto y tolerancia, además de alentarles a autosuperarse para enfrentar obstáculos y hacer su trabajo cada día mejor.

Las temidas pataletas

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Si eres un padre o madre de niños entre 2 y 3 años, seguramente habrás pasado por la fase de las rabietas. Los niños intentan demostrar su rebeldía y establecer su individualidad y hacer las cosas a su manera. Cuando no le sale, su forma de manifestarlo es mediante pataletas o rabietas que, aunque sea una actitud normal en esta edad, no es fácil de tolerar y mucho menos en público.

El otro día, mientras bañaba a mi hija de 3 años, empezó a llorar sin motivo aparente y a chillar como si la estuvieran matando. Le pregunté con calma qué le pasaba y ella no podía ni hablar de la rabia que tenía en ese momento. Por más que le preguntaba si le dolía algo o si se había hecho daño con algo, ella sólo se limitaba a chillar sin atender a razones. Si le daba algún juguete, lo tiraba contra la pared, si la intentaba calmar, se ponía más rabiosa...al final opté por dejarla sola y cerrar la puerta a ver si se calmaba. Ella continuó llorando sin parar hasta que regresé al cabo de unos minutos. Ya desesperada, la saqué de la bañera y con firmeza, la vestí y la llevé al sofá, donde siguió llorando hasta que se calmó. Ya cuando estaba calmada, le volví a preguntar y me confesó que lloraba porque no quería mojarse el pelo y yo le mojé un poquito mientras la bañaba. Para mi fue increíble la reacción que tuvo en ese momento. Son las temidas rabietas.

Leía un artículo sobre ese tema en el que explicaba que los niños toman ejemplo de la conducta de los padres. Por eso, en ningún caso conviene que ellos presencien alguno de nuestros accesos de cólera y debemos intentar mantener el control ante situaciones de estrés, donde ellos estén presentes.

Si el niño se da cuenta que alguna rabieta ha surtido efecto y ha conseguido lo que quería, estamos perdidos. Su principal objetivo es llamar la atención. Por eso cuando les regañamos e intentamos razonar con ellos o simplemente no queremos darles algo que nos reclaman, utilizan esta arma para hacernos ceder.

La forma más rápida de evitar estas rabietas, es ignorándolos. Si nos aseguramos que el niño está en un lugar seguro y no puede haber ningún accidente, les podemos dejar solos hasta que ellos mismos se den cuenta de que no llaman la atención y su artimaña no surte efecto.

Algunos consejos para evitar las pataletas:

Intentar no mirar al niño mientras le dure la rabieta. Esto puede provocar que se prolongue más.

Decirle cuando su llanto disminuya algo que lo haga recapacitar: "Cuando hayas terminado de llorar, volveremos a jugar"

Apartarse y abandonar la habitación donde se encuentre el niño y vigilarlo de lejos.

Cuando el niño termine la rabieta, no darle importancia y darle la oportunidad de congraciarse con los demás, como si no hubiera pasado nada.

Si la rabieta se extiende, es recomendable sentar al niño en una silla y decirle que no se puede mover de allí hasta que no esté tranquilo durante un minuto, mientras le explicamos que estamos cansados de oírle.

Los niños son muy buenos actores y muchas veces ese llanto es fingido para lograr sus propósitos. Ellos se dan cuenta si uno de los progenitores está a punto de ceder, así que debemos mantenernos firmes y hacerles saber que haga lo que haga, no vamos a acceder a sus requerimientos.

Si el niño mantiene esa actitud mientras va creciendo, estas pequeñas rabietas se convierten en un problema, ya que es señal de que se ha habituado a obtener las cosas de esta forma por definición. Por ello debemos enseñarles que las rabietas son totalmente inadecuadas y que nadie de su entorno va a ceder en ningún momento.

Vacaciones en el camping

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Se acercan las vacaciones y los más afortunados (digo afortunados porque hoy en día no todo el mundo puede costearse unas vacaciones) están planeando la salida estival con sus retoños.

Los que tengan hijos pequeños, evidentemente, no tienen problemas para tomar la decisión, ya que los niños no opinarán sobre si les gusta el destino elegido o no; y si opinan, todavía nos vemos capaces de "arrastralos" allí donde vayamos.



Los que tengan hijos adolescentes y se los quieran llevar consigo, ya lo tienen un poquito más difícil, pues la decisión tiene que ser consensuada entre los miembros familiares y eso no es tarea fácil. Yo he sido adolescente y recuerdo en que hubo una época en la que quería ir a cualquier sitio...siempre que fuera alejada de mis padres y mis amigas estuvieran incluidas en el plan.

Bromas aparte, es muy difícil conciliar las vacaciones de verano con nuestros horarios laborales y tenemos que convertirnos en magos para ir "colocando" a nuestros hijos en colonias de verano, con los abuelos, con la vecina que se los queda... para luego compartir con ellos los pocos días de vacaciones que nos dan en el trabajo.

Una opción interesante son los campings. A los niños les encanta pasar las vacaciones en un camping. Allí tienen de todo: naturaleza, aire libre, piscina, juegos y actividades, algunos disponen de "mini clubs", otros ofrecen talleres, deportes y todo tipo de juegos. Para los padres es una muy buena opción, ya que los niños están en un entorno seguro y a la vez los tenemos "controlados" mientras ellos se divierten con los amigos. Es muy usual que los niños hagan amistad con otros niños y si es un camping que frecuentan cada año, seguramente van estrechando lazos con estos amiguitos.

Para los que piensen que un camping es incómodo, nada más lejos de la realidad, hoy en día es casi como ir a un hotel. Muchos tienen bungalows con todas las comodidades y bastante espaciosos para las familias. Generalmente hay cocina, ducha y habitación de matrimonio. Allí mismo puedes cocinar y comer en las terrazas al aire libre con los niños. Si no quieres cocinar durante las vacaciones, muchos de ellos ofrecen restaurantes y cafeterías para almorzar en sus instalaciones.

Es una opción alternativa, que seguro los niños disfrutan y nosotros agradecemos, pues nada como escaparse de la rutina y relajarse en la naturaleza, ya sea cerca a la playa o en la montaña.