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Peleas y conflictos entre niños

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Seguramente alguna vez nuestros hijos nos han comentado que han tenido alguna pelea, alguna riña o simplemente se sienten acosados por algún compañero de colegio, algún niño del barrio o un amiguito.


 La primera tentación que sentimos los padres es la de intervenir en el conflicto, ayudando a nuestros hijos a resolver la situación, sobretodo si son pequeños, pues los vemos como seres indefensos y vulnerables.

Hay niños agresivos, niños a los que les encanta molestar a sus compañeros de clase o del barrio, simple porque disfrutan con ello.

Evidentemente nuestros hijos se deben sentir respaldados y saber que pueden contar con sus padres, sin embargo, debemos ser prudentes a la hora de actuar. Sobretodo debemos permanecer calmados y no mostrarnos muy indignados delante de ellos, pues podemos propiciar que la historia que nos cuentan sea un poco más dramática a medida que crece nuestra indignación o por el lado contrario, que se calle y no nos cuente la situación real.

En primer lugar, debemos analizar si el hecho es lo suficientemente importante para nuestra intervención o simplemente es una pelea entre niños sin demasiada importancia. Una vez analizado, es importante contrastar la información, con los maestros o a través de otros adultos o niños que nos den confianza. 

Lo primero es hablar con nuestros hijos para que propongan soluciones. Debemos alentarles a que ellos mismos resuelvan sus problemas y no subestimar su autonomía. ¿Qué padre o madre no se ha visto tentado a atajar una pelea ya sea verbal o física entre su hijo y otro niño? Es muy normal y sería lo más fácil para nosotros los padres, pero con ello contribuimos a crear niños inmaduros e incapaces de enfrentarse a las diversas situaciones de la vida. 

Hay que intentar que se pongan en la situación del otro niño y reflexionar sobre el caso. Si pensamos que ellos mismo pueden salir airosos de la situación, le animaremos a utilizar su inteligencia emocional para salir airosos de la situación, dentro de la mejor lógica posible.

Si comprobamos que en la escuela, hay algún niño que efectivamente, está influyendo en nuestro hijo de forma negativa o lo hacen sentir acosado, consultaremos con la maestra sobre cómo actuar y entre los dos buscaremos favorecer su autonomía para que se sienta más seguro a la hora de actuar en ese conflicto.

Si el problema viene generado por algún niño de fuera de la escuela, conviene vigilar de cerca la actitud de ese niño y comprobar si actúa igual cuando está solo o en grupo y si vemos que la situación es grave, debemos intervenir y ayudar a cortar el conflicto. En ese caso, demos intentar evitar el contacto y cambiar la rutina que facilita esos encuentros.

Lo que está claro es que nuestros hijos deben generar sus propios recursos y ser más autónomos en la resolución de los conflictos, para que adquieran la madurez necesaria y puedan enfrentarse a ellos con mucha más facilidad y eficacia en su edad adulta.

He aquí alguna lectura interesante sobre el tema:

El hijo favorito

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Los que no hemos sido hijos únicos, seguramente en algún momento de nuestras vidas hemos tenido la sensación de que alguno de nuestros hermanos o nosotros mismos somos los hijos favoritos de papá o mamá.

Cuando a un padre o madre se les pregunta si tienen algún hijo predilecto, generalmente la respuesta es que los quieren a todos por igual, pero varios estudios han demostrado que los padres, aunque no lo admitan, sienten mayor predilección por alguno de sus hijos.


De pequeña siempre tuve la sensación de que mi hermano mayor era el favorito de mis padres. Ahora que soy madre, a veces me pregunto si tendré algún favoritismo entre mis dos hijos y cómo reaccionaré ante ello.

Personalmente pienso que no se trata de que un hijo sea el favorito o no, sino que es cuestión de afinidad de caracteres. Inconscientemente es posible que sintamos más afinidad con el hijo que mejor relación tenga con nosotros o más parecido sea a nuestro carácter, sin que ello signifique que sea el favorito o favorita. Es normal sentir mayor empatía y más facilidad de comunicación con alguno de nuestros hijos, al igual que nos sucede con las personas con las que nos relacionamos en nuestro entorno.

Existen estudios que indican que los primogénitos son más propensos a ser los hijos favoritos sin embargo nada impide que el segundo o tercer hijo le robe el protagonismo y termine siendo el predilecto.

Los niños que notan esas diferencias y se sienten menos queridos, suelen llamar la atención de sus padres portándose mal y muchas veces tienen falta de autoestima, llegando a desarrollar alguna depresión o ansiedad. Si bien, es cierto que a veces el resto de familiares que se percatan de la situación, suelen "compensar" ese favoritismo, dándole más atención a estos niños.

Los padres no debemos sentirnos "culpables" por tener preferencias por algún hijo. Cada familia es diferente y las circunstancias en la que nuestros hijos han venido al mundo pueden haber sido totalmente distintas. Lo que no debemos hacer nunca es discriminar al resto de hijos ni fomentar los celos entre hermanos. Debemos mantener momentos y relaciones en exclusiva con cada uno de nuestros hijos e intentar fomentar su autoestima, apreciando las virtudes de cada uno y reconociendo los defectos de todos. Es posible querer a todos los hijos por igual aunque se les quiera de manera distinta.

He aquí alguna lectura interesante sobre el tema:

Adolescentes y su imagen

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Una vez los niños llegan a la pre-adolescencia o incluso antes, empiezan a mostrar preferencias y quieren elegir personalmente su vestimenta y su aspecto personal.


Cuando nuestros hijos llegan a la adolescencia, sienten la necesidad de ser independientes en todos los aspectos y la imagen que proyectan es muy importante para ellos. Para los adolescentes es muy importante sentirse valorados e integrados en su grupo social. Es común que quieran seguir la moda o tendencias del momento, para sentirse reconocidos e integrados en su grupo. Para muchos padres, esas tendencias y modas les pueden parecer inapropiadas e incluso estrambóticas, siendo un tema de conflicto con sus hijos adolescentes.

Cuando los niños son pequeños, los padres nos preocupamos en que estén limpios y bien vestidos, que vayan de forma adecuada al colegio y a otros lugares, pero llega un momento en que nuestra opinión empieza a perder fuerza y nuestros hijos empiezan a decidir lo que se quieren poner y cómo se quieren vestir. Generalmente suelen mostrar rechazo a todo lo que han llevado hasta ahora y suelen tener gustos opuestos a los de sus padres, pues piensan que ya no son niños y que deben mostrar un estilo propio, adecuado a su personalidad.

Los padres debemos restarle importancia a este tema, siempre y cuando no sea algo alarmante. Debemos ser capaces de "negociar" e intentar no mostrar demasiado rechazo a un tipo de vestimenta o una moda, pues el adolescente tiende a encontrarla más atractiva aún.

Algunos jóvenes se toman muy en serio su imagen física y llegan a sentir ansiedad y preocupación por cómo los ven los demás. Muchos se sienten influenciados por las marcas y modas que han creado las multinacionales y sienten necesidad de ir vestidos tal como dicta la industria de la moda. Su imagen está relacionada con su autoestima y por supuesto que para ellos es de vital importancia.

Los padres podemos orientarles y dejarles libertad para elegir, pero sin caer en la tentación de proporcionarles todo lo que nos pidan, por ejemplo, asignando un presupuesto y ayudándolos a adaptarse a su entorno social con responsabilidad y de forma racional.