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Niños de 2 a 3 años

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La semana que viene mi hija menor cumple 3 años y he querido aprovechar la ocasión para escribir un artículo sobre los niños de esta edad. La verdad es que me parece que fue ayer cuando nació, que apenas balbuceaba y ya mi hija es bastante independiente e incluso quiere tomar sus propias decisiones.


A esta edad, los niños ya han recorrido un largo camino en cuanto al desarrollo de sus destrezas y habilidades y aún le falta mucho por aprender dentro del ámbito psicomotor (coordinación de movimientos y conocimiento de su propio cuerpo), cognitivo (los niños se interesan por conocer y descubrir cosas nuevas y así va construyendo sus conocimientos progresivamente), el ámbito del lenguaje (aprenden a comunicarse y socializar con el entorno) y el ámbito afectivo (vínculos afectivos que establece con las personas de su entorno).

Los niños de 2 a 3 años son muy posesivos. Las palabras "yo" y "mío" son muy frecuentes en su vocabulario. Suelen ser posesivos con sus cosas y les cuesta compartir, sin embargo les encanta participar en diversas actividades con otros niños de su edad. Les gusta imitar a los adultos y representar las mismas acciones.

En cuanto al lenguaje, en esta etapa, los niños ya han aprendido una gran cantidad de palabras que le permiten plantear responder preguntas o mantener una pequeña conversación sobre las cosas que suceden a su alrededor. Irán ampliando su vocabulario progresivamente y aprenderán a elaborar frases cada vez más largas y complejas, por lo que será mucho más fácil para nosotros comprenderles y satisfacer sus necesidades.

Respecto a los juegos, a los niños de 2 a 3 años les encanta imitar a los adultos en tareas simples, como limpiar o vestir a sus muñecos. Les gusta ser independientes, por ejemplo para ir al baño o comer y beber solos. Jugar a la pelota, cantar y bailar, dibujar con muchos colores o disfrazarse, son actividades que les gustan y les ayudan a potenciar el desarrollo de todas sus capacidades.

Los padres podemos estimularlos poniendo a su disposición diferentes materiales y juegos que les motivarán y servirán para que exploren y descubran el mundo que les rodea. Algunos de estos juegos son:

  • Cualquier tipo de vehículo que puedan arrastrar, descargar, etc.
  • Juegos de construcción de plástico o de madera
  • Herramientas para jugar en la tierra, como palas, rastrillos, cubos, etc.
  • Muñecos o cocinitas, que les permitan imitar a los adultos
  • Pelotas, triciclos o cualquier juego al aire libre que les permita desarrollar su psicomotricidad.

Pero sobretodo, hay que darles mucho amor, participar con ellos en las diferentes actividades y enseñarles a compartir y relacionarse con otros niños, ya que a partir de esta edad, ya empiezan el colegio y es un gran paso para ellos. Atrás queda el termino "bebé" para ingresar en el maravilloso mundo de los "niños".

Las actividades extraescolares

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Recientemente una mamá me hablaba de que su hijo tenía toda toda la semana ocupada con actividades extra-escolares; los lunes y miércoles iba a natación, los martes y jueves a inglés y los viernes a fútbol, además se quedaba en la acogida a primera hora de la mañana y al medio día, también se quedaba en el comedor de la escuela. Evidentemente lo hace porque no le queda otro remedio. Ha conseguido un nuevo trabajo, y tal como están los tiempos, no puede permitirse conciliar su vida laboral con la familiar

Realmente pensé en el niño, en la cantidad de horas que está fuera de casa realizando actividades sin parar y el poco tiempo que le debe quedar para disfrutar de sus padres o simplemente de jugar, cosa tan necesaria para ellos.

Casualmente cayó en mis manos un artículo de Padres y Colegios, una revista muy interesante que habla sobre educación, en el que hacía alusión a este tema, cuestionando si las actividades extraescolares son un complemento educativo o una sobrecarga innecesaria.

Según dicho artículo, 7 de cada 10 alumnos realizan actividades después del colegio y la demanda ha ido aumentando con el tiempo. Nos invitan a reflexionar sobre la causa de ese aumento y nos invitan a preguntarnos si lo hacemos por completar la formación de nuestros hijos o para rellenar el horario y que coincida con nuestro horario laboral.

Pienso que sobretodo, estas actividades debemos elegirlas teniendo en cuenta los gustos y la capacidad de nuestros hijos. No podemos forzarlos a hacer actividades que suplan algún “deseo frustrado” de los padres y hagan lo que nosotros hubiéramos querido hacer. Tampoco deberíamos insistir en que aprendan actividades que van en contra de la forma de ser del niño. Por ejemplo, si no le gusta el deporte, es mejor no obligarlos a que se apunten en fútbol o baloncesto, “para que le surja el instinto deportivo”. Ya llegará el momento en que se interese o quizás nunca lo haga, pero destacará en otros aspectos en los que sí le pueden ayudar otro tipo de actividades.

También existe mucha competitividad. Muchos padres quieren que sus hijos sean lo mejor en todo y arrastran a sus hijos a hacer toda clase de cursos que lo único que consiguen es saturar a los pequeños.

Cuando finalmente tenemos claro que vamos a apuntar a nuestro hijo o hija en alguna actividad, lo primero que hay que plantearse es si queremos que se diviertan o que refuercen sus conocimientos

Una vez planteado, hay que elegir un centro adecuado y una actividad acorde a los gustos y habilidades de nuestros hijos, pero no basta con inscribirlos y olvidarse del tema, ya que una vez iniciado este curso, hay que hacer un seguimiento sobre la evolución y progresos en dichas actividades y estar en contacto con los monitores para saber si finalmente la experiencia es positiva.

Entre las actividades extra-escolares más demandadas, se encuentran los idiomas (principalmente el inglés), natación, deportes en general y teatro. En mi caso, quería apuntar a mi hijo de 5 años en clases de inglés. No por rellenar horarios, ni por que haga algo nuevo, sino porque pienso que es muy importante que hoy en día domine ese idioma y las clases que dan en el colegio me parecen insuficientes, sin embargo a él no le gusta el inglés y me ha pedido que no lo apunte. A pesar de que sé que es importante para él, voy a esperar a que sea un poco más grande y comprenda la importancia de saber inglés para que se lo tome con más ganas. A lo mejor me equivoco, a lo mejor, no. ¿Quién lo sabe?

Los amigos de nuestros hijos

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Los niños en general, suelen querer relacionarse con otros niños a partir de los 6 meses, que es cuando aprenden a abrirse a los demás. Sus primeras experiencias con los amigos, serán con juguetes o peluches, después con los niños del parque o familiares de la misma edad.

Sobre los 4-5 años, los niños empiezan a definir sus amistades y a socializarse en su entorno, pero hacer amigos no es tan fácil como parece.

Es muy importante en el desarrollo de nuestros hijos, alentarles a hacer amistades y relacionarse con los demás. Un niño que no tiene hermanos o que juega solo todo el tiempo, puede tener problemas a la hora de adaptarse durante su crecimiento. Nuestra estimulación es básica para ellos y debemos fomentar que el niño se relacione con los demás, aunque no debemos forzarlos a que sean amigos del niño o niña que mejor nos caiga a nosotros, sino dejarles escoger sus propias amistades.

En esta edad es normal que los niños quieran estar con niños y las niñas con niñas, pero poco a poco esto irá cambiando. También es bastante habitual que algunos tengan un "amigo imaginario" pero esto es muy normal y no hay que preocuparse por ello. Mi hijo de 5 años, me habla constantemente de su "amigo invisible" y es como una forma de desarrollar su imaginación y creatividad. Hay que seguirle el juego sin caer en el exceso de importancia con este "amigo" de nuestro hijo.

Está claro que la personalidad de nuestros hijos influye en la elección de amistades. Hay niños a los que les cuesta relacionarse con los demás debido a su timidez o simplemente porque le gusta el juego en solitario. Hay algunos que les lleva su tiempo socializarse y hasta que no cogen confianza en determinado ambiente, no se empiezan a abrir. Siempre debemos respetar esa situación y no presionarles porque puede ser contraproducente, pero debemos reforzar su autoestima para darle confianza a nuestro hijo. Es bueno invitar a sus amiguitos a casa, o fomentar la práctica de deportes o apuntarlos en teatro, etc, para que los niños se relacionen con amigos de su edad.

Por otro lado, en los grupos suele existir uno o varios líderes. Hay algunos niños que son muy extrovertidos y asumen el papel de líder en su grupo. Este líder suele estar rodeado de amigos y a veces puede ser muy exigente, por lo que si es el caso de nuestro hijo, debemos explicarle cómo viven las situaciones los demás niños, para que no siempre sea tan exigente y hacerle ver que no va a ser el centro de atención en todas las situaciones, por ejemplo, en casa con los padres.

Es muy importante conocer a los amigos de nuestros hijos, conocer sus actitudes y su forma de pensar y relacionarnos con los otros padres para crear un clima de confianza. Puede pasar que no nos gusten los amigos que nuestro hijo ha elegido, ya sea porque ejercen una mala influencia o porque contradicen los valores que nosotros le intentamos enseñar, pero no por ello debemos criticarlos, sino que es mejor cuestionar las malas acciones que cometen, explicándoles el porqué está mal y animándoles a no seguir ese camino. Está claro que mientras más pequeño sea nuestro hijo, más fácil será nuestra influencia respecto a sus amistades, porque cuando llega la adolescencia, la situación se hace más difícil.

La mejor forma de que nos escuchen, es manteniendo una buena relación familiar y un clima de diálogo y confianza con ellos, para que sigan nuestros consejos y sean menos manipulables por su entorno.