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Cuéntame un cuento

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Los cuentos son una fuente inagotable de recursos para educar y enseñar a nuestros hijos y tienen un valor muy importante durante la etapa infantil porque además de contribuir al desarrollo de sus capacidades en los diferentes ámbitos, también favorecen el desarrollo cognitivo y de la lógica infantil.

Los niños quieren saber y descubrir cosas nuevas. Podemos valernos de los cuentos para explicar situaciones en los que ellos se vean reflejados, o enseñarles los diferentes valores o moralejas, a la vez que se divierten y echan a volar su imaginación.

Si les leemos un cuento cada día, estaremos estimulando su capacidad de expresión y además enriquecemos su vocabulario. Si el niño o niña es muy pequeño, es muy probable que también sientan curiosidad por aprender las letras, que ellos ven como signos indescifrables.

También podemos inventarnos cuentos con diferentes personajes que se enfrentan a problemas de la vida real y a la vez enseñarles a resolver algunos de los conflictos con los que se enfrentarán a lo largo de sus vidas, intentando darles soluciones positivas mientras les transmitimos seguridad a través del cuento.

Para los niños, escuchar un cuento, también es un gran momento para captar su atención. En ese momento, ellos sienten la emoción de las historias y la comparten en silencio, esperando ver cómo se desarrolla el final.

Es muy importante darles ejemplo, que nos vean leer e incitarles a que ellos adquieran hábitos lectores y poco a poco lo tomen como algo habitual. Una buena idea es llevarlos a la biblioteca y enseñarle los diferentes tipos de cuentos para su edad y allí pueden desarrollar el gusto por la lectura y adquirir el hábito.

A los 3 años ya se puede puede empezar a contarles cuentos no demasiado largos y con historias sencillas, pues todavía su capacidad de atención no está desarrollada del todo. Debemos intentar no introducir elementos de miedo o inquietud ni ponerle demasiados personajes al cuento, para que lo pueda seguir con facilidad.

Sobre los 4 años, los niños tienen una imaginación y fantasía desbordante, por lo cual, es adecuado contarles historias de personajes fantásticos, objetos extraños que hablan o ciudades encantadas.

Sin embargo, a partir de los 5 años, el niño ya prefiere historias con mayor realismo, por lo que es mejor introducir personajes reales, niños con los que pueda identificarse y es un buen momento para introducir valores, ampliar la duración de los cuentos y el vocabulario, intentando no cansarlos demasiado.

En próximos artículos, hablaremos sobre los diferentes tipos de cuentos y los más adecuados para cada edad.

Las buenas palabras

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No es muy común escuchar en los niños hoy en día las palabras "Buenos días", "por favor" o "gracias" en su vocabulario cotidiano. Al menos en el entorno de mi hijo de 5 años, es raro oirlos utilizar estas palabras en su vocabulario habitual. 


En mi caso, intento inculcarles a mis hijos de 5 y 3 años, estas normas de educación que son básicas. No quiero presumir de que mis hijos son los mejores educados, porque no lo son y porque cada vez tengo que recordarles con la típica frase..."¿Cómo se dice? para que ellos contesten: "Graciaaaas", pero pienso que a base de constancia e insistencia, lograré que en algún momento de sus vidas lo digan como algo natural.

Y como yo, muchos padres harán lo mismo, pero muchos otros se piensan que la educación es tarea del centro escolar, como si la cosa no fuera con ellos. "Bastante pago para que los eduquen en el colegio"...he oído decir en algún momento. Me parece increíble que aún hoy en día, muchos padres releguen la educación de sus hijos a un segundo plano. Nosotros los padres somos su ejemplo a seguir y ellos repetirán lo que nos vean hacer y decir.

En una reunión con la profesora de mi hijo, me contaba una anécdota en la que un niño de su clase (de 5 años de edad), no podía decir una frase completa si incluir palabrotas en ella. Al final del curso, la maestra habló con la madre y le dijo: "Ay mamá, ¿cómo podríamos hacer para evitar que tu hijo hable con ese vocabulario?", y la madre le contestó: "¡Pues no lo sé, porque el muy cabrón, en casa no hace eso!" Sólo con esa frase, la profesora pudo ver el ejemplo que el niño tenía en casa.

Para evitar estas situaciones, debemos explicarles a los niños que esas palabras son irrespetuosas, que ofenden y no son agradables. Lo que no debemos hacer es reírnos cuando dicen palabrotas ni darle excesiva importancia, para que vean que no causan ningún efecto y poco a poco se olviden.

Hay situaciones en la que a los padres se nos escapan algunas de estas palabras delante de nuestros hijos y es completamente normal, porque a veces hay situaciones en la que nos sale de forma natural, pero esa forma de hablar no debe ser habitual y nosotros somos los primeros que debemos intentar evitarlas y además enseñarles las palabras de agradecimiento y de cortesía que tan necesarias son hoy en día en los jóvenes. 

La familia es la base de la educación y nuestro compromiso es educarles de la mejor manera posible para que en el futuro sean mejores personas.

Juegos de verano para niños

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Ahora que llega el verano, a los niños les gusta disfrutar del aire libre y nosotros los padres podemos entretenerlos y organizar juegos para que se diviertan. Hoy les proponemos algunos juegos para practicar en grupo, ya sea con los amigos o en algún cumpleaños.



La Mosca ciega

Para jugar este juego, se necesitan varios pañuelos (tantos como jugadores hayan) y una campanita.

El juego es al revés que la gallinita ciega, ya que se trata de que un niño se ponga la campanilla en una mano y la vaya agitando, mientras los demás, con los ojos vendados, tienen que seguir el sonido e intentar capturar a la mosca. Este juego sirve para afinar la sensación auditiva a distancia y es muy divertido.

El juego de la pelota fija

Para este juego es necesario una pelota y es ideal estar en un espacio exterior bastante amplio. Pueden participar muchos jugadores.

Los niños hacen un círculo y en medio se pone un jugador con la pelota. Éste la lanza al aire, lo suficientemente alta para dar 3 palmadas y luego cogerla, sin dejar que toque el suelo. Mientras la pelota está en el aire, los que están en el círculo, deben alejarse corriendo. 

Cuando el jugador del centro vuelve a coger la pelota, grita: "¡Pelota fija!" y todos los demás deben quedarse quietos. El jugador del centro, debe tirar la pelota para darle a uno de los otros niños y éstos no pueden mover los pies, sólo el cuerpo para esquivarla. 

Si golpea a alguien con la pelota, todos los demás escapan de nuevo y el que la ha tirado, también se aleja corriendo. El niño o niña al que han golpeado, esta vez debe lanzar la pelota al aire y hacer lo mismo que al principio.

Si la pelota no le da a nadie, el jugador del centro que la había tirado, tiene que ir corriendo a buscarla y repetir todo lo anterior, intentando mejorar su puntería.

Las verduras del huerto

Para este juego pueden participar varios jugadores. Se trata de nombrar un cocinero o cocinera y a cada niño se le da el nombre de una verdura. Se ha de señalar un árbol o un punto de meta. Cuando el cocinero dice: Voy a cocinar una sopa con...¡Apio y zanahoria! Los niños que han sido nombrados apio y zanahoria, deben salir corriendo hasta la meta. Si el cocinero no los pilla, se libran de estar en la sopa, pero si son pillados...¡serán cocidos en el puchero para hacer una deliciosa sopa!

Esperamos que pongáis en práctica alguno de estos juegos para niños de entre 4 y 8 años y próximamente iremos dando más ideas para que nuestros hijos disfruten jugando y a la vez adquieran habilidades mientras se divierten.