Esta web utiliza cookies para obtener datos estadísticos de la navegación de sus usuarios. Si continúas navegando consideramos que aceptas su uso. Más información Cerrar

¿Educan los abuelos?

|
 
¿Educan los abuelos? Es la frase con la que iniciaron la reunión en la guardería de mi hija menor. La directora nos convidaba a reflexionar sobre esa frase, pues cada vez es más constante que los abuelos sean los que llevan y recogen a sus nietos al centro escolar, por no mencionar todo tipo de actividades que comparten con ellos en la vida cotidiana.


La respuesta es clara; por supuesto que los abuelos educan, pero...¿educan como nosotros queremos o educan a su manera? Eso ya es otra cuestión, pero está claro que los abuelos infunden valores a nuestros hijos, la mayoría comparten historias y experiencias con sus nietos de forma enriquecedora y les intentan enseñar en la forma en que creen conveniente, a ser mejores personas.

Muchas veces mimarán a nuestros hijos o les darán caprichos que nosotros no les solemos permitir, pero eso no es malo, los abuelos tienen otro rol en la vida de sus nietos; ellos ya criaron a sus hijos y ahora les toca compartir de una forma más sosegada y tranquila, la crianza de sus nietos.

Muchos padres exigen a los abuelos una dedicación total y absoluta con los nietos, sin embargo a veces se quejan de que no los están educando como ellos quisieran, pero pienso que ahí está el problema; los abuelos no están exclusivamente para educar y criar a sus nietos, sino para compartir con ellos, para guiarles, para darles cariño y enseñarles las cosas de la vida, que con su gran experiencia, seguro les harán grandes aportaciones a sus nietos. Si no nos complace la forma en que cuidan de nuestros hijos, deberíamos dialogar con ellos sobre lo que nos gusta y sobre los límites que nosotros como padres les hemos impuesto, siempre instándoles a respetar esos acuerdos, pero lo que no podemos hacer es exigirles estar ahí cada vez que los necesitemos y luego reprocharles las cosas que no son de nuestro agrado. Hay que entender que pertenecemos a generaciones distintas y cada uno tiene un criterio distinto para educar.

Cada día, cuando recojo a mis hijos en el colegio, veo a muchos abuelos que van a recoger a sus nietos diariamente. Es verdad que la situación hoy día ha cambiado y ambos padres trabajan con un horario difícil para conciliar con la vida personal, pero es que muchos de esos abuelos no sólo están presentes a la hora de la salida, sino que los llevan por la mañana al colegio, los recogen, los llevan a las actividades extra-escolares, les dan la comida, los llevan al parque, incluso hasta van con ellos a los cumpleaños el fin de semana.

Hay veces que me comentan frases como: "qué le vamos a hacer, es por mi hija, la pobre que trabaja mucho...", "hoy me encontraba mal, pero tengo que venir a por mis nietos..." o " a veces me gustaría quedarme en casa y descansar, pero no puedo..." y pienso en los pobres abuelos que también en su día tuvieron que trabajar y sacar sus familias adelante y ahora que deberían descansar y disfrutar de la vida, deben o tienen que cuidar también a sus nietos a tiempo completo.

Por supuesto también existen otro tipo de personas, como los abuelos que se desentienden y no tienen mucho trato con los nietos, o los abuelos (principalmente abuelas) que están encantados con tener a sus nietos las 24 horas, pues quizás les compensan su soledad o les gusta sentirse útiles y en forma para ese nuevo rol. También están los abuelos que por una causa u otra, viven lejos de sus nietos y sienten la nostalgia de compartir con ellos.

En la guardería de mi hija, les van a dedicar el "día de los abuelos", un domingo dedicado a ellos para agradecerles su gran labor.

Hoy escribo este artículo para que los padres reflexionemos sobre el tema y sobretodo tengamos consciencia de el esfuerzo que realizan los queridos abuelos, que deberíamos agradecer y valorar ese tiempo que nos regalan, a nosotros y a nuestros hijos. Y por supuesto, debemos tener en cuenta su situación emocional y fuerza física para no abusar de ellos sino disfrutar y compartir con ellos la educación de nuestros hijos.

Niños de 2 a 3 años

|

La semana que viene mi hija menor cumple 3 años y he querido aprovechar la ocasión para escribir un artículo sobre los niños de esta edad. La verdad es que me parece que fue ayer cuando nació, que apenas balbuceaba y ya mi hija es bastante independiente e incluso quiere tomar sus propias decisiones.


A esta edad, los niños ya han recorrido un largo camino en cuanto al desarrollo de sus destrezas y habilidades y aún le falta mucho por aprender dentro del ámbito psicomotor (coordinación de movimientos y conocimiento de su propio cuerpo), cognitivo (los niños se interesan por conocer y descubrir cosas nuevas y así va construyendo sus conocimientos progresivamente), el ámbito del lenguaje (aprenden a comunicarse y socializar con el entorno) y el ámbito afectivo (vínculos afectivos que establece con las personas de su entorno).

Los niños de 2 a 3 años son muy posesivos. Las palabras "yo" y "mío" son muy frecuentes en su vocabulario. Suelen ser posesivos con sus cosas y les cuesta compartir, sin embargo les encanta participar en diversas actividades con otros niños de su edad. Les gusta imitar a los adultos y representar las mismas acciones.

En cuanto al lenguaje, en esta etapa, los niños ya han aprendido una gran cantidad de palabras que le permiten plantear responder preguntas o mantener una pequeña conversación sobre las cosas que suceden a su alrededor. Irán ampliando su vocabulario progresivamente y aprenderán a elaborar frases cada vez más largas y complejas, por lo que será mucho más fácil para nosotros comprenderles y satisfacer sus necesidades.

Respecto a los juegos, a los niños de 2 a 3 años les encanta imitar a los adultos en tareas simples, como limpiar o vestir a sus muñecos. Les gusta ser independientes, por ejemplo para ir al baño o comer y beber solos. Jugar a la pelota, cantar y bailar, dibujar con muchos colores o disfrazarse, son actividades que les gustan y les ayudan a potenciar el desarrollo de todas sus capacidades.

Los padres podemos estimularlos poniendo a su disposición diferentes materiales y juegos que les motivarán y servirán para que exploren y descubran el mundo que les rodea. Algunos de estos juegos son:

  • Cualquier tipo de vehículo que puedan arrastrar, descargar, etc.
  • Juegos de construcción de plástico o de madera
  • Herramientas para jugar en la tierra, como palas, rastrillos, cubos, etc.
  • Muñecos o cocinitas, que les permitan imitar a los adultos
  • Pelotas, triciclos o cualquier juego al aire libre que les permita desarrollar su psicomotricidad.

Pero sobretodo, hay que darles mucho amor, participar con ellos en las diferentes actividades y enseñarles a compartir y relacionarse con otros niños, ya que a partir de esta edad, ya empiezan el colegio y es un gran paso para ellos. Atrás queda el termino "bebé" para ingresar en el maravilloso mundo de los "niños".

Las actividades extraescolares

|

Recientemente una mamá me hablaba de que su hijo tenía toda toda la semana ocupada con actividades extra-escolares; los lunes y miércoles iba a natación, los martes y jueves a inglés y los viernes a fútbol, además se quedaba en la acogida a primera hora de la mañana y al medio día, también se quedaba en el comedor de la escuela. Evidentemente lo hace porque no le queda otro remedio. Ha conseguido un nuevo trabajo, y tal como están los tiempos, no puede permitirse conciliar su vida laboral con la familiar

Realmente pensé en el niño, en la cantidad de horas que está fuera de casa realizando actividades sin parar y el poco tiempo que le debe quedar para disfrutar de sus padres o simplemente de jugar, cosa tan necesaria para ellos.

Casualmente cayó en mis manos un artículo de Padres y Colegios, una revista muy interesante que habla sobre educación, en el que hacía alusión a este tema, cuestionando si las actividades extraescolares son un complemento educativo o una sobrecarga innecesaria.

Según dicho artículo, 7 de cada 10 alumnos realizan actividades después del colegio y la demanda ha ido aumentando con el tiempo. Nos invitan a reflexionar sobre la causa de ese aumento y nos invitan a preguntarnos si lo hacemos por completar la formación de nuestros hijos o para rellenar el horario y que coincida con nuestro horario laboral.

Pienso que sobretodo, estas actividades debemos elegirlas teniendo en cuenta los gustos y la capacidad de nuestros hijos. No podemos forzarlos a hacer actividades que suplan algún “deseo frustrado” de los padres y hagan lo que nosotros hubiéramos querido hacer. Tampoco deberíamos insistir en que aprendan actividades que van en contra de la forma de ser del niño. Por ejemplo, si no le gusta el deporte, es mejor no obligarlos a que se apunten en fútbol o baloncesto, “para que le surja el instinto deportivo”. Ya llegará el momento en que se interese o quizás nunca lo haga, pero destacará en otros aspectos en los que sí le pueden ayudar otro tipo de actividades.

También existe mucha competitividad. Muchos padres quieren que sus hijos sean lo mejor en todo y arrastran a sus hijos a hacer toda clase de cursos que lo único que consiguen es saturar a los pequeños.

Cuando finalmente tenemos claro que vamos a apuntar a nuestro hijo o hija en alguna actividad, lo primero que hay que plantearse es si queremos que se diviertan o que refuercen sus conocimientos

Una vez planteado, hay que elegir un centro adecuado y una actividad acorde a los gustos y habilidades de nuestros hijos, pero no basta con inscribirlos y olvidarse del tema, ya que una vez iniciado este curso, hay que hacer un seguimiento sobre la evolución y progresos en dichas actividades y estar en contacto con los monitores para saber si finalmente la experiencia es positiva.

Entre las actividades extra-escolares más demandadas, se encuentran los idiomas (principalmente el inglés), natación, deportes en general y teatro. En mi caso, quería apuntar a mi hijo de 5 años en clases de inglés. No por rellenar horarios, ni por que haga algo nuevo, sino porque pienso que es muy importante que hoy en día domine ese idioma y las clases que dan en el colegio me parecen insuficientes, sin embargo a él no le gusta el inglés y me ha pedido que no lo apunte. A pesar de que sé que es importante para él, voy a esperar a que sea un poco más grande y comprenda la importancia de saber inglés para que se lo tome con más ganas. A lo mejor me equivoco, a lo mejor, no. ¿Quién lo sabe?