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Las actividades extraescolares

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Recientemente una mamá me hablaba de que su hijo tenía toda toda la semana ocupada con actividades extra-escolares; los lunes y miércoles iba a natación, los martes y jueves a inglés y los viernes a fútbol, además se quedaba en la acogida a primera hora de la mañana y al medio día, también se quedaba en el comedor de la escuela. Evidentemente lo hace porque no le queda otro remedio. Ha conseguido un nuevo trabajo, y tal como están los tiempos, no puede permitirse conciliar su vida laboral con la familiar

Realmente pensé en el niño, en la cantidad de horas que está fuera de casa realizando actividades sin parar y el poco tiempo que le debe quedar para disfrutar de sus padres o simplemente de jugar, cosa tan necesaria para ellos.

Casualmente cayó en mis manos un artículo de Padres y Colegios, una revista muy interesante que habla sobre educación, en el que hacía alusión a este tema, cuestionando si las actividades extraescolares son un complemento educativo o una sobrecarga innecesaria.

Según dicho artículo, 7 de cada 10 alumnos realizan actividades después del colegio y la demanda ha ido aumentando con el tiempo. Nos invitan a reflexionar sobre la causa de ese aumento y nos invitan a preguntarnos si lo hacemos por completar la formación de nuestros hijos o para rellenar el horario y que coincida con nuestro horario laboral.

Pienso que sobretodo, estas actividades debemos elegirlas teniendo en cuenta los gustos y la capacidad de nuestros hijos. No podemos forzarlos a hacer actividades que suplan algún “deseo frustrado” de los padres y hagan lo que nosotros hubiéramos querido hacer. Tampoco deberíamos insistir en que aprendan actividades que van en contra de la forma de ser del niño. Por ejemplo, si no le gusta el deporte, es mejor no obligarlos a que se apunten en fútbol o baloncesto, “para que le surja el instinto deportivo”. Ya llegará el momento en que se interese o quizás nunca lo haga, pero destacará en otros aspectos en los que sí le pueden ayudar otro tipo de actividades.

También existe mucha competitividad. Muchos padres quieren que sus hijos sean lo mejor en todo y arrastran a sus hijos a hacer toda clase de cursos que lo único que consiguen es saturar a los pequeños.

Cuando finalmente tenemos claro que vamos a apuntar a nuestro hijo o hija en alguna actividad, lo primero que hay que plantearse es si queremos que se diviertan o que refuercen sus conocimientos

Una vez planteado, hay que elegir un centro adecuado y una actividad acorde a los gustos y habilidades de nuestros hijos, pero no basta con inscribirlos y olvidarse del tema, ya que una vez iniciado este curso, hay que hacer un seguimiento sobre la evolución y progresos en dichas actividades y estar en contacto con los monitores para saber si finalmente la experiencia es positiva.

Entre las actividades extra-escolares más demandadas, se encuentran los idiomas (principalmente el inglés), natación, deportes en general y teatro. En mi caso, quería apuntar a mi hijo de 5 años en clases de inglés. No por rellenar horarios, ni por que haga algo nuevo, sino porque pienso que es muy importante que hoy en día domine ese idioma y las clases que dan en el colegio me parecen insuficientes, sin embargo a él no le gusta el inglés y me ha pedido que no lo apunte. A pesar de que sé que es importante para él, voy a esperar a que sea un poco más grande y comprenda la importancia de saber inglés para que se lo tome con más ganas. A lo mejor me equivoco, a lo mejor, no. ¿Quién lo sabe?

Los amigos de nuestros hijos

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Los niños en general, suelen querer relacionarse con otros niños a partir de los 6 meses, que es cuando aprenden a abrirse a los demás. Sus primeras experiencias con los amigos, serán con juguetes o peluches, después con los niños del parque o familiares de la misma edad.

Sobre los 4-5 años, los niños empiezan a definir sus amistades y a socializarse en su entorno, pero hacer amigos no es tan fácil como parece.

Es muy importante en el desarrollo de nuestros hijos, alentarles a hacer amistades y relacionarse con los demás. Un niño que no tiene hermanos o que juega solo todo el tiempo, puede tener problemas a la hora de adaptarse durante su crecimiento. Nuestra estimulación es básica para ellos y debemos fomentar que el niño se relacione con los demás, aunque no debemos forzarlos a que sean amigos del niño o niña que mejor nos caiga a nosotros, sino dejarles escoger sus propias amistades.

En esta edad es normal que los niños quieran estar con niños y las niñas con niñas, pero poco a poco esto irá cambiando. También es bastante habitual que algunos tengan un "amigo imaginario" pero esto es muy normal y no hay que preocuparse por ello. Mi hijo de 5 años, me habla constantemente de su "amigo invisible" y es como una forma de desarrollar su imaginación y creatividad. Hay que seguirle el juego sin caer en el exceso de importancia con este "amigo" de nuestro hijo.

Está claro que la personalidad de nuestros hijos influye en la elección de amistades. Hay niños a los que les cuesta relacionarse con los demás debido a su timidez o simplemente porque le gusta el juego en solitario. Hay algunos que les lleva su tiempo socializarse y hasta que no cogen confianza en determinado ambiente, no se empiezan a abrir. Siempre debemos respetar esa situación y no presionarles porque puede ser contraproducente, pero debemos reforzar su autoestima para darle confianza a nuestro hijo. Es bueno invitar a sus amiguitos a casa, o fomentar la práctica de deportes o apuntarlos en teatro, etc, para que los niños se relacionen con amigos de su edad.

Por otro lado, en los grupos suele existir uno o varios líderes. Hay algunos niños que son muy extrovertidos y asumen el papel de líder en su grupo. Este líder suele estar rodeado de amigos y a veces puede ser muy exigente, por lo que si es el caso de nuestro hijo, debemos explicarle cómo viven las situaciones los demás niños, para que no siempre sea tan exigente y hacerle ver que no va a ser el centro de atención en todas las situaciones, por ejemplo, en casa con los padres.

Es muy importante conocer a los amigos de nuestros hijos, conocer sus actitudes y su forma de pensar y relacionarnos con los otros padres para crear un clima de confianza. Puede pasar que no nos gusten los amigos que nuestro hijo ha elegido, ya sea porque ejercen una mala influencia o porque contradicen los valores que nosotros le intentamos enseñar, pero no por ello debemos criticarlos, sino que es mejor cuestionar las malas acciones que cometen, explicándoles el porqué está mal y animándoles a no seguir ese camino. Está claro que mientras más pequeño sea nuestro hijo, más fácil será nuestra influencia respecto a sus amistades, porque cuando llega la adolescencia, la situación se hace más difícil.

La mejor forma de que nos escuchen, es manteniendo una buena relación familiar y un clima de diálogo y confianza con ellos, para que sigan nuestros consejos y sean menos manipulables por su entorno.

Empezando la guardería

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Tuve que llevar a mis dos hijos con 9 y 6 meses por primera vez a la guardería por razones laborales. La verdad es que, llegado el momento, se hace difícil dejar a tu hijo o hija al cuidado de otras personas. He tenido la suerte de encontrar una guardería fabulosa muy cerca de casa y siempre he estado tranquila en ese aspecto, ya que sé a ciencia cierta que los niños están en buenas manos.
 
Es verdad que el primer año de ambos fue un poco difícil, pues se enfermaron en bastantes ocasiones, pero ya a partir del segundo año, se fueron haciendo más fuertes y más inmunes a dichas enfermedades.

La primera vez que nuestros hijos asisten a la guardería, es recomendable hacerlo de forma gradual, si es posible, llevarlos unas pocas horas al día para que se vayan familiarizando con las cuidadoras y el entorno.

Para ellos es una gran cambio, ya que esta etapa implica la primera separación del entorno familiar, un entorno en el que el niño o niña se siente seguro y ahora deberá adaptarse a nuevas relaciones con otros adultos y quizás a otros horarios diferentes a los que estaba acostumbrado.

Por ello, es muy probable que nuestro hijo manifieste de diferentes maneras su miedo e inseguridad frente a este nuevo cambio; ya sea con tristeza, llorando, con inactividad o rechazo hacia sus educadores. Incluso es probable que manifieste cambios en el sueño o en los hábitos alimenticios, pero esto es totalmente normal, ya que forma parte del proceso de adaptación a la nueva situación.

Nosotros como padres, deberemos intentar ayudarles a superar estos miedos siendo comprensivos y con una actitud flexible pero a la vez firme. No vale que nos quedemos consolándolos durante largo rato a la entrada del centro, porque eso sólo conseguirá empeorar las cosas y que los padres nos marchemos con dolor, cuestionándonos si hacemos bien "abandonando" a nuestros hijos.

Las educadoras, siempre me han comentado que una vez pasa el período de los primeros días, los niños se habitúan con facilidad, sin embargo, son verdaderos maestros en el arte de mostrar sufrimiento a los padres. Por lo que me han contado, en la mayoría de los casos, el llanto cesa una vez se cierra la puerta.

Sí que es importante que los padres apoyemos a los pequeños, que tengamos buena relación con las cuidadoras e intentar hacerles comprender a los niños, que estarán bien atendidos y compartirán con otros amiguitos a la vez que aprenderán muchas cosas nuevas.

No se debe olvidar que cada niño es único y diferente, por lo que el proceso de adaptación no es el mismo para todos, pero entre la escuela infantil y los padres, conseguiremos que en poco tiempo, esta adaptación sea un éxito.