Existe el debate sobre si
se debe aplicar el castigo físico con los niños o no. Cuántas
veces hemos escuchado que nuestros padres o profesores muchas veces
nos dieron una bofetada o un buen azote para castigarnos y en esa
época no pasaba nada porque era normal, mientras que actualmente
está mal visto (incluso prohibido en los colegios desde 1997) que
los padres le demos alguna cachetada a nuestros hijos para corregir
un mal comportamiento.
Personalmente, pienso que
el castigo físico no es efectivo. A veces los padres tenemos ira y
actuamos de forma desproporcionada ante el mal comportamiento de
nuestros hijos y ello puede ser perjudicial para ellos, ya que genera
desconfianza, daña el vínculo afectivo y crea resentimiento en los
niños, que solo aprenden a obedecer por miedo.
Es importante explicarles
a nuestros hijos las consecuencias de sus actos, el porqué hace las
cosas mal y cuál debe ser el comportamiento adecuado, para no
resentir su autoestima y aprendizaje. Cuando castigamos físicamente
a nuestros hijos, puede que se sientan abandonados, tristes y con
miedo. Ello puede provocar que sólo obedezcan cuando los padres
estemos delante, pero no garantiza que lo hagan cuando no hay nadie
que les castigue.
Existen otros métodos
para castigar a nuestros hijos, que pueden funcionar y ser
educativas. Es verdad que hay situaciones extremas donde no podemos
razonar con ellos ni controlar sus rabietas y pataletas. Es muy
difícil tomar decisiones cuando estamos nerviosos o muy enfadados.
Lo importante es darnos cuenta e intentar calmarnos antes de actuar.
Se deben buscar alternativas al castigo físico y ser firmes con
nuestros hijos sin necesidad de ser violentos.
Un "no" firme y
contundente, empleado en el tono adecuado, debería bastar para que
nos hagan caso, pero si no es así, se debe "castigar" a
nuestros hijos enviándolos a una silla o a algún cuarto a
reflexionar (donde no pueda estar entretenido o jugando) para que se
calmen. Quitarle alguno de sus privilegios (como los videojuegos o
salir con sus amigos) es también una forma efectiva de llamarles la
atención.
Cuando amenazamos a
nuestros hijos con castigarles, debemos asumir las consecuencias y
llegar hasta el final, de nada sirve amenazarles con un castigo una y
otra vez y luego nunca cumplirlos, porque solo provoca mal
comportamiento y que nos tomen el pelo una y otra vez.
Tampoco debemos
"sobornar" a nuestros hijos, prometiéndoles bienes o
juguetes si cumplen alguna tarea o se portan bien, porque es su deber
hacerlo.
La disciplina es muy
importante para nuestros hijos y hay que inculcarles una buena educación desde muy temprana edad para que luego tengamos los
frutos. Los primeros años de vida son fundamentales, ya que es una
etapa en la que los niños están más receptivos y absorben la
información. El castigo físico en esta etapa es como dar una
bofetada en la adolescencia; puede dañar mucho la relación afectiva
y luego hay que trabajar mucho para reconstruirla.
En definitiva, debemos
ser firmes, constantes y estar en sintonía con la pareja a la hora
de aplicar un castigo a nuestros hijos. Nunca debemos humillarles ni
insultarles o retirarle nuestro cariño.Como hemos dicho en ocasiones
anteriores, la disciplina les ayudará a ser mejores personas, pero
hemos de evitar recurrir a actitudes violentas para solventar las
diferentes situaciones con nuestros hijos.