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Juegos en la carretera

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A menudo hacemos viajes largos en carretera con nuestros hijos y muchas veces ellos terminan aburriéndose de estar tanto tiempo en el vehículo. Por eso, en el articulo de hoy, queremos proponerles diferentes juegos para entretener a los niños y que la jornada del viaje se les haga más amena. Estos juegos son ideales para niños entre 4 y 12 años.                            
                                         


Juego de las letras

Se trata de que un miembro de la familia elige una letra y dice: “Un, dos, tres, decimos palabras con la letra … P (por ejemplo)” y cada uno debe decir una palabra con dicha letra, hasta que ya no les salga ninguna palabra o se repita la palabra más de una vez. Se van turnando las personas que vayan en el vehículo, eligiendo letras diferentes cada vez. Gana el que menos se equivoque. Este juego favorece la habilidad con las palabras y les ayuda a relacionar las letras del alfabeto con las palabras seleccionadas.

Juego alfabético

Este juego se inicia encontrando alguna palabra en un cartel o letrero que veamos en el camino, que empiece con la letra A. El primero que la encuentre, dice la palabra en voz alta y el próximo objetivo es encontrar una palabra que empiece por la B y así sucesivamente hasta terminar el alfabeto en la Z. Se pueden omitir letras complicadas como la k, la q o la ñ.

Juego de las matrículas

Se pueden hacer dos versiones de este juego. Por un lado, se puede intentar contar las matrículas extranjeras que se vean por la carretera y gana el que consiga más al final del recorrido.

Otra versión es sumar los dos primeros números y los dos últimos de cada matrícula y si ambas sumas dan el mismo resultado, se gana un punto. Gana el que más puntos tenga.

Estos juegos refuerzan la habilidad matemática y el cálculo mental, a la vez que los mantienen entretenidos.

Juego de geografía

Se trata de nombrar un lugar, ya sea una ciudad o un país y la siguiente persona debe decir otro lugar con la letra que termina la primera palabra, y así sucesivamente. Por ejemplo, si se dice España, la otra persona dice Atenas, la otra puede decir Singapur, etc. Este juego es para niños un poco más mayores.

Veo veo

Este juego es un clásico para jugar en el camino. Generalmente dejamos que el niño elija algo que ve en dentro del coche y nos dice de qué color es. El resto tiene que adivinar de qué objeto se trata.

Con los más pequeños, siempre podemos cantar canciones infantiles con ellos durante la travesía. También está la opción de ponerles un reproductor de dvd en la parte trasera del vehículo y ponerles alguna película que los entretenga un rato, pero por supuesto, esta opción no será tan divertida como jugar con los papás.

Si el viaje es muy largo, es conveniente parar y descansar. Los niños deben caminar un rato y despejarse un poco para retomar las fuerzas y seguir nuestro camino.

Regalos para nuestros hijos

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Un tema que llama la atención hoy día, es el de los regalos que hacemos a nuestros hijos. Cualquier fecha y motivo es ideal para hacerles un regalo. Recientemente ha pasado la Navidad y ya no sólo llegan los Reyes Magos, sino Papá Noel, el regalito del colegio, el regalito de los familiares, los vecinos, etc. Atiborramos a nuestros hijos con inmensas cajas y multitud de regalos de todas formas y colores, muchas veces innecesarios y que, en realidad, nos gustan más a nosotros que a ellos. Recuerdo una Navidad que mi sobrino de 3 años y medio, después de todo un día de recibir regalos por parte de toda la familia, cuando llegaron los tíos con más regalos, explotó y dijo: "¡ya no quiero más regalos!" Me puse a pensar que para que un niño diga eso, realmente debía estar saturado.


Me tengo que incluir entre los padres que caemos en la tentación del consumismo ya que al final termino comprándoles más cosas de la cuenta, pensando en la carita de ilusión que pondrán al recibirlos; pero la cruda realidad, es que esa carita de ilusión, dura los diez minutos que tardan en abrir los regalos y dos semanas después, muchos de esos juguetes acaban en una esquina sin que nadie les haga caso.

Aparte de la Navidad, los niños reciben regalos por su cumpleaños, cuando se les cae un diente llega el ratoncito Pérez, cuando hacen la Primera comunión, etc. Recuerdo que en mi época, cuando se me caía un diente, al día siguiente encontraba una moneda bajo la almohada, que seguramente no me llegaría más que para alguna chuchería, pero con eso ya era feliz. Hoy en día, en muchos hogares, esa moneda se ha sustituido por billetes o por cajas de regalos enormes que no tienen razón de ser.

En su libro (muy recomendable) “Papás blandiblup”, Mª Ángeles López nos pone el ejemplo de la Primera Comunión. Dice que ya son pocos los niños que no asocian este acontecimiento con la recepción de una avalancha de regalos caros. Para muchos es la única motivación de hacer la Primera Comunión. Los niños van vestidos de almirantes y las niñas con pomposos vestidos carísimos, compitiendo a ver quién va más elegante. De hecho, lo que menos importa es la celebración religiosa.

Lo peor es que los niños ya no piden, sino exigen ser recompensados con estos regalos. Se porten como se porten, saben que el día de Reyes, que el día de su cumpleaños o en su primera comunión, llegarán montones de regalos para ellos y pobre de nosotros como no sea así.


Alguien me explicó que durante su infancia, estuvo tres años para reunir unos cupones que le daban derecho a una bicicleta. Estuvo tres Navidades sin recibir ni un solo regalo, para al final tener su recompensa. Eso hizo que la cuidara, que la mimara y que valorara mucho más ese objeto que tanto esfuerzo le había costado conseguir, sintiéndose orgulloso cuando al fin lo logró. Eso me hizo pensar en que nuestros hijos tienen de todo y aún así quieren más. Nuestra misión en enseñarles a valorar las cosas e intentar que se esfuercen en conseguirlas, para que las cuiden y las valoren por lo menos un poquito más.

Quitar el pañal

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Muchos padres se preguntan cuál es la edad idónea para quitarle el pañal a nuestros hijos. No hay una edad exacta para hacerlo y cada niño es diferente, por lo que tendremos que tener en cuenta el nivel de madurez del niño, aunque la edad recomendable para empezar con el proceso es alrededor de los 2 años. El control de esfínteres conlleva un aprendizaje, ya que pasa de ser un acto reflejo automático a ser un acto voluntario y controlado.

¿Cómo sabemos cuándo nuestro hijo/a está suficientemente maduro para quitarle el pañal? Ésta es una buena pregunta que podemos responder observando algunos indicadores que nos ayudan a conocer el grado de madurez de nuestro hijo.

Para empezar, es bueno que el niño tenga alguna noción sobre su esquema corporal, que tenga consciencia sobre su propio cuerpo para poder percibir las sensaciones que ocurren antes y después de orinar y defecar.

También es importante que sepa comunicarse con claridad, que sepa el significado de las palabras pipí y caca y que las pueda pronunciar, además el niño debería haber adquirido un grado de autonomía suficiente, que le permita realizar las acciones que implica el control de esfínteres, como ir solo al lavabo, bajarse los pantalones, etc).

Una vez nuestro hijo haya adquirido este grado de madurez, debería ser capaz de aguantar el pipí durante períodos largos de tiempo, por ejemplo, hasta el próximo cambio de pañal.

Debemos empezar a acostumbrar al niño al uso del orinal. Siempre es mejor iniciarse en la temporada de verano, tanto para evitar que pasen frío como para lavar su ropa de recambio. Es normal que ocurran "accidentes" constantemente, por lo que debemos ir preparados con varias mudas de recambio.

Los mejores momentos para poner el niño en el orinal, es cuando se despiertan, después de las comidas y antes de acostarse. No es recomendable tener al niño demasiado tiempo en el orinal, si no hace nada, lo sacamos y dentro de un ratito, lo volvemos a poner. Cada vez que nuestro niño haga pipí o caca, lo elogiaremos y felicitaremos para reforzar su conducta. Durante el día los pondremos cada 2 o 3 horas en el orinal, pero no debemos agobiarles constantemente preguntándoles si tienen pipí, porque al final conseguimos un rechazo hacia el orinal. Progresivamente, el niño aprenderá a controlar y pedir él mismo cuando quiera ir al baño.

Si el niño va a la guardería o lo cuida otra persona, es importante mantener una sintonía y ponerse de acuerdo entre las partes implicadas para hacerlo todos a la vez.

Para quitar el pañal nocturno, una vez hayamos conseguido el control diurno, es muy importante que el niño se acostumbre a ir al baño antes de acostarse y no ingerir líquidos una o dos horas antes. Es probable que durante los primeros días, no aguante seco toda la noche, pero poco a poco irá adquiriendo el hábito.

Hay que tener mucha paciencia y sobretodo mantenerse firme, ya que una vez hayamos iniciado este aprendizaje, hay que seguir adelante y no volver a ponerle el pañal, porque le crearía confusión a los niños. Siempre que podamos, es mejor que lleven ropa cómoda, para facilitar su autonomía a la hora de ir al baño.

¡Suerte papás y ánimos, que con cariño y constancia, todo se consigue!