Esta web utiliza cookies para obtener datos estadísticos de la navegación de sus usuarios. Si continúas navegando consideramos que aceptas su uso. Más información Cerrar

Precaución con los niños en piscinas y playas

|

El verano llegó y con el las vacaciones, una época en la que vamos con nuestros hijos a la playa y a la piscina, en la que debemos tener mucho cuidado.


Dicen que los ahogamientos son la tercera causa de muertes en el mundo y la segunda en el caso de los niños. Por ello es necesario que si los niños no saben nadar, tomemos las medidas necesarias para evitar accidentes.

¿Cuál es la edad adecuada para enseñar a nuestros hijos a nadar? Pues no hay una edad determinada, pero los expertos dicen que mientras más pequeños, es mejor, pues es más fácil enseñarles. Lo primero que hay que enseñarles es cómo flotar y mantenerse en el agua en caso de que se caigan o resbalen.

No nos podemos fiar de los salvavidas, flotadores, manguitos o chalecos inflables. Son accesorios que pueden fallar en cualquier momento y no deben sustituir a la supervisión de los padres. 

No está demás que los padres tomemos un curso de reanimación cardio-pulmonar, para estar preparados en caso de accidente. Siempre es mejor saber reaccionar a tiempo y unos segundos pueden causar la diferencia entre lamentarnos o sentir alivio.

No es que este artículo pretenda ser trágico o infundir temor, pero ahora que mis hijos son pequeños y uno de ellos está aprendiendo a nadar, me doy cuenta de lo fácil que es que ocurra cualquier imprevisto.

Hay muchos niños que son muy atrevidos y no le tienen miedo al peligro. Piensan que pueden hacer lo mismo que sus hermanos o tirarse en la parte profunda como ellos, sin saber nadar correctamente.

Además de poner a nuestros hijos en clase de natación desde pequeños, debemos tomar otras precauciones como:

Vigilar los flotadores, chalecos, etc que estén bien inflados y bien sujetos.
Dejar que nuestros hijos naden en un espacio supervisado por adultos en todo momento.
Tener un kit de emergencia con artículos de primeros auxilios y un teléfono cerca.
Tener conocimientos de reanimación.
No dejar que los niños entren en el mar cuando hay bandera amarilla o roja.

Dicho todo esto, les deseo que disfruten el verano, el mar y la piscina junto a los más pequeños de la casa.


Niños entre 12 y 14 años (Pre-adolescentes)

|

Entre los 12 y 14 años, comienza una etapa difícil para la que algunos padres no estamos preparados. Es una etapa en la que nuestros hijos empiezan a descubrirse a sí mismos, a adquirir nuevas responsabilidades y obtener más libertad.


En esta edad, muchos adolescentes tienen cambios repentinos de humor en los que ni siquiera ellos mismos conocen la causa. Es muy difícil lidiar con este tipo de situaciones, por eso los padres debemos intentar ser comunicativos con ellos desde edades tempranas, para que nuestros hijos sean capaces de expresar sus emociones.

Si ellos ven que sus padres siempre han sido abiertos y les prestan atención, siempre será más fácil para ellos comunicarles sus miedos, anhelos y frustraciones.

Los padres que son capaces de tolerar y reconocer los sentimientos de sus hijos, son los que mejor pueden poner límites a las acciones de sus hijos, para poder ayudarlos. Si somos extremadamente autoritarios, lo que lograremos es inducir a nuestros hijos a comportarse de forma extrema.

Hay que entender que en el momento de entrada a la adolescencia, su cuerpo experimenta varias transformaciones y aparecen nuevas emociones que les afectan a ellos mismos y al entorno familiar.

Algunos problemas que pueden aparecer durante el paso de la pubertad a la adolescencia, son varios. Desde pequeños hurtos, que pueden ser debidos a que los jóvenes constantemente quieren desafiar a sus padres o amigos hasta problemas más graves como iniciarse en las drogas y alcochol. Estos problemas se traducen en conflictos constantes y desestabilización familiar. Generalmente, si nuestros hijos han tenido una buena base sobre educación y el comportamiento adecuado, cuando llegue el momento, sabrán distinguir entre las buenas acciones y las malas, por lo que ellos mismos serán capaces de actuar de forma correcta.

Tengamos en cuenta que la tendencia en esta edad es ser un poco rebelde y llevar la contraria a los padres. Desde la forma de vestir (escogen prendas que saben que no nos gustan), hasta seguir ciertas tendencias que a los padres nos desagradan. Los adolescentes siempre quieren tocar el límite y muchas veces asumen riesgos (deportivos o acciones) que les pueden pasar factura, provocando ansiedad a los padres que sufren porque se dan cuenta del cambio que han experimentado los que hasta hace poco eran sus "niños pequeños" y no saben cómo manejarlo.

Por ello debemos seguir muy de cerca sus pasos, ser autoritarios y fijar límites, sin caer en el error de no dar explicaciones e infundirles miedo. Los hijos siempre se van a sentir mucho más seguros, si los padres les damos los motivos por los que no pueden actuar de cierta forma, les damos cariño y comprensión y tampoco olvidemos dejarles su propio espacio.