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Adolescentes y padres

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La adolescencia es una etapa muy compleja, con la que no todos los padres saben lidiar. Muchos adolescentes critican la forma de comportarse de sus padres, sus reacciones y desaprueban cualquier comentario o decisión que éstos tomen.


Para facilitar esta relación padres-adolescentes, queremos compartir algunas pautas que pueden facilitar el entendimiento entre las dos partes:

La primera regla es saber escuchar, tanto los padres como los hijos necesitan ser escuchados y que puedan colocarse en el lugar del otro. No siempre los padres vamos a tener la razón en todo y los adolescentes necesitan que no nos mostremos insensibles hacia su punto de vista y que mantengamos una actitud de empatía con ellos. A veces los padres adoptamos posturas innegociables sin tener en cuenta sus sentimientos o motivos por los que nos reclaman y ello provoca una discusión que no nos lleva a ningún lugar.

Otra pauta importante es que los padres nos tomemos interés por las actividades que nuestros hijos realizan. Aunque no lo confiesen abiertamente, a los adolescentes les gusta que estemos pendientes de ellos, que les demos afecto y colaboremos a aumentar su autoestima. Muchos de nuestros hijos evitan la convivencia familiar y se muestran distantes, pero ello es porque no quieren a unos padres excesivamente preocupados y encima de ellos pues necesitan su propio espacio.

Nuestros hijos quisieran que los padres aceptáramos sus decisiones, su forma de vestir o su modo de comportarse de forma incondicional, por ello se forman muchas disputas en las que es importante que los padres nos mantengamos firmes, sin embargo, debemos hacerles saber que aunque no nos guste algo de su aspecto físico o no nos gusten los lugares que frecuentan, nosotros siempre les vamos a querer y nuestro cariño hacia ellos es el mismo, pues a esta edad los jóvenes son muy inseguros y necesitan sentir el mayor afecto posible.

Sería bueno dejarles un margen de libertad, confiar en ellos y propiciarles un espacio en el que sientan que pueden tener su propia intimidad. Los padres no debemos leer su diario, ni mirar su correo electrónico, ni rebuscar entre sus cosas y respetar su derecho a intimidad. Quizás escribiendo se liberan de algunos contenidos que luego podrían ser fuentes de conflictos en la familia. Vamos a intentar darles confianza para que nos cuenten sus problemas y se abran a nosotros con naturalidad.

No nos olvidemos que los padres somos un referente constante para nuestros hijos y debemos darles ejemplos en la vida cotidiana de cómo debería ser un buen comportamiento, de cómo pueden abrirse el paso ante el futuro y mantener una actitud positiva con sentido del humor y con optimismo. Los padres siempre seremos una guía para nuestros hijos, aunque debemos dejar que piensen por sí mismos, que se equivoquen y vuelvan a comenzar mientras toman sus propias decisiones. A ellos les gusta que los tratemos como adultos y así debemos hacerlo, siempre y cuando también lo sean cuando se les exigen ciertas responsabilidades en el hogar.

Primero de primaria

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Cuando mi hijo empezó el curso de Primero de primaria, con casi 6 años, no me imaginaba el gran cambio que iba a suponer. Estábamos acostumbrados a las fichas de dibujar, a leer una página de libros muy simples cada viernes o a aprender letras y números. En primero de primaria, ya hablamos de responsabilidades mayores y de una exigencia mayor: la lectura, escritura y operaciones matemáticas, juegan un papel importante en este curso y los padres debemos comunicarnos con nuestros hijos con la mejor fluidez durante todo el curso escolar.

Son unos cambios drásticos , pues en primero de primaria existen unos objetivos que hay que conseguir. Hay niños a los que les cuesta más que otros adaptarse, por lo que la ayuda en casa es imprescindible. Ojo, con esto no queremos decir que los padres debemos hacer los deberes con ellos, sino hacer hincapié en sus necesidades, su responsabilidad diaria y establecer una rutina de estudio que le sirva también para los años posteriores.

Sería conveniente que los niños que empiezan el primer curso de primaria, dispongan de un lugar propio de estudio, una mesa y una silla cómoda, convenientemente iluminadas, si es posible, con luz natural y sin distracciones, como la televisión o aparatos que les puedan distraer de sus tareas diarias.

A mi hijo le daban un libro pequeño para leer cada semana y los viernes tenían que hacer un comentario sobre el libro. La comprensión lectora es muy importante en esta etapa también. No sólo es necesario que aprendan a leer, sino que comprendan lo que están leyendo. Sería bueno estimular a nuestros hijos para que lean en el entorno que les rodea, es decir, cuando salimos a la calle, podríamos animarlos a que lean los carteles o cuando vamos al supermercado, podríamos darle la lista a ellos para que la lean y aprendan a buscar los alimentos. En la clase de mi hijo, les cronometraban cada lectura, para así comprobar la evolución a lo largo del curso. No hay que obsesionarse con cronometrar a nuestros hijos cada vez que leen un cuento, pero sí poner más atención, si vemos que no avanzan progresivamente.

En primero también los niños reforzarán la escritura, haciendo copias y repitiendo la caligrafía las veces que sea necesario.

En cuanto a las matemáticas, entre los 6 y 7 años, los niños se encuentran en una fase transitoria entre el período pre-operacional y las operaciones concretas. Es posible que en primero ya se inicien con las tablas de multiplicar, además de realizar problemas y operaciones sencillas, que serán más complejas a medida que avance el curso. También en primero, los niños aprenden a sumar y restar llevándose. Es importante saber el método que emplea el centro escolar para que en casa les ayudemos de la misma manera y no les causemos confusión. Generalmente se trabajan los números hasta el 1000.

Es un nuevo ciclo, pero con perseverancia y dedicación, se puede superar con creces y terminar el primer curso de primaria con buenos resultados. Durante las vacaciones, es bueno reforzar lo aprendido y animarles a seguir leyendo y realizando operaciones matemáticas, para que empiecen segundo con mayor facilidad.

Niños bilingües

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Hoy en día, en este mundo tan globalizado, es muy importante que nuestros hijos dominen al menos dos idiomas, generalmente el materno y el inglés, para que sean personas preparadas y tengan una mayor facilidad para desenvolverse en el entorno laboral y social en un futuro.


La mejor edad para la implantación de varios idiomas es de 0 a 4 años, ya que los bebés y niños de esta edad, tienen una capacidad enorme para asimilar sin demasiado esfuerzo uno o más idiomas. Su cerebro es capaz de realizar las conexiones necesarias que favorecen el aprendizaje de dos idiomas a la vez y mucho más si se le habla en ambos idiomas desde su nacimiento.

Si el niño o niña tiene la suerte de que cada uno de los padres habla un idioma distinto, se debería aprovechar esa oportunidad única que nos ofrece el cerebro humano: aprender varias lenguas a la vez. Cada padre debería hablarle en su idioma o cada uno en una lengua distinta aunque no se domine del todo ese segundo idioma, porque lo importante es aprovechar todos los recursos que tenemos para que los hijos aprendan el máximo posible. 

Por ejemplo, hoy en día es más fácil ponerles los dibujos animados en versión original o ponerles canciones infantiles que se encuentran disponibles en la red y los animará a aprendérselas y repetirlas, consiguiendo adquirir un vocabulario básico y útil.

Los niños que hablan varios idiomas desde pequeños, suelen ser más creativos, más ágiles y desarrollan la capacidad lectora y la memoria con más habilidad.

También es cierto que los niños que aprenden un segundo idioma, siempre habrá uno con el que se sentirá más cómodo a la hora de establecer sus relaciones, porque quizás es el más utilizado en el medio en el que se desenvuelven.

No es recomendable obligarlos a hablar en otro idioma, pero sí es importante facilitarles la oportunidad de iniciarse y practicar otro idioma hasta que se sientan cómodos para expresarse en esa lengua, sin que los padres los forcemos.

Existen cuentos, juegos, aplicaciones, canciones e infinidad de herramientas para lograr que nuestros hijos aprendan otro idioma de forma amena y entretenida. Hay que aprovechar todas las oportunidades y ser constantes. Si podemos reforzar este aprendizaje apuntándolos en una academia, los resultados serán mucho mejores. La idea es ser constantes y poner todos los medios para que nuestros hijos aprendan el idioma de la forma más natural y que disfruten con el aprendizaje.