Esta web utiliza cookies para obtener datos estadísticos de la navegación de sus usuarios. Si continúas navegando consideramos que aceptas su uso. Más información Cerrar

Mostrando entradas con la etiqueta rabietas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta rabietas. Mostrar todas las entradas

Niños con mal humor constante

|


Es normal que los niños se aburran o estén de mal humor, pero ese comportamiento no debería ser constante ni deberían ser irrepetuosos con sus padres.

A veces los padres nos desesperamos porque no sabemos qué hacer para terminar con ese mal genio y ayudar a nuestros hijos a que desarrollen las habilidades que necesitan para mejorar ese comportamiento.

Si su hijo altera la tranquilidad familiar constantemente, es posible que tenga que buscar ayuda de un profesional para que le enseñe a canalizar esa energía y convertirla en persistencia y fuerza de voluntad para conseguir cosas positivas, pero desde Educando a nuestros hijos, queremos darles algunos consejos que se pueden llevar a cabo desde casa para facilitar la convivencia en el hogar.

Lo primero es la comunicación con el pequeño. Hay que intentar explicarles que los adultos merecen un respeto, que cada persona ve las cosas de un punto diferente y qe puede usar sus talentos y habilidades para crear una mejor sociedad, aunque no siempre va a estar de acuerdo con las opiniones de los demás.

Luego esta el ejemplo que nosotros les damos. La forma en la que nosotros tratamos a las demás personas, siempre será un ejemplo para nuestros hijos. Trate a los demas con respeto y educación.

Limite los videojuegos y películas o dibujos violentos. Muchos niños intentan imitar estas acciones violentas que ven en la televisión.

Hágale saber a su hijo que usted le quiere a pesar de que no le gusta su comportamiento. Ellos necesitan sentirse queridos y es posible que reflexionen sobre ello.

No intente luchar por el poder en todas las ocasiones. Es importante escoger los motivos importantes y no querer ganar siempre en la lucha por el poder. Ellos tienen que saber que en las cosas importantes nos tienen que obedecer, pero no entremos en una lucha constante por cualquier motivo menor.

Enseñe a su hijo a lidiar con el enfado. Hay varias estrategias que pueden utilizar, como respirar profundamente o pensar por un minuto antes de hablar y decir las cosas de mala forma o marcharse y regresar cuando se le haya pasado el enfado.

Y sobretodo fije límites y sea consecuente con los castigos. Usted es el adulto, usted fija las normas y su hijo debe acatarlas y comportarse con respeto hacia sus padres. Deje claro cuales son los límites desde el principio y si no los cumple, aplique las consecuencias que ha impuesto, que no necesariamente deben ser muy esctrictas, lo que sí deben ser reales. Si usted le dice a su hijo que si se sigue comportando mal se va a ir a su cuarto, aunque sean 5 minutos, aplique ese castigo. Así aprenderan que la cosa va en serio y la próxima vez se lo pensaran mejor.

Tenga en cuenta que el mal humor y el enfado pueden ser una fachada para otras emociones que no saben canalizar, como frustraciones, temores, impotencia o dolor. Hay que intentar buscar la causa y a partir de ahí, tratar de solucionarlo.

Chantaje de los hijos

|

Nos sorprendería saber que los niños aplican "técnicas de chantaje" con los padres desde la más tierna infancia. Ya desde los 2 o 3 años, cuando empiezan la fase de las pataletas, los niños intentan manipularnos y hacernos ceder empleando gritos y rabietas.

Lo más importante es reconocer por nuestra parte que estamos siendo sometidos a un chantaje e intentar volver a tomar el control de la situación. Evidentemente no es lo mismo un chantaje de un niño de dos años al chantaje de un adolescente. Desde el principio se ha de atajar esta conducta, para que luego no sea demasiado tarde.

Los niños son muy hábiles y saben cuándo utilizar nuestros sentimientos para conseguir algo que desean. Yo lo veo en mi hija pequeña, que ha desarrollado una capacidad de llorar a lágrima viva cuando quiere conseguir algo y a los 5 minutos ya se está riendo a carcajadas.

Los padres debemos analizar la situación y una vez nos damos cuenta de las situaciones que son motivo de chantaje, nos tenemos que poner de acuerdo entre la pareja y la familia para adoptar una actitud firme y estar unidos en las decisiones que se toman. Poco a poco iremos observando cambios positivos en la actitud de los hijos.

La regla de oro cuando un niño nos intenta chantajear, aparte de actuar con firmeza, es no prestarles atención y hacer caso omiso de su rabieta. Cuando tomemos una decisión, el niño debe cumplirla y nosotros no debemos darles mil y una explicaciones, pues con ello mostramos debilidad y al final consiguen tomarnos el pelo, puesto que en ese momento, el niño no está dispuesto a razonar, sino que su objetivo principal es conseguir sus objetivos.

Con ello no queremos decir que se debe abusar de nuestra autoridad. Si bien debemos ser firmes, tampoco tenemos que abusar de nuestra posición de superioridad.

Cuando se pacta algo con los hijos, ese pacto queda establecido y no es bueno estar cuestionándolo todos los días y a todas horas, pues hay niños muy insistentes y podríamos acabar cediendo.

Está claro que se debe tratar a cada niño de acuerdo a su edad y su madurez. Hay que explicarles con el lenguaje adecuado para cada edad, que nosotros hemos tomado una decisión y ellos deben de cumplirla, porque si no lo hacen, tendrán consecuencias y desde luego, si las hemos establecido, debemos ser firmes y cumplirlas. Estas pautas contribuyen a la educación de nuestros hijos y aunque en ese momento ellos no se den cuenta, luego agradecerán haber tenido ciertos límites, pues eso los hará ser mejores personas.

Las temidas pataletas

|

Si eres un padre o madre de niños entre 2 y 3 años, seguramente habrás pasado por la fase de las rabietas. Los niños intentan demostrar su rebeldía y establecer su individualidad y hacer las cosas a su manera. Cuando no le sale, su forma de manifestarlo es mediante pataletas o rabietas que, aunque sea una actitud normal en esta edad, no es fácil de tolerar y mucho menos en público.

El otro día, mientras bañaba a mi hija de 3 años, empezó a llorar sin motivo aparente y a chillar como si la estuvieran matando. Le pregunté con calma qué le pasaba y ella no podía ni hablar de la rabia que tenía en ese momento. Por más que le preguntaba si le dolía algo o si se había hecho daño con algo, ella sólo se limitaba a chillar sin atender a razones. Si le daba algún juguete, lo tiraba contra la pared, si la intentaba calmar, se ponía más rabiosa...al final opté por dejarla sola y cerrar la puerta a ver si se calmaba. Ella continuó llorando sin parar hasta que regresé al cabo de unos minutos. Ya desesperada, la saqué de la bañera y con firmeza, la vestí y la llevé al sofá, donde siguió llorando hasta que se calmó. Ya cuando estaba calmada, le volví a preguntar y me confesó que lloraba porque no quería mojarse el pelo y yo le mojé un poquito mientras la bañaba. Para mi fue increíble la reacción que tuvo en ese momento. Son las temidas rabietas.

Leía un artículo sobre ese tema en el que explicaba que los niños toman ejemplo de la conducta de los padres. Por eso, en ningún caso conviene que ellos presencien alguno de nuestros accesos de cólera y debemos intentar mantener el control ante situaciones de estrés, donde ellos estén presentes.

Si el niño se da cuenta que alguna rabieta ha surtido efecto y ha conseguido lo que quería, estamos perdidos. Su principal objetivo es llamar la atención. Por eso cuando les regañamos e intentamos razonar con ellos o simplemente no queremos darles algo que nos reclaman, utilizan esta arma para hacernos ceder.

La forma más rápida de evitar estas rabietas, es ignorándolos. Si nos aseguramos que el niño está en un lugar seguro y no puede haber ningún accidente, les podemos dejar solos hasta que ellos mismos se den cuenta de que no llaman la atención y su artimaña no surte efecto.

Algunos consejos para evitar las pataletas:

Intentar no mirar al niño mientras le dure la rabieta. Esto puede provocar que se prolongue más.

Decirle cuando su llanto disminuya algo que lo haga recapacitar: "Cuando hayas terminado de llorar, volveremos a jugar"

Apartarse y abandonar la habitación donde se encuentre el niño y vigilarlo de lejos.

Cuando el niño termine la rabieta, no darle importancia y darle la oportunidad de congraciarse con los demás, como si no hubiera pasado nada.

Si la rabieta se extiende, es recomendable sentar al niño en una silla y decirle que no se puede mover de allí hasta que no esté tranquilo durante un minuto, mientras le explicamos que estamos cansados de oírle.

Los niños son muy buenos actores y muchas veces ese llanto es fingido para lograr sus propósitos. Ellos se dan cuenta si uno de los progenitores está a punto de ceder, así que debemos mantenernos firmes y hacerles saber que haga lo que haga, no vamos a acceder a sus requerimientos.

Si el niño mantiene esa actitud mientras va creciendo, estas pequeñas rabietas se convierten en un problema, ya que es señal de que se ha habituado a obtener las cosas de esta forma por definición. Por ello debemos enseñarles que las rabietas son totalmente inadecuadas y que nadie de su entorno va a ceder en ningún momento.