Si eres un padre o madre de niños
entre 2 y 3 años, seguramente habrás pasado por la fase de las
rabietas. Los niños intentan demostrar su rebeldía y establecer su
individualidad y hacer las cosas a su manera. Cuando no le sale, su
forma de manifestarlo es mediante pataletas o rabietas que, aunque
sea una actitud normal en esta edad, no es fácil de tolerar y mucho
menos en público.
El otro día, mientras bañaba a mi
hija de 3 años, empezó a llorar sin motivo aparente y a chillar
como si la estuvieran matando. Le pregunté con calma qué le pasaba
y ella no podía ni hablar de la rabia que tenía en ese momento. Por
más que le preguntaba si le dolía algo o si se había hecho daño
con algo, ella sólo se limitaba a chillar sin atender a razones. Si
le daba algún juguete, lo tiraba contra la pared, si la intentaba
calmar, se ponía más rabiosa...al final opté por dejarla sola y
cerrar la puerta a ver si se calmaba. Ella continuó llorando sin
parar hasta que regresé al cabo de unos minutos. Ya desesperada, la
saqué de la bañera y con firmeza, la vestí y la llevé al sofá,
donde siguió llorando hasta que se calmó. Ya cuando estaba calmada,
le volví a preguntar y me confesó que lloraba porque no quería
mojarse el pelo y yo le mojé un poquito mientras la bañaba. Para mi
fue increíble la reacción que tuvo en ese momento. Son las temidas
rabietas.
Leía un artículo sobre ese tema en el
que explicaba que los niños toman ejemplo de la conducta de los
padres. Por eso, en ningún caso conviene que ellos presencien alguno
de nuestros accesos de cólera y debemos intentar mantener el control
ante situaciones de estrés, donde ellos estén presentes.
Si el niño se da cuenta que alguna
rabieta ha surtido efecto y ha conseguido lo que quería, estamos
perdidos. Su principal objetivo es llamar la atención. Por eso
cuando les regañamos e intentamos razonar con ellos o simplemente no
queremos darles algo que nos reclaman, utilizan esta arma para
hacernos ceder.
La forma más rápida de evitar estas
rabietas, es ignorándolos. Si nos aseguramos que el niño está en
un lugar seguro y no puede haber ningún accidente, les podemos dejar
solos hasta que ellos mismos se den cuenta de que no llaman la
atención y su artimaña no surte efecto.
Algunos consejos para evitar las
pataletas:
Intentar no mirar al niño mientras le
dure la rabieta. Esto puede provocar que se prolongue más.
Decirle cuando su llanto disminuya algo
que lo haga recapacitar: "Cuando hayas terminado de llorar,
volveremos a jugar"
Apartarse y abandonar la habitación
donde se encuentre el niño y vigilarlo de lejos.
Cuando el niño termine la rabieta, no
darle importancia y darle la oportunidad de congraciarse con los
demás, como si no hubiera pasado nada.
Si la rabieta se extiende, es
recomendable sentar al niño en una silla y decirle que no se puede
mover de allí hasta que no esté tranquilo durante un minuto,
mientras le explicamos que estamos cansados de oírle.
Los niños son muy buenos actores y
muchas veces ese llanto es fingido para lograr sus propósitos. Ellos
se dan cuenta si uno de los progenitores está a punto de ceder, así
que debemos mantenernos firmes y hacerles saber que haga lo que haga,
no vamos a acceder a sus requerimientos.
Si el niño mantiene esa actitud
mientras va creciendo, estas pequeñas rabietas se convierten en un
problema, ya que es señal de que se ha habituado a obtener las cosas
de esta forma por definición. Por ello debemos enseñarles que las
rabietas son totalmente inadecuadas y que nadie de su entorno va a
ceder en ningún momento.